Juanes habló en exclusiva con SEMANA ante su más reciente álbum llamado ´Vida cotidiana´, donde según el propio artista, profundiza en las preocupaciones de la vida cotidiana de un adulto reflexivo: el amor, el matrimonio, la familia, Medellín, la violencia, la esperanza pese a todo.
El paisa les abrió las puertas de su enorme casa en Envigado, Antioquia, a este medio de comunicación, donde va contando su historia con el paisaje de Medellín de fondo, que se dibuja en medio de las generosas zonas verdes de una casa en la que en cada rincón es posible advertir el espíritu de este artista reflexivo y familiar. Es que Medellín y Colombia han sido todo. Luz y alfabeto. “El principio y el final”, como él mismo lo dice.
Esta residencia ha sido el hogar de su mamá, Alicia Vásquez, la matrona de la familia, que en marzo pasado llegó a los 93 años. “Mi mamá se representa en este álbum, al igual que mi papá, aunque falleció hace muchos años”, asegura el cantante. “Siento que están en los valores de estas canciones, en lo que yo soy como persona”.
Además, también mencionó que está presente ese amor por Medellín, que la distancia no ha logrado menguar, aunque el artista viva en Miami desde hace varios años.
Un amor que se ve reflejado en dos canciones de este nuevo álbum. Colombia, dice, “es un país de contrastes, así como este disco y así como mi vida. Todo tiene muchos colores, no podría ponerme un solo color. Colombia estuvo para mí y por eso está en este trabajo musical. Está en la influencia musical, en los valores que me ha enseñado este país. También en las historias difíciles que nos ha tocado vivir”.
Sentado en la mesa de su casa, confiesa que, en los últimos tres años, las marchas ocurridas en Colombia le “generaron muchos sentimientos encontrados, desde la esperanza hasta la preocupación, la frustración y, después, la confusión absoluta”.
Parte de esa desazón se siente en Canción desaparecida, que narra “la historia de las desapariciones forzadas y todo lo que ha generado este conflicto tan eterno”.
La punta de lanza de esta composición fue una transmisión en la que el artista comenzó a ver a “exparamilitares, exmilitares y expolicías hablando de cómo habían cometido los más aterradores hechos de violencia en el país. Y al frente de ellos estaban mamás y papás de familiares desaparecidos. Me pareció muy fuerte, me movió mucho el piso”.
A esta altura habla el Juanes reflexivo, el que nunca ha tragado entero: “En este camino de la vida, realmente, lo que venimos a hacer es aprender a amar. Aprender a amar, a veces, nos lleva también a la violencia y a no entendernos, a no tolerarnos y a ser pasivos. Todas esas cosas que me pasan por la cabeza las traté de plasmar en el álbum, en cada una de las canciones”.
Y habla, entonces, de cómo la música, en este y en muchos casos de su vida, se convierte en una suerte de filtro. “Es como si a través de ese filtro pasaran todos mis sentimientos y quedaran hechos canción, como que se limpia un poco mi alma y me cura”.
Lejos de las preocupaciones de artistas más modernos, inquietos ante los likes y las reproducciones en las plataformas, que parecen dominar la industria musical, Juanes asegura que con los años ha aprendido a dosificar sus expectativas frente a la aparición de cada nuevo trabajo discográfico y de cómo lo recibirá el público.
“No tengo como una expectativa de que algo vaya a pasar. No estoy haciendo canciones de moda ni siguiendo ninguna tendencia, sino que estoy haciendo canciones del alma, de lo que realmente siento. Creo que las personas escucharán las canciones y decidirán si las quieren tomar o no, pero eso yo no lo puedo controlar”.
Por eso, insiste en que le gusta sentir la necesidad de soñar a diario. “Cada día me despierto y digo: ‘Esto apenas comienza’. Es una forma de decir hacia mis adentros: ‘Hoy es un día nuevo y es una oportunidad en la que estoy vivo y puedo respirar, es una oportunidad para hacer algo maravilloso’. Quiero mantenerme vivo, soñando y deseando hacer cosas y proyectos”, concluye.
La pandemia como inspiración
La culpa de este trabajo discográfico, que lanzó en todas las plataformas el pasado 18 de mayo, insiste Juanes, fue la pandemia. “Tuvo que ver mucho. Fue maravilloso poder compartir con la familia y sentir que estaba en la casa después de casi toda una vida viajando debido a mi carrera. Pero, al mismo tiempo, la convivencia, el encierro de ese momento me generó situaciones de la vida cotidiana. De discusiones con mi esposa o de discusiones con mis hijos porque son tres adolescentes”.
Con Cecilia –así llama en la intimidad de la familia a su esposa– completa ya 22 años. “Ha sido una relación hermosa, pero también, como todas, una relación de diferencias, de una separación, de encuentros, de desencuentros, pero, sobre todo, en este momento, de mucha alegría”.
El Juanes que tantas veces ha celebrado el amor en sus canciones habla con SEMANA sin filtros de la fragilidad en la que a veces caen, incluso, las relaciones más fortalecidas: “Hemos pasado por momentos demasiados oscuros. En el álbum están dos canciones que muestran un poco eso. Gris, que habla de una situación de la pandemia que vivimos ella y yo, en la que llegué a pensar que había llegado el fin de nuestra relación. Después está Cecilia, que es una canción hermosa que grabé con Juan Luis Guerra. Y me llena de honor haber podido contar con el maestro. Es una canción en la que hablo de la reconciliación, de volvernos a encontrar y de bailar juntos la vida”.
Vida cotidiana también fue una excusa del artista ganador en 26 ocasiones del premio Grammy para involucrar a sus hijos en su música y hasta en los videos de sus canciones. “Solo cuando tienes hijos te das cuenta de lo importante que es eso. Fue muy emocionante poder estar con ellos en el proceso”, cuenta el compositor y cantante, que ha vendido más de 20 millones de discos en toda su carrera.