El hijo menor de Lady Di vuelve a la palestra debido al estreno de Corazón de Invictus, una miniserie dedicada a los Juegos Invictos, creados por él y dedicados a los soldados de diversos lugares del mundo que han resultado heridos en combate.
El programa fue estrenado recientemente por Netflix y hace parte del contrato que Harry y su esposa, Meghan Markle, firmaron con la plataforma por streaming, a un costo que se ha calculado en 100 millones de dólares.
En los capítulos, Harry, duque de Sussex, les da la voz a varios excombatientes que quedaron con serias heridas, como amputaciones, para que muestren la resiliencia que han debido acopiar para superar sus dificultades y otros traumas de la guerra.
Sin embargo, Harry también introduce su propio testimonio, ya que él también es un veterano de guerra, pues combatió durante dos periodos en Afganistán, antes de su boda con Meghan en 2018.
El hijo del rey de Inglaterra habla como un soldado más y, al principio, promete que este programa solo se trata de los Juegos Invictus, pero no puede evitar hacer alusiones a su vida personal, a sus problemas emocionales, más concretamente, que han sido parte de la narrativa acerca de sus malogradas relaciones con la familia real.
Con la mirada directa a la cámara, el duque hace una revelación que la prensa europea ha calificado como “brutal” sobre su experiencia como combatiente en Afganistán: “La prueba más grande para mí fue la gente. Nadie a mi alrededor pudo realmente ayudarme. No tuve esa estructura de apoyo o ese consejo experto para identificar lo que realmente me estaba pasando”.
En esos momentos, recordó, empezaba a hacerse cada vez más patente el conflicto interior que vivía por no haber hecho correctamente el duelo por la muerte de su madre, Diana, princesa de Gales, en un trágico accidente automovilístico, hace casi 26 años.
El regreso de Afganistán, donde combatió piloteando un helicóptero Apache, fue el detonante de una grave crisis nerviosa, contó Harry. “Pero la verdad es que las cosas venían desde 1997, cuando tenía doce años”, explica en el documental, refiriéndose al momento en que falleció la llamada “Princesa del Pueblo”.
El duque de Sussex admite que perder a su madre a tan temprana edad significó para él un gran trauma “del que nunca fui realmente consciente, nunca se discutió, se suprimió. Nunca hablé realmente de ello como la mayoría de los jóvenes lo habrían hecho. Pero cuando todo eso salió a flote, efervescente, yo me estaba trepando a las paredes”.
En efecto, el príncipe tuvo un periodo de excesos con las drogas y el alcohol, del cual también hizo revelaciones en su libro de memorias Spare o En la sombra, como se distribuye en español.
Él también ha descrito el colapso nervioso que sufrió y que lo llevó a tener ataques de pánico en plenos actos de su agenda como alteza real.
“Infortunadamente, como me pasó a mí, la primera vez que consideras la terapia es cuando estás acostado en el suelo en posición fetal, deseando probablemente haber lidiado con esas cosas anteriormente. Y eso es lo que realmente quiero cambiar”, explica Harry, quien, desde que era miembro en funciones de la familia real británica, ha sido activista en pro de la conversación acerca de la salud mental.
Con su afirmación de no tuvo a nadie que lo ayudara, y eso apunta directamente al rey Carlos, su padre, y sus demás familiares, el duque rompe un poco con la promesa de no volver a ventilar más en público sus problemas con sus parientes.
De otro lado, la campaña de promoción del documental sobre los Juegos Invictus incluyó una aparición sorpresiva del príncipe en un teatro de California donde proyectaba la miniserie.
De acuerdo con Hello!, Nétflix planea otras comparecencias similares de Harry en otros cinemas, además de una actividad en la que compartirá con los veteranos de San Diego, en ese mismo estado, donde reside desde hace tres años con Meghan y sus hijos Archie y Lilibet.