Como la primera commoner en casarse con un heredero al trono de Gran Bretaña en 350 años, el linaje de Kate Middleton, esposa del príncipe William, ha sido muy escudriñado y solo se ha publicitado que desciende de humildes mineros por parte de su madre, Carole.Pero nuevos hallazgos confirman que, por el lado de su padre, no es la primera Middleton en codearse con los Windsor.

“Los Middleton eran barones de la lana que alternaron con la Corona desde los tiempos de la reina Victoria. La bisabuela de Kate, Olive Lupton, se casó con Noel Middleton en 1914 y se integraron a la élite de Yorkshire alrededor de la princesa Mary y su esposo, el conde de Harewood”, cuenta el historiador Michael Reed.

Mary era tía de la reina Isabel, y los bisabuelos Middleton departían con ella en Leeds. Los miembros del clan asistieron a coronaciones, sus mujeres fueron presentadas en la corte y, como Kate, se educaron en colegios exclusivos. Un antepasado, Frank Lupton, dejó en 1884 una fortuna de más de 8 millones de dólares de hoy. Su hermano, Darnton, fue lord mayor (alcalde) de Leeds. También es parienta de Kate Lupton, baronesa Von Schunck, de los barones de Airedale y de Arthur Lupton, que, en 1915, escoltó a George V en su visita a la Universidad de Leeds, asegura Reed.

¿Pelea de cacaos?

La filantropía se estremeció con la renuncia de Warren Buffett, dueño de la octava fortuna del globo, a su puesto de fideicomisario de la Fundación Bill y Melinda Gates, a la cual le ha donado 33.000 millones de dólares en su plan de entregar 99 por ciento de su riqueza a las causas benéficas. Aunque Buffett arguyó que solo ocupaba la posición de nombre, corren sospechas de que algo pasó entre él y los Gates.

Según fuentes de The New York Times, es muy llamativo que no los haya mencionado por sus nombres en el comunicado de la dimisión, pues han sido grandes amigos, y el de fideicomisario era un cargo que solo él y ellos tenían en la organización.

Quizá, conjeturan los observadores, el austero Buffett no está muy contento con las revelaciones desatadas tras la bomba del divorcio de la pareja y decidió tomar distancia. Se supo que Bill Gates persiguió a varias de sus empleadas con fines románticos, que Melinda se molestó con él por su amistad con el pedófilo Jeffrey Epstein, y se denunció la cultura del miedo reinante en la empresa que maneja la fortuna Gates.

Lío genético

Un comentario de Mia Farrow sembró hace unos años la sospecha de que su hijo Ronan Farrow no es de su expareja Woody Allen, sino de Frank Sinatra, con quien estuvo casada antes. La versión se vio alentada por el parecido entre la Voz y el joven periodista, quien destapó el escándalo que desató el #MeToo.

Pero Tony Oppedisano, gerente y confidente del cantante, refuta esa posibilidad en su nuevo libro, Sinatra and Me. Afirma que, cuando Farrow fue concebido, en febrero o marzo de 1987, el cantante estaba con su esposa, Barbara, en California cargando una bolsa de colostomía tras una cirugía. Muy lejos de allí, en Connecticut, Mia rodaba Septiembre. Pero en entrevista radial para La W, Oppedisano parece que rectificó sus datos, pues aseguró que Sinatra estaba grabando un capítulo de la serie Magnum P. I., con Tom Selleck, en Hawái, en tanto que Farrow estaba en la costa este. Oppedisano cree que Ronan no se asemeja a Sinatra, sino a su madre cuando protagonizó El bebé de Rosemary.

Qué parecidos

Cuando se hacen selecciones de los hijos de famosos que son la viva estampa de sus padres, la primera siempre es Ava Phillippe, primogénita de Reese Witherspoon. La asombrosa semejanza se manifestó desde que era una niña, y ahora que es una universitaria de 21 años no es difícil evocar en ella a la estrella en sus tiempos de Legalmente rubia.

Recientemente, las cosas alcanzaron otro nivel cuando Ava publicó en su Instagram una foto con su novio, Owen Mahoney, con quien estudia en el prestigioso campus de Berkeley. Todo porque su amado es muy similar a su padre, el actor Ryan Phillippe, de quien Reese se divorció en 2008. Ava, que es modelo de marcas como Rodarte y Chloé, parece que tiene el complejo de Electra, pero, a decir por las fotos, eso poco la preocupa.

¡Irreconocible!

En 2000, decir apostura y celebridad era decir Russell Crowe, protagonista de Gladiador, que revivió el cine épico y fue la segunda película más taquillera del año. El éxito radicaba, en gran parte, en la maciza y esbelta figura del neozelandés, quien se convirtió en un símbolo sexual y modelo de estado físico para sus congéneres.

Hoy, sin embargo, Russell no sorprende por esa impresionante imagen, sino por su aumento dramático de peso, por el cual nadie diría que es el mismo que encarnó al glorioso Maximus. Las alarmas se han agudizado por las recientes fotos del artista con una barba canosa que lo hace ver septuagenario, pues solo tiene 57 años.

Unos amigos dicen que está engordando porque así se lo exige una cinta, en tanto que otros lo atribuyen a la depresión en que cayó por la muerte de su padre. Todos están muy preocupados por su salud, pero sintieron algo de alivio cuando él se manifestó dispuesto a ponerse en forma para la segunda parte de Gladiador. Una dura tarea si se tiene en cuenta que deberá perder 80 kilos para verse como hace 21 años.

30 años después

Todo un mundo de recuerdos y sentimientos pasó por las mentes de Susan Sarandon y Geena Davis cuando repitieron el famoso beso que presagia el final de Thelma & Louise, en el mismo Ford Thunderbird 1966 en que sus personajes hacen su azaroso viaje en la cinta. Las actrices se volvieron a reunir durante una proyección para conmemorar las tres décadas de esta producción, que pasó a la historia como un revolcón a los parámetros de la feminidad.

En un coloquio, las artistas, convertidas en estrellas top gracias al filme, recordaron la andanada de críticas que recibieron por asumir los roles de dos amas de casa que rompen con la rutina al emprender un viaje sin retorno. Lo que si no ha variado mucho, dijo Davis, es la situación de las mujeres en el cine, aun cuando, de todos modos, ambas están orgullosas de haber estelarizado una obra pionera que impactó el feminismo, dentro y fuera de la pantalla, además de marcar el debut de Brad Pitt en Hollywood.