Por estos días, el New York County Courthouse, el vistoso edificio ubicado en el Bajo Manhattan, Nueva York, se ha convertido en uno de los lugares de más interés en la industria del entretenimiento. En una semana llena de noticias como el impeachment de Donald Trump, la muerte del basquetbolista Kobe Bryant o la temporada de premios que terminará con la entrega de los Óscar, actores, productores, celebridades y personas del común no han dejado de mirar hacia ese sitio. Y todo porque allí, desde el 6 de enero, tiene lugar el juicio contra el productor de cine Harvey Weinstein. El otrora hombre más poderoso de Hollywood, dueño de The Weinstein Company y cerebro de clásicos como Pulp Fiction (1994), está en el ojo del huracán desde 2017. En ese año, el diario The New York Times publicó una investigación en la que varias mujeres lo acusaban de acoso sexual.
Ese episodio dio pie al movimiento #MeToo, en el que cientos de víctimas de todo el mundo empezaron a contar sus experiencias de abuso; y llevó a más de 80 personas, incluyendo actrices como Salma Hayek o Angelina Jolie, a narrar cómo Weinstein las acosó, les ofreció puestos a cambio de sexo o las violó. Tres años después, el caso por fin llegó a los tribunales. Pero como la mayoría de los hechos denunciados ya prescribieron por el paso del tiempo, al productor solo lo juzgan por dos episodios concretos: las supuestas violaciones de la asistente de producción Miriam Haleyi, en 2006, y de la actriz Jessica Mann, en 2013. “A pesar de lo que sus ojos están mirando, no es un anciano inofensivo, es un depredador y violador sexual”, les dijo la fiscal a los jurados durante el primer día del juicio. Suena poco, comparado con lo que dicen que hizo, pero alcanzó para acusarlo de cinco delitos, incluyendo el de violador y el de depredador sexual. Si lo encuentran culpable del último, el juez podría condenarlo a cadena perpetua. La cosa, sin embargo, no será tan fácil. Los fiscales han tratado de convencer al jurado, conformado por cinco mujeres y siete hombres, de que Weinstein actuó contra la voluntad de sus víctimas. Por el contrario, sus abogados intentan demostrar que él tuvo con ellas relaciones consensuadas e incluso una amistad que continuó después de los hechos.
La actriz Annabella Sciorra y la asistente de producción Miriam Haleyi subieron al estrado para contar con detalles, y entre lágrimas, cómo las violó Weinstein. El propio Weinstein se ha presentado al tribunal encorvado, andando a paso lento y con ayuda de un caminador. Y aunque, efectivamente, tuvo una cirugía de espalda luego de un accidente automovilístico en agosto, muchos creen que la fachada hace parte del juego judicial. Algo que Meghan Hast, una de las fiscales, intentó dejar claro ante los jurados: “A pesar de lo que sus ojos están mirando, no es un anciano inofensivo, es un depredador y violador sexual”, les dijo.
