Aún no está claro quién ganará la presidencia en Estados Unidos, pero lo que sí se confirmó en uno de los momentos culminantes de la contienda, la Convención Republicana, fue que la esposa de Donald Trump y su hijastra Ivanka no se entienden para nada.

Tanto en la prensa como en los medios sociales suscitaron un gran alboroto las imágenes del incómodo momento en que la heredera preferida del mandatario, quien aspira a un segundo periodo en la Casa Blanca, no correspondió al saludo de Melania la noche de aceptación de la candidatura. Aunque Ivanka se ve de espaldas, el modo en que la expresión sonriente de la primera dama se transforma en una mueca dura y de desconcierto lo dijo todo.

Los gestos de Melania cuando vio a Ivanka entrar en la convención republicana se viralizaron y demostraron la animadversión entre las dos. | Foto: Jet-Set

Si la relación no ha sido buena, ese día estaba quizá en uno de sus peores momentos, pues se acababan de dar a conocer los primeros extractos del libro Melania and me: the rise and fall of my friendship with the first lady, escrito por Stephanie Winston Wolkoff.

Durante cerca de tres lustros, las dos se trataron como hermanas y Winston se convirtió en la principal asesora de Melania en la Casa Blanca. Empero, un lío relacionado con la financiación de la ceremonia de posesión presidencial, en 2017, hizo que Stephanie cayera en desgracia y ello marcó el fin de su amistad con la señora Trump, a quien acusa de no apoyarla.

“De traicionada a traidora”, afirman muchos ahora con sorna de Stephanie, quien desvela intimidades de la vida de la enigmática primera dama, entre las cuales sobresale su rifirrafe con Ivanka, la principal consejera de gobierno de Trump junto con su esposo, Jared Kushner.

Cada una le ha adjudicado un sobrenombre a la otra. Melania le puso a Ivanka “la princesa”, por las ínfulas que se da; en tanto que la hijastra llama a la primera dama “el retrato”, aludiendo quizá al efecto del bótox y los estiramientos faciales en la expresión de la tercera esposa de Donald Trump. Pero los malévolos apodos no hacen tan animada la pelea como las jugadas sucias a las que acuden para amargarse la vida.

El origen de todo es que Ivanka no solo se comporta como una princesa, sino que “es una princesa que quiere reinar”, dice Winston, y desde el día en que su padre ganó los comicios se propuso ser la única figura femenina visible del palacio, desplazar a Melania en sus funciones y acaparar todo el protagonismo.

Es preciso recordar que en Estados Unidos no hay presidente sin primera dama, un personaje que ha cobrado visos de institución en el país, al punto que, históricamente, el ala este de la Casa Blanca se reserva enteramente para ella, mientras que en la oeste funcionan la Presidencia y sus dependencias.

Pues bien, cuenta el nuevo libro, uno de los primeros planes de Ivanka fue quitarle a la madrastra ese derecho. “En la administración de mi papi, la oficina de la primera dama se convertirá en la oficina de la familia Trump”, sentenció, cuenta Winston, quien en ese momento ya trabajaba para Melania. Durante esos días iniciales del gobierno, esta última no se había instalado aún en la residencia oficial, pues, entre otras razones, prefirió esperar a que terminara el año escolar de su hijo, Barron Trump, en Nueva York.

Parte de la familia del presidente Donald Trump, con Ivanka y Melania sentados a su lado. | Foto: Jet-Set

Pero Stephanie Winston oficiaba como su alfil y pudo comprobar que Jared Kushner y sus colaboradores merodeaban por los salones desocupados del ala este, con el claro objetivo de tomárselos. “¡Eso es ridículo! Tienes que hacer algo”, le contestó Melania al ser informada y su amiga se dedicó a marcar con post-its las puertas de los espacios para que “el enemigo” creyera que ya estaban asignados.

Días antes, como era de esperarse, Ivanka no había disimulado sus intenciones de robarse el show a costa de Melania en los actos de posesión y empezó a bombardear con todo tipo de ideas. Melania, con la ayuda de Stephanie, quien fue su mano derecha en los preparativos, respondió con una estrategia que denominaron “Bloquear a Ivanka”, la cual cumplió su cometido.

