"El portero me avisó que en la entrada había una joven que parecía perdida. Salí y me encontré a una niña delgada, con aspecto desconcertado. Le pregunté si estaba buscando a su madre”, recuerda el fotógrafo David Ross. Era 1988 y Kate Moss tenía 14 años. Llegó al estudio de Ross para hacer sus primeras fotografías como modelo, poco después de que una agente le sugirió que podía tener éxito en esa industria. “Era una chica dulce y estaba un poco aturdida. Le dije que no tenía que hacer nada, que estaba muy guapa”, escribió Ross sobre ese día. Después vendría aquella memorable campaña para Calvin Klein, en la que la joven posó topless. Kate no tenía curvas ni una cara perfecta, como el resto de las modelos top de los años noventa, pero sí una mirada penetrante y algo más: un magnetismo que rápidamente la convirtió en reina de pasarelas, musa de artistas y novia del rock. El modelaje es una profesión de corta vida y, aunque Kate ya pisa los 40 años, su reinado está lejos de terminar. La prestigiosa casa de subastas Christie’s sabe bien el valor que tiene esta modelo británica y por eso organizó su primera venta dedicada a un personaje vivo. El reconocido artista y curador Gert Elfering seleccionó la muestra de obras protagonizadas por Moss que el pasado miércoles se vendió en un total de 2,6 millones de dólares. “Como modelo, Kate se ha convertido en mercancía. Para los medios, en noticia y para los artistas, en tema de estudio” dijo el artista Allen Jones, cuya fotografía de Moss vistiendo un traje color bronce se vendió por 52.000 dólares. También se subastaron fotografías de Irving Penn, Mario Testino y Annie Leibovitz, y obras de artistas plásticos como Marc Quinn, quien la esculpió en oro sólido. “Es un fenómeno asombroso, un increíble espíritu libre. Tiene una cualidad animal algo que la hace hipnotizante”, dijo de ella Juergen Teller, otro fotógrafo que ha tenido a la modelo frente a su lente. Justamente esa libertad de espíritu y su estilo despreocupado le dieron a Moss el título de “musa del ‘grunge’”. Fue novia de Johnny Depp y de Pete Doherty, el cantante de la banda Babyshambles. En esa época el tabloide británico Daily Mirror publicó una foto de ella mientras preparaba un pase de cocaína. Pero Kate supo caer parada de ese escándalo –prometió limpiarse por completo y lo cumplió– y sus contratos con las más importantes casas de moda se mantuvieron intactos. De hecho, Dior, Channel, John Galliano y Marc Jacobs jamás hacen un desfile sin ella. Con dos décadas de carrera encima, Kate es una de las modelos mejor pagadas del mundo. El secreto de Moss es ser más que una modelo para proyectar su influencia al campo del arte. Lucian Freud, uno de los más importantes artistas contemporáneos, pasó nueve meses haciéndole un retrato y, durante el proceso, también le tatuó la cadera. Ahora Kate lleva siempre consigo una obra que fácilmente podría venderse por miles de dólares. Banksy también la adora y decidió darle una obra suya como regalo de boda. Mientras ella disfrutaba de su luna de miel, el grafitero se metió a su casa y le dejó un mural que emula los retratos que hizo Andy Warhol de Marilyn Monroe, pero con el rostro de Kate sustituyendo al de la actriz. Su valor se estima en 325.000 dólares. La modelo se muestra en cuerpo y alma en cada foto pero es una mujer tímida que rara vez da entrevistas. En una de las pocas que ha dado reconoció sus inseguridades: “No era la chica más guapa de la clase. No tenía pecho, tenía las piernas cortas y los dientes separados. Nunca me vi como alguien sexy o como alguien que podría gustarle a los hombres”. Kate estaba muy equivocada.