Un homenaje a las víctimas de covid-19. Con esa idea, Cathy Tobías empezó una labor emotiva. Pero nunca imaginó que se le fuera a extender por tanto tiempo ni que el patio de su casa terminara convertido en un arcoíris.

La mujer habita en Florida y la tarea realizada hasta ahora ya es todo un monumento.

La imagen de las cintas atraviesa el patio de un lado a otro, se entreteje en las escaleras y recorre el balcón de la casa, ubicada en Isla Anna María, una pequeña comunidad en la costa oeste de Florida.

Solo a alguien que contempla el mar todos los días podía ocurrírsele una idea tan colorida, que ahora es una especie de bandera multicolor que se deja llevar por el viento y se convierte en un recuerdo tangible de los 30.000 muertos que ya tienen su nombre en una de las cintas que acumula Tobías.

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Simplemente quería llevar unas cifras, pero nunca pensó que tuviera que extender la jornada dedicada a esta tarea, para alcanzar a tejer lo que simboliza la red de muertos. Por eso tuvo que buscar el apoyo de una de sus vecinas, quien le ayuda a atar las cintas.

“Ver que los números aumentan tan rápido como podemos amarrar las cintas, nos golpea de una forma muy profunda y muy fuerte; nos muestra cuántas personas han muerto y están muriendo”, dijo la mujer en un reportaje a la agencia AFP.

Cathy Tobías tiene 67 años y dice que se siente triste, en medio de la isla estrecha que parece un paraíso.

Los turistas que ya empiezan a llegar al lugar, después de un largo tiempo en el que ese sitio turístico estuvo desolado, se pasean en carritos de golf rentados y compran regalos decorados con flamencos y manatíes. Mientras tanto, en la casa de la playa de Tobías, el homenaje a los muertos de covid-19 ya empieza a salir del patio. El mensaje pasa de un oído a otro en el pequeño lugar.

La mujer isleña relata que se le ocurrió la idea de las cintas de colores, porque quería, de alguna manera, celebrar la vida, pese a que el homenaje es para las vidas perdidas.

“Cada una de estas personas tenía familiares, amantes y amigos que han sido profundamente impactados y yo no quería que quedaran perdidos en esta pandemia”.

Tobías, en su vida laboral trabajó como fisioterapeuta, pero tiene el ojo agudo de la artista, tras desarrollar una actividad que le apasiona: la fotografía.

En un momento del pasado, la muerte también tocó a su puerta, se le murió alguien muy amado, su primer hijo de menos de un mes. Y aunque pasaron los años, los recuerdos los tiene vivos, por lo que dice: “Yo sé cómo se siente, desgraciadamente, perder a un ser querido”, dijo a la AFP.

Códigos de colores

Homenajear a los muertos con cintas de colores atadas podría parecer una tarea sencilla. Sin embargo, la intensa carrera que tiene la muerte para jalar víctimas llevó a Tobías y a su vecina Lucy Kancy a tener que diseñar un sistema para no perder la cuenta de los muertos.

Es así como, por cada diez fallecidos, amarran una cinta blanca; luego escriben con un marcador cada centena, cada millar, cada decena de millar.

“Toma muchísimo tiempo. Es un trabajo de amor”, dice Kancy, de 69 años.

El par de mujeres dedican horas a cortar estas cintas del tamaño correcto. “Es mucho más fácil atarlas que cortarlas. Y luego, antes de que te des cuenta, es hora de hacerlo todo de nuevo”.

230 metros de almas

El mes pasado, Tobías expuso las guirnaldas por primera vez en una de las playas públicas de la isla, con la ayuda de su hermana y varias amigas.

Los receptores en las células humanas que el coronavirus usa como mecanismo de entrada también están presentes en las células oculares. | Foto: Getty Images/BBC Mundo

Dispuestas en línea, las cintas se extendían a lo largo de 230 metros. Tobías llevó además marcadores para que la gente pueda escribir los nombres de sus muertos en las cintas de colores, con la esperanza de que los familiares y amigos de los que se fueron puedan participar del duelo, pues muchas veces los cadáveres son llevados del hospital al cementerio o al horno crematorio.

“Muchas de estas personas fallecieron solas”, dice Tobías. “Y sus familiares no tuvieron la oportunidad de llorarlos en un duelo adecuado, ni siquiera de realizar un funeral”.

Tobías no es exigente respecto a los nombres de los fallecidos que las personas sienten la necesidad de escribir. No tienen que haber muerto en Florida necesariamente. Por ello, el número 30.000 no tiene ubicación geográfica.

El trabajo de Tobías será expuesto en este mes en un museo, en la vecina ciudad de St. Petersburg, en la costa del golfo de Florida.

También sueña con replicar el que llama su “Covid Ribbon Memorial” en todos los estados de Estados Unidos, para rendir este homenaje al medio millón de muertos de covid que van en ese país, el más devastado por la pandemia.

En Colombia, según informe del Ministerio de Salud, con corte a este 5 de marzo, han fallecido 60.300 personas. Este viernes es la antesala de un año de la pandemia en el país. También el monumento de cintas de Tobías es un homenaje a esos colombianos que no lograron ganar la batalla a la covid-19.

Con información de la AFP.