Testimonio de Annabella Sciorra Hasta ahora, por el estrado han pasado dos testimonios clave. Primero, el de la actriz Annabella Sciorra, quien interpretó a Gloria Trillo en Los Soprano. Ella contó, con la voz entrecortada, que su entonces amigo Weinstein ingresó un día de diciembre de 1993 o enero de 1994 (no lo recuerda con exactitud) a su casa, se desabrochó la camisa, la acorraló cerca del baño y la violó. “Yo intentaba pelear, pero ya no podía hacerlo porque tenía las manos cerradas. En cierto momento se detuvo, salió de mí y eyaculó encima”. Luego explicó que se volvió temerosa, adicta al Valium y alcohólica. También que alcanzó a encarar al productor en un evento, pero él la amenazó con tanta fuerza que ella decidió no denunciarlo. Finalmente, dijo que, aunque su caso ya prescribió porque ocurrió hace más de 25 años, quiere demostrar que él siempre ha tenido estos comportamientos. Testimonio de Miriam Haleyi En segundo lugar testificó Miriam Haleyi, quien trabajó con Weinstein desde 2004. Ella dijo que un tiempo después de conocerlo notó que era una persona doble: amable y encantador en un momento, pero un segundo después capaz de hacer comentarios o acciones desatinadas. Específicamente, se refirió llorando a una noche de julio de 2006 en la que fue a visitarlo a su apartamento de Soho, en Nueva York, y, de repente, él empezó a manosearla. Los abogados del productor no se han amilanado y han respondido a cada declaración con duros interrogatorios para tratar de desacreditar a las víctimas. Según explicó, intentó huir, pero él la forzó hasta el cuarto de sus hijos. Ella le dijo varias veces que no quería nada, pero como él se hizo el sordo, optó por decirle que tenía el periodo. Weinstein, sin embargo, le quitó la ropa interior, le sacó un tampón a la fuerza y le hizo sexo oral. “Intentaba escaparme, pero me di cuenta de que no servía para nada, así que cerré mi alma”, explicó.
Otras víctimas de Weinstein, como la actriz Rosanna Arquette (centro), han estado en las afueras del tribunal con pancartas y mensajes contra el productor. Además de ellas dos, los fiscales han llevado a un detective que confesó que Weinstein le pasó una lista con nombres de mujeres para investigarlas. Y a Dawn Dunning, una aspirante a actriz, quien dijo que, en 2004, el productor le ofreció aparecer en una película a cambio de un trío con él y su asistente personal.
Al cierre de esta edición, sin embargo, aún no había comenzado el testimonio estrella de Jessica Mann, que lo acusa de violarla en un hotel de Nueva York en 2013. (Puede ver el cubrimiento del testimonio de Jessica Mann en Semana.com) La defensa de Weinstein Los abogados del productor no se han amilanado. Los lidera Donna Rotunno, una mujer que ha criticado el #MeToo y quien ha dicho que a una persona no se le puede creer solo por el hecho de ser mujer. Ellos han respondido a cada declaración con duros interrogatorios para tratar de desacreditar a las víctimas. Les han preguntado por qué siguieron en contacto con el productor después de los hechos, por qué le hablaban amistosamente, por qué no lo denunciaron en su momento e, incluso, por qué se vestían provocativamente cuando estaba cerca. Llegaron al extremo de presentar el video de una entrevista en la que Sciorra le dice a David Letterman que suele “inventar historias” cuando se siente incómoda.
En el caso de Haleyi, mostraron correos que probaban que ella le había aceptado a Weinstein una invitación a Los Ángeles para el lanzamiento de una película. También incluyeron mensajes de trabajo que la mujer le mandaba al productor, firmados con un “con mucho amor”. Incluso, han hablado por anticipado del caso de Mann, y han dicho que ella lo llegó a describir como su novio casual, que lo invitó a su cumpleaños y que arregló un encuentro entre él y su madre.
Los abogados de Weinstein, liderados por Donna Rotunno, han intentado mostrar a las víctimas como oportunistas y mentirosas. A la derecha, las fiscales del caso: Meghan Hast y Jackie Lacey. Previendo esa actitud de la defensa, las fiscales echaron mano de Barbara Liv, una psiquiatra forense. Ella explicó que es normal que una víctima de agresión sexual permanezca en contacto o incluso le tenga afecto a su atacante. Y que es común que no denuncie los hechos e intente seguir con su vida, aun si eso implica tratar con el victimario. En medio del cruce de declaraciones, los 12 jurados han permanecido callados mientras toman notas y escuchan atentamente los testimonios. Fallarán en menos de un mes, cuando hayan escuchado a otros testigos y al propio Weinstein.
En sus manos no solo está el futuro del productor, sino el del #MeToo, pues, hasta ahora, el movimiento no ha producido condena judicial alguna. Por eso, así como el caso puede convertirse en un hito para las mujeres, también puede llegar a ser un rotundo fracaso.