Se encorvaba en su silla, se apoyaba sobre los codos y con su áspera voz de barítono y enormes gafas les lanzaba a sus entrevistados preguntas breves, nunca comprometedoras, ante cuyas respuestas exclamaba: Great! (¡genial!), terrific! (¡fantástico!) o gee whiz! (¡caramba!).
Por detalles tan suyos como esos, será recordado el hombre que condujo por 25 años Larry King Live, el talk show más visto de la televisión y el de mayor éxito en la historia de CNN, con 1,5 millones de espectadores cada noche.
Quien no pasó por su set, se podría decir, no pertenece al salón de la fama: los presidentes estadounidenses desde Richard Nixon, líderes mundiales, testas coronadas, estrellas de Hollywood, millonarios y líderes religiosos se vieron cara a cara con Larry.
También le encantaban sujetos más del común, pero con giros interesantes o noticiosos, como víctimas de desastres, eruditos o estafadores, y tenía una especial fascinación por los “expertos” en ovnis y fenómenos paranormales. Su lista de entrevistados bordea los 50.000.
Su secreto era no preparar mucho sus cuestionarios. Así, preguntaba lo que le gustaría saber al hombre de la calle, pero con su característica curiosidad aguda. Por eso, era considerado más un gran conversador que un buen entrevistador y si lo criticaban por ser tan “suave” con los personajes, respondía que ellos eran sus invitados y no querría incomodarlos.
Otros juicios concluyen que lo suyo era una mezcla de periodismo y entretenimiento que lo mantuvo vigente hasta poco antes de su muerte, a los 87 años, pues nunca pensó en retirarse. Como tantas personalidades que conoció, él también merecía un buen reportaje, dada su pintoresca vida, muy presente en los tabloides.
Superó la más vil pobreza, fue acusado de ladrón, era un apostador impenitente, se casó ocho veces con siete mujeres y, en una muestra postrera de extravagancia, quiso que su cadáver fuera congelado criogénicamente por si en el futuro fuera posible resucitarlo.
Lawrence Harvey Zeiger nació el 19 de noviembre de 1933 en Brooklyn, Nueva York, en el hogar de Aaron y Jennie Zeiger, inmigrantes judíos ortodoxos del este de Europa. Cuando tenía nueve años, su padre murió y él, su madre y su hermano Martin vivieron de la asistencia del Gobierno, hasta que ella se empleó como costurera.
Larry era tan buen alumno, que pasó del segundo grado al cuarto, pero, a raíz de la tragedia, perdió interés en los estudios y se refugió en programas de radio como The Lone Ranger (El llanero solitario) o The Shadow. Estar ante el micrófono se volvió su mayor anhelo.
Al terminar el bachillerato en Lafayette High School trabajó como repartidor de domicilios y mensajero, y siguió el consejo de un empleado de CBS de marcharse a Miami, donde la industria radial vivía un rápido florecimiento. Allí, se empleó en una pequeña emisora, WAHR, como aseador, hasta que un DJ renunció y el gerente le dio la oportunidad, pues había oído sus buenas imitaciones de los locutores de moda. Antes de entrar al aire, el ejecutivo consideró su apellido muy “étnico” y lo cambió por King, que sacó de un aviso de King’ Wholesale Liquors que vio en el Miami Herald.
Luego, debutó en la televisión y como columnista, mas lo perdió todo y rozó la indigencia en 1971, cuando un amigo lo denunció por el robo de 5.000 dólares para pagar sus deudas de juego. Al año siguiente, su suerte loca lo llevó a ganarse 11.000 dólares apostándole a un caballo. Aun así, se declaró en bancarrota en 1978, con obligaciones por 350.000 dólares.
Por esas mismas fechas, sin embargo, el camino profesional empezó a enderezarse. Regresó a la radio en el sistema Mutual y empezó a escribir una columna en USA Today. En 1985, Ted Turner le dio su propio espacio en su incipiente canal CNN y lo demás es historia.
Si en sus anteriores trabajos fue anfitrión de figuras como Martin Luther King y Eleanor Roosevelt, ahora vendrían Margaret Thatcher, Mijaíl Gorbachov o Frank Sinatra. Una vez reunió a los sobrevivientes de The Beatles (aunque confundió a Ringo Starr con George Harrison) y a los líderes del conflicto de Oriente Medio, Arafat, Rabin y Hussein de Jordania. ¿Uno que se quedó con ganas de entrevistar?: el huraño escritor J. D. Salinger, genial autor de El guardián entre el centeno. En 2010, cuando los canales se politizaron agresivamente, su audiencia bajó y renunció.
Siguió escribiendo libros, dictando conferencias y firmando jugosos contratos publicitarios, con todo lo cual amasó una fortuna que unos tasan en 50 millones de dólares y otros en 150 millones. Su admirador, el magnate Carlos Slim, financió su canal on-line Ora TV, en el cual presentaba Larry King Now.
Hasta que el coronavirus se lo llevó, era un real sobreviviente. Sufrió un infarto, cáncer de próstata y pulmón, diabetes y apoplejía.
Y su faceta sentimental fue de novela: a los 19 se casó con su novia del colegio, Freda Miller, pero solo duraron un año. Más breve fue el matrimonio con Annette Kaye, madre de su hijo Larry, a quien solo conoció tres décadas después. En 1961 reincidió con la conejita Playboy Alene Akins y adoptó a su hijo Andy.
Luego vinieron bodas con Mickey Sutphin; la segunda con Akins, que dio por fruto a su hija Chaia; Sharon Lepore; Julie Alexander y Shawn Southwick, madre de sus benjamines, Chance y Cannon. En 2020 le pidió el divorcio a esta última por infiel, aunque él también la engañó, y por aprovecharse de su enfermedad para adulterar su testamento.
La última gran pena de su vida fueron las muertes de Andy y de Chaia, con solo un mes de diferencia, el año pasado.