Desde 2014 no se le veía al príncipe William ni a Kate Middleton en Estados Unidos, siendo este el primer viaje de ellos a Norteamérica luego de la muerte de la reina Isabel II el pasado septiembre y de obtener el título de príncipe y princesa de Gales, como el que tenían Carlos, ahora rey, y Diana Spencer hasta este año 2022.

William y Kate deslumbraron durante su visita de estado a Boston, en la que lograron hacer un recorrido por varios lugares icónicos y estratégicos de la capital del estado de Massachusetts, para terminar en el objetivo del viaje: asistir a la gala de los premios Earthshot, creados por el mismo príncipe para impulsar la generación de proyectos que impacten de manera positiva al medioambiente.

Los ahora príncipe y princesa de Gales llegaron a la hora establecida a la alfombra verde de la gala, donde Kate brilló con un vestido verde de la firma británica Solace London, que tiene una particularidad muy especial. Dicho atuendo fue rentado y la mujer que lo desee también lo puede alquilar a través de la plataforma Hurr por tan solo 74 libras esterlinas por noche, un guiño enorme de la princesa a la moda cíclica y al cuidado del planeta, en el marco de una de las industrias más contaminantes del mundo.

El vestido es ceñido a la cintura, con mangas largas para generar más altura y elegancia, una abertura en la parte de atrás de las piernas para no desbaratar el bloque que genera y un escote al estilo Bardot, que deja al descubierto los hombros de la princesa de Gales, una licencia muy estadounidense que Kate se permitió, pues su cabello en ondas tipo agua lo soportaba.

Este look lo complementó con unos tacones brillantes en plateado, un maquillaje tenue y natural con un smokey eye, al que Kate ya tiene acostumbrados a sus seguidores, y una joya que fue la protagonista de la noche, pues dicho accesorio no se veía en un evento de esta magnitud desde hace más de dos décadas.

Kate Middleton en Boston. Foto:Karwai Tang/WireImage. | Foto: 2022 Karwai Tang

Se trata de una gargantilla art déco de esmeraldas y diamantes que en principio perteneció a la reina María, quien obtuvo dicha joya en 1911 cuando viajó junto al rey Jorge V a India, otorgada por la maharaní de Patiala y un Comité de las Damas de dicho país.

Esta pieza se la heredó la reina María a su nieta favorita, la fallecida Isabel II de Inglaterra, quien a su vez, en 1981, se lo dio la también desaparecida Diana Spencer como regalo de bodas cuando contrajo nupcias con el entonces príncipe Carlos de Gales.

Diana llevó muy orgullosa la gargantilla en varias ocasiones, pero fue en la gira de Australia que hizo con Carlos en 1985 cuando se atrevió a usarla en su frente como diadema, desatando la locura de todos los seguidores de la “princesa del pueblo”, creando toda una tendencia que se extendió por el resto de la década de los 80.

Carlos y Diana de Gales en Australia. Foto: Tim Graham Photo Library via Getty Images. | Foto: Foto: Getty Images.

Dicha gargantilla pocas veces se había vuelto a ver en público, hasta que Kate la rescató y con todo el honor del caso le devolvió la vida, honrando la memoria de todas las reinas y princesas que la han portado y poniéndola en un contexto tan necesario y actual como el de la lucha contra el cambio climático.

Además, dicen las malas lenguas de la prensa sensacionalista británica que dicha joya tenía otro objetivo oculto, hacer que Kate Middleton fuera noticia nacional en Estados Unidos, eclipsando así el tráiler del documental que piensan lanzar Harry y Meghan el próximo año, contando su versión de la historia en medio de los horrores que supuestamente vivieron cuando aún eran miembros oficiales de la familia real inglesa.