SEMANA: ¿qué significa para usted estos 50 años?
César Corredor (C. C.): para mí estos 50 años en Sábados felices es como cuando uno concluye una carrera, como cuando uno entra a párvulos, a una primaria, bachillerato y después, hace una carrera. Luego, uno se dedica a especializarse. Eso ha sido Sábados felices para mí, fue el semillero en el cual empecé con una ilusión, con un talento que Dios me dio a mí. Todo bajo las manos de un gran profesor o director, como fuer Alfonso Lizarazo, empecé a pulirlo, a tener la experiencia, a saber cómo pararme en un escenario.
Uno ve ese semillero en el que todos los comediantes han tenido que pasar por ahí para poder llegar al éxito. Unos se han quedado, otros se han ido, otros han seguido de largo, pero, para mí, es como terminar una carrera. Hoy en día, gracias a Dios, sé que la pude terminar con éxito. Salí bien preparado y formó parte de los de los mejores humoristas de Colombia
SEMANA: ¿una anécdota que recuerde con mucho cariño?
C. C.: anécdotas hay muchas, sobre todo en cuestión de salud, debido al personaje de Barbarita. Muchas personas me han pedido el favor que visite algún familiar muy cercano en su lecho de enfermo, para saber si Barbarita les puede subir el ánimo.
Una vez, un gran amigo en Bucaramanga: su hijo sufrió de leucemia, fui a verlo y estuve con él en Bucaramanga antes de la operación y pues me causó mucho impacto y mucho cariño. Porque el niño tenía la ilusión de conocer a Barbarita y el sueño de los papás era cumplirle el deseo. Obviamente, lo hice con mucho cariño, lamentablemente el desenlace pues fue la muerte del niño y eso me causó mucho dolor.
Otra, en un pueblito que se llama Monguí. Un niño persiguió el bus en el cual íbamos a una escuelita y le decía que parara. Nosotros le dijimos al conductor que parara. Siempre más de un kilómetro corrió el niño detrás del bus, por una vereda. Cuando el bus se detuvo, el niño llegó y pidió que le abrieran la puerta. Se sube y pregunta: ¿quién es Barbarita?, y cuando le dijeron que era yo me miró y me dijo: pero, ¿usted sí es Barbarita? Le respondo que sí, lo que pasa es que no traigo puesta hoy la peluca, ni el abrigo. Me dice: le entrega, por favor, este regalo y me entregó en la mano un jabón de tierra.
Un jabón de tierra empacado y me pareció tan tierno que el niño quisiera entregar un detalle de algo, de lo que fuera, una piedra o en este caso un jabón de tierra. Eso me conmovió muchísimo. La manera como el personaje ha sido recibido en los municipios o en los pueblitos, en los sitios más recónditos de Colombia, eso me gustó mucho, lo recuerdo con mucho cariño.
SEMANA: ¿podría contar un momento o época difícil en el programa’
C. C.: indudablemente, la época difícil del programa fue la transición del cambio de director de don Alfonso Lizarazo, con quien nos adecuamos y nos recibió en el programa y nos enseñó. Nos dio y lo vimos como un segundo padre, con él viajamos, con él compartimos, con él grabamos, con él aprendimos y cuando hubo la transición a Jota Mario Valencia para mí, la verdad no fue buena.
No fue buena porque Jota Mario le quitó toda la movilidad al personaje mío de Barbarita. Le quitó todo lo que Barbarita hacía y se construyó el personaje que era Barbarita: entrando a las casas, saliendo de neveras, bajando por los techos, entrando por las ventanas, apareciendo debajo de una cama, en fin. Esa era la gracia que tenía el personaje y a Jota Mario, le dio por sentarla en un sofá. Y ahí tenía que botar toda la letra, como dicen, quitándole toda la gracia del personaje. Esa fue una época difícil de enfrentamiento, de confrontación con Jota Mario.
Luego, con Alí Humar, pues se pasó también a una parte ya donde se actuaba. Pero, poco a poco, le han ido quitando mucha movilidad del personaje y donde más tuvo su auge fue en la época de Alfonso Lizarazo. Entonces eso ha sido un momento difícil para el personaje y para mí, que era quien lo hacía.
SEMANA: ¿por qué siente usted que el programa ha tenido tanto éxito durante tantos años?
C. C.: el programa ha tenido obviamente un éxito porque se volvió una marca, se volvió un sello, se volvió una costumbre. Se volvió el quehacer obligatorio de la mayoría de colombianos de esa época, porque hoy en día tenemos que ser consecuentes y claros en que la gente joven no. No les gusta mucho el programa y ese tipo de humor. El humor ha ido cambiando conforme ha cambiado la sociedad.
Entonces el humor que nosotros hacíamos era la crítica política, la parodia. El chiste que es lo que estoy tratando siempre de rescatar, porque ya no se cuentan chistes, ahora todo mundo trata de hacer stand up comedy y no lo hacen bien. Entonces, pienso que el programa ha permanecido en los colombianos porque es la idiosincrasia y la representación de lo que pasa en Colombia a través de Sábado felices. Nosotros lo podemos plasmar con la crítica, con la labor social, con el chiste, pero hoy en día.
Pero se ha visto muy limitado y cercenado porque hoy en día no se puede hablar de negritud, no se puede hablar de comunidades LGTBI y no se puede hablar de la mujer. No se puede hablar sobre los animales. No se puede hablar de los pastusos, en fin. Todo lo critican, mandan cartas al televidente y todo lo van cortando cada vez más.
Hoy en día los apuntes tienen que ser de menos de un minuto y humor de menos de un minuto jamás podrá ser bueno, porque no se puede desarrollar una idea completa, una estructura de humor a través de la crítica, a través de una parodia. Entonces por eso ha sido exitoso el programa, porque ha tenido diferentes matices, diferentes épocas y entonces hemos tratado de representarlos. Hoy en día no se hace igual, pero igual se mantiene en algunas secciones, que aún se pueden sacar.