Ante las pretensiones de unirse al presidente y su esposa en el acostumbrado recorrido a pie del Capitolio a la Casa Blanca, por la avenida Pensilvania de Washington, con su marido y sus hijos, Stephanie excluyó su automóvil de la caravana, para que no se le ocurriera bajarse y hacer su “performance” de princesa.

Otra tradición es que la nueva familia presidencial posa días antes de la transmisión del mando para un retrato. Cuando Ivanka pidió ajustar el tiempo de la sesión con un correo electrónico en que le decía a Stephanie: “¿Crees que eso sea posible?”, Melania dictó la respuesta: “No, no es posible”, e Ivanka fue excluida de la foto.

Pero el golpe más certero del boicot sucedió durante el rito de posesión propiamente dicho en el Capitolio. Ivanka le mandó a Stephanie fotos de la sesión inaugural de Barack Obama, con su esposa Michelle y sus hijas Malia y Sasha. “Es lindo que (el presidente) esté rodeado por su familia”.

Melania Trump conspiró con una periodista para que en la posesión de su esposo Ivanka quedara sentada justo detrás de ella y tapada con respecto a las cámaras. | Foto: Jet-Set

Para llevarle absolutamente la contraria, Stephanie hizo dos cosas. Por un lado, se tomó el trabajo de estudiar dónde se sentarían Trump y Melania, al igual que los ángulos de las cámaras del programa de televisión. “Con la ayuda de un sketch pudimos saber qué caras serían visibles cuando Donald y Melania estuvieran en sus puestos”, como explica Winston en su libro, cuadraron las sillas para que Ivanka quedara tapada por la primera dama y así fue.

En el momento de la jura con la Biblia, “pusimos a Barron entre Donald y Melania y nos aseguramos de que fuera Don Jr. (otro de los hijos del presidente) y no Ivanka quien quedara junto a la primera dama”.

La lucha por el territorio no se redujo a los salones del ala este sino a las dependencias privadas de la casa de gobierno. En una ocasión, Melania, furiosa, bombardeó con mensajes a un colaborador exigiendo saber quién había autorizado a Ivanka a usar la sala de cine de la residencia: “Es mi casa. ¿Acaso ella se pasea por mi apartamento de Nueva York cuando le da la gana? ¡No!”.

Stephanie Winston asegura que Melania sospecha que su hijastra estuvo detrás del chasco de su discurso en la Convención Republicana de 2016. Como se recuerda, resultó ser un plagio de una alocución de su antecesora, Michelle Obama. Quién escribió la pieza fue Rick Gates, subjefe de la campaña de Trump y quien, como bien se sabe, era controlado por Ivanka.

Otra maldad en la que se presume la mano de la hija de Trump fue cuando se filtró a la prensa que él, Melania y Barron estaban viendo la cinta Buscando a Dory en el cinema de palacio, mientras que en todo el país arreciaban las protestas ante la prohibición presidencial de que ingresaran al país personas de países de mayoría musulmana.

“Es de nunca acabar”, asegura Winston acerca de la intriga entre las dos mujeres, pues Ivanka no desaprovecha oportunidad para frustrar cualquier iniciativa de Melania y su entorno, valiéndose de sus influencias y hasta de su madre, Ivana Trump, una mujer deslenguada y arrogante como su ex, quien provocó a la rival de su hija durante una entrevista con motivo del lanzamiento de su libro Raising Trump.

Aseguró que tenía línea directa con la Casa Blanca, pero que no usaba esa prerrogativa para no causar “ninguna clase de celos” y remató con unas frases osadas: “Soy, básicamente, la primera señora Trump, soy la primera dama”.

Ivanka Trump y su esposo, Jared Kushner, son un polo de poder en la Casa Blanca. | Foto: Jet-Set

Melania, que es tan discreta, respondió, a través de su portavoz, quien les dijo a los periodistas: “La primera dama planea usar su posición para ayudar a los niños y no para vender libros. No hay ninguna sustancia en esta declaración de una exesposa, solo una egoísta búsqueda de atención”. La examiga de la primera dama cree que mientras que Ivanka está realmente obsesionada con Melania, esta a menudo se molesta o se divierte con sus actitudes, pero no la trasnocha tanto.

Luego de su intento fallido para evitar que Donald nombrara a su hija en una posición tan alta en su administración, se resignó ante el hecho de que ella, Jared Kushner y sus colaboradores controlan la Casa Blanca con las artimañas propias de la “banda de serpientes” (así los llama), que son, concluye el libro.