La historia de Khalida Popa es única, esta mujer que hoy tiene 29 años en su adolescencia desafió el Estado afgano y puso su vida en peligro por hacer lo que más le gustaba, darle patadas a un balón.En Afganistán el fútbol era considerado un deporte para hombres y las mujeres solo podían jugar el rol de espectadoras que aplaudían gambetas y celebran los goles casi en silencio.La radicalidad de incrustada en la cultura y los sectores más conservadores apegados al islam, por años cerraron el camino para las mujeres que buscaban un espacio en el balompié, pero esa decisión no hizo mella en Khalida. Este era un deporte que la divertía, la unía con sus hermanos y amigos de barrio, además era una vía para llamar la atención.El fútbol atrae masas, genera hinchada, crea ídolos. Esto lo supo rápidamente esta afgana que encontró el mejor vehículo para emanciparse y liderar cambios en su país. “Quise ser un modelo a seguir para el resto de las mujeres”, le dijo a Semana.com.Su historia arrancó en 2004 cuando tenía 17 años y decidió que era el momento de pasar de jugar en el barrio a formar un equipo de fútbol femenino. En los primeros encuentros vivió de inmediato el rechazo, jóvenes que visitaban las canchas la calificaban de prostituta. En varias oportunidades vio cómo sus balones eran pinchados.A pesar de las adversidades, la cultura machista y el fuerte arraigo de someter a la mujer, Khalida mantuvo la idea de formar un grupo de chicas que disfrutaban de hacer gambetas y patear al arco contrario. En 2007 se convirtió en la capitana del equipo y para evitar inconvenientes diseñó una camiseta con la hiyab, el velo que usan las mujeres para cubrir el pelo y que es una tradición de fuerte arraigo.El fútbol la llevó a Khalida a ser líder de su comunidad y de las mujeres que empezaron a seguirla. Para los hombres más conservadores, esta mujer no solo quería imitarlos, se había convertido en un “peligro” con su ideas en defensa de los derechos de las mujeres. Eso hizo que recibiera múltiples amenazas que la llevaron a salir del país en 2010 junto con su familia.Consulte: El niño afgano que recibió camiseta de Messi tuvo que huir a PakistánDe los años en el exilio habla poco, prefiere concentrarse en lo que vino después, cuando regresó a Afganistan. Khalifa mantuvo el activismo y creó la primera selección femenina de fútbol. En la actualidad, al menos 3.000 mujeres practican este deporte e incluso existen entrenadoras con licencia.Esta afgana encontró en el fútbol una herramienta poderosa de transformación, de cambio cultural. Ahora lidera la fundación Gril Power que busca mejorar el acceso a las niñas al deporte.Esta es tan solo una de las historias que se encuentran en los rincones de la Quinta cumbre de Líderes Mundiales que la invitó para que otros conocieran la vida de una mujer que se liberó con el deporte de los pantalones cortos.Tal vez le interese: Terror en Kabul por doble atentado suicida de Estado Islámico