No ha sido una semana fácil para el rey Felipe VI de España. Mientras su país enfrenta una emergencia sanitaria por culpa del coronavirus, con casi 14.000 infectados, más de 600 muertos y millones de ciudadanos encerrados en sus casas por una cuarentena, él ha tenido que hacerle frente a un gran escándalo financiero que amenaza la supervivencia de la monarquía. Y no es una exageración: el miércoles pasado, mientras el rey daba un discurso llamando a la unidad en medio de la pandemia, miles de ciudadanos salieron a sus balcones y protestaron con cacerolas. Un episodio inédito en el país ibérico. En el centro del escándalo está el padre del monarca, el rey emérito Juan Carlos de Borbón, el mismo al que hace unos años muchos españoles admiraban y aplaudían por liderar la transición a la democracia luego de la muerte del dictador Francisco Franco.
Cuando aún ocupaba el trono, Juan Carlos enfrentó otro escándalo por esta foto, en la que aparece cazando elefantes en Botsuana. Mientras el rey hablaba en televisión y pedía unidad ante el coronavirus, miles de ciudadanos protestaron con sus cacerolas. Si bien el ex monarca ya había protagonizado episodios polémicos, que le habían costado gran parte de su popularidad entre sus súbditos, como cuando apareció en una fotografía cazando elefantes en Botsuana, nunca como ahora había enfrentado una acusación tan grave.
Todo comenzó hace unas semanas cuando un periódico suizo reportó que Juan Carlos había tenido una cuenta bancaria secreta en ese país, a nombre de una fundación panameña llamada Lucum. Allí, según investigaciones de la fiscalía de Suiza, la familia real de Arabia Saudita le habría consignado 100 millones de dólares en 2008, como una supuesta donación. Sin embargo, las autoridades creen que se podría tratar de una operación de lavado de dinero o de un soborno, pues por esos días un consorcio español había sido elegido para construir el tren de alta velocidad en La Meca.
Juan Carlos siempre fue un mujeriego, pero en los últimos años se mostraba feliz con su esposa Sofía. Sin embargo, la justicia de Suiza descubrió que de la cuenta cuestionada por corrupción les giró millones a dos de sus amantes: Marta Gayá (arriba) y Corinna Larsen. Como si fuera poco, y según los periódicos suizos, en 2012 Juan Carlos sacó 66 millones de dólares de esa cuenta y se los transfirió a dos de sus amantes: 65 a la alemana Corinna Larsen y 1 a Marta Gayá. Aunque Corinna intentó bajarle la caña al escándalo y dijo que fue “un regalo no solicitado del rey emérito”, muchos españoles ya estaban indignados. “¿Para quién trabaja realmente Juan Carlos de Borbón? ¿Para los españoles, que le pagamos 194.232 euritos al año, o para la dictadura saudí? -escribió Ignacio Escolar, director del medio digital Eldiario.es-. ¿A cuánto asciende su fortuna si puede regalarle 65 millones a su amante? Las cifras son escandalosas, vergonzosas, indignas de un país europeo”.
La situación empeoró unos días después, cuando el diario El País, de Madrid, encontró que había otra fundación llamada Zagatka, creada en Lichtenstein y que también tenía una cuenta en Suiza, en la que Juan Carlos aparecía como beneficiario. Felipe, viendo como el escándalo tocaba a sus puertas, anunció que renunciaba a la herencia de su padre y que cortaba su financiación oficial como rey emérito. Aunque en un inicio se explicó que era una cuenta creada por Álvaro de Orleans, primo lejano del rey, para manejar su fortuna, y que había puesto al rey emérito como el tercer beneficiario, solo en caso de que él y su hijo murieran, el diario The Telegraph descubrió que esa fundación había pagado viajes de Juan Carlos en jets privados. Algunos creen que De Orleans solo es un testaferro y que el exmonarca también usa esa fundación para esconder sus negocios cuestionables. La respuesta del Rey Felipe VI El escándalo finalmente tocó a Felipe VI cuando el mismo diario inglés publicó, el fin de semana pasado, que el actual monarca aparecía como un beneficiario secundario de ambas cuentas. ¿Quién dijo miedo?: el rey, viendo como el escándalo tocaba a sus puertas se apresuró a tomar decisiones. Ese mismo domingo convocó a una rueda de prensa y anunció que renunciaba a la herencia de su padre y que había decidido cortar su financiación oficial como rey emérito, que constaba de un sueldo mensual pagado por los españoles. “La corona debe preservar su prestigio y actuar con integridad, honestidad y transparencia”, dijo.
También explicó que él sabía que lo habían nombrado beneficiario de una de las cuentas (la de la fundación panameña) desde marzo del año pasado, informado por los abogados de la propia Corinna Larsen, pero que desde el primer momento le pidió a su padre que dejara sin efecto esa designación. Y afirmó que nunca tuvo “conocimiento, participación o responsabilidad alguna” en la creación o manejo de ninguna de las dos cuentas.
La justicia comprobó que Iñaki Urdangarin, cuñado del rey y esposo de la infanta Cristina, había desviado dineros públicos. Lo cierto es que el escándalo llega en uno de los peores momentos para la corona española. Las acusaciones de corrupción al interior de la familia real vienen desde 2010, cuando Juan Carlos aún era rey y su yerno, Iñaki Urdangarin, esposo de la infanta Cristina de Borbón, fue acusado de desviar dinero público del Instituto Nóos, una entidad dedicada a impulsar el deporte en España. Varios creen que la actitud de la reina Letizia no ayuda en nada a la imagen de la corona. Desde hace un tiempo aparece distante, aburrida y distraída en los eventos públicos. Urdangarin, quien dirigía la entidad, fue hallado culpable en 2017 y desde entonces paga una pena de seis años de prisión. En esa época muchos criticaron a Juan Carlos por su actitud evasiva hacia las acusaciones, por apoyar a su yerno y por criticar a los medios que, según él, le prestaban mucha atención al escándalo. Y aunque con la llegada de Felipe al trono muchos pensaban que habría un borrón y cuenta nueva, todo indica que no fue así.
Como si eso fuera poco, varios creen que la actitud de la reina Letizia, esposa de Felipe, no ayuda en nada a la imagen de la corona. Desde hace un tiempo aparece distante, aburrida y distraída en los eventos públicos y hace un par de años protagonizó un rifirrafe público con su suegra, la reina Sofía, pues no dejó que ella se tomara fotos con sus dos hijas, Leonor y Sofía.
El periodista Leonardo Faccio dice que la reina Letizia quiere retirarse de la realeza. No lo ha hecho por sus dos hijas. El periodista Leonardo Faccio, quien acaba de publicar una biografía no autorizada sobre ella, incluso dice que Letizia quiere un respiro de su vida en la realeza y una vida más independiente, inspirada en Meghan Markle. No lo ha hecho porque sus hijas son herederas al trono de España y en caso de irse, tendría que dejarlas con su padre. Así, con su familia al borde del rompimiento, su padre metido en escándalos de corrupción y su popularidad en caída libre, el rey Felipe enfrenta uno de los mayores desafíos de su reinado: lograr que la monarquía en España sobreviva a este tsunami.