Paul McCartney habría sido profesor de inglés si el azar no lo hubiera llevado ese día de 1957 a una fiesta en Liverpool en la que conoció a otro joven dos años mayor que él. Cuando lo escuchó tocar le impresionó su talento: tenía la arrogancia de un niño mayor y sabía improvisar cuando no