Francisca Estévez y Emmanuel Restrepo coinciden en que la miniserie que ambos protagonizan, La primera vez, que desde su primera temporada se convirtió en un verdadero fenómeno de la plataforma Netflix, debe su éxito a una sola cosa: relata realidades del país que, aun cuando se representan en la Bogotá de 1976, con sus vientos de rebeldía juvenil y tímidos gritos feministas, aún siguen marcando la vida de miles de colombianos.
Con un fuerte aliento a la recordada serie Los años maravillosos, esta producción colombiana anunció una segunda temporada en tiempo récord, que se estrenó el pasado 10 de julio.
Creada por Dago García y dirigida por María Gamboa y Mateo Stivelberg, de nuevo sigue la vida de un grupo de estudiantes de colegio público, eclipsados ante el misterio, la honestidad y la irreverencia de la primera mujer que llega a las aulas del Colegio Distrital José María Root. Una mujer que parece haber leído más libros que Borges y bastante adelantada a su tiempo, Eva Samper, a quien Estévez le da vida.
Este papel le dio gran notoriedad internacional a una actriz que hasta entonces había sido vista en producciones como La nieta elegida y Las noches de Luciana. Y, entre una temporada y otra de La primera vez, también protagonizó Los Billis.
Pero a Eva la enfrentó al personaje que más la ha desafiado como actriz en sus 21 años, varios de los cuales vivió en Estados Unidos. “Ni yo misma he podido conocerla bien. A veces honesta, a veces también contradictoria. Ni siquiera en la segunda temporada terminé de conocerla por completo”, relata la artista.
A veces también es vocera de muchas causas femeninas, como el derecho a tener una vida tan libre como la de los hombres, ocupar cargos de liderazgo, atreverse a soñar con un proyecto de vida pese a un embarazo precoz, uno de los temas transversales de esta nueva temporada, así como a experimentar en el sexo.
Para la actriz, que en la vida real es tímida y está bastante lejos del desparpajo de Eva, desde muy joven tuvo también mucha sensibilidad hacia el universo femenino, tal como su personaje: “El mío fue un padre ausente. Mi mamá fue víctima de abuso, de violencia por parte de mi papá, que estaba en las drogas y hacía un montón de cosas. Entonces, como hija que defiende a la mamá, siempre hemos sido unidas”.“Me da mucha alegría saber que tal vez un personaje que yo haya interpretado pueda darles tanto empoderamiento a las mujeres en general de todas las edades. Porque hasta a mí me empodera Eva, yo la hice, pero yo no soy así en la vida real, pero la admiro mucho”, agrega la actriz.
El inocente Granados
A su lado, Emmanuel Restrepo, quien interpreta al inocente y soñador Camilo Granados, es uno de los rostros nuevos de la actuación en Colombia que esta serie puso de relieve. Y supieron brillar en medio de una ambientación de época muy bien lograda, con vestuario, locaciones, carros y hasta botellas de cerveza a la usanza. Además, la música le imprime generosas dosis de nostalgia y viaja desde las voces románticas de Raphael, José José, Jeanette y Los Diablos, la salsa de Richie Ray y Alfredito Linares, los sonidos navideños de Rodolfo Aicardi hasta las canciones disco de Boney M.
Restrepo, de 30 años, quien se formó desde niño en teatro en su natal Medellín, a los 16 se mudó a Bogotá para seguir su pasión por la actuación. Hoy es maestro de arte dramático en la Universidad Central.
Confiesa que disfrutó más la segunda temporada y que Camilo Granados fue una de esas gratas sorpresas actorales que dejó La primera vez. “El personaje de Camilo fue un regalo enorme de la vida, del universo. Llegó en una época en la que me replanteaba muchas cosas, porque no me llamaban para ningún papel desde hacía mucho tiempo. Siempre soñé con protagonizar una serie, pero no me imaginé que iba a ser tan rápido. Se lo tuve que preguntar varias veces a mi mánager para creer que era verdad”, relata el joven actor en SEMANA.
“Creo que fue un trabajo muy bien hecho, desde vestuario hasta maquillaje, para que me viera como un niño. Me decían: te ves muy grande. Y el reto actoral fue interpretar a un niño de 16 años”, sostiene Restrepo.
Pero, a pesar de la madurez que demuestra en pantalla en otros personajes extraordinarios, como Carmelo en Rigo, confiesa que en un principio no creía tener el suficiente talento para meterse en la piel de Granados. “Aún me siento un actor inseguro. Cuando leí los primeros capítulos, me invadió un miedo horrible. Hoy creo que aprovecho esos personajes para ser todo lo que no soy en la vida real y poder potenciar todos esos miedos que tengo ahí cuando estoy en mi vida real”, dice Emmanuel.
Y resalta que aún le cuesta dimensionar en lo que se convirtió esta serie: “La gente me para en la calle a decirme que vio la serie con sus papás y sus abuelos. Entonces, que un personaje haya causado todo eso me parece un verdadero regalo de la vida”.
La crítica también lo premió: este año, Camilo Granados le trajo un India Catalina como mejor actor protagónico, la primera distinción de su carrera.
El personaje igualmente le dejó otro reconocimiento que atesora con afecto: “Mi salud mental hoy está muy bien, pero ha sido un tema que no siempre ha sido así y que me ha hecho hacerme muchas preguntas. Gracias a que no haya estado tan bien, este se ha convertido en un tema primordial en mi vida, porque yo también pasé por una depresión en pandemia”.
Emmanuel relata que en plena pandemia hasta pensó en quitarse la vida. Había terminado una relación de varios años y en ese entonces el país afrontaba “los peores días, en esos en los que no se podía salir, entonces, yo estaba muy mal”.
Un día, relata, se fue a “uno de los edificios donde vivía uno de mis mejores amigos, que estaba muy cerca de mi casa (avenida Caracas con calle 57), y entré sin anunciarme. Le dije al celador que iba para donde mi amigo, pero en realidad me subí a la terraza del edificio y alcancé a pararme en el borde. Tengo la imagen de ver el Transmilenio pasando y ver allá abajo todo”.
Después de ese intento de suicidio entendió que la mejor terapia era hablar abiertamente del tema. Y junto con su mejor amiga creó una obra de teatro, Good Bye, “que detonó muchas cosas, como empezar a hablar y a darle relevancia a la salud mental, tener conciencia, empezar a hablar del suicidio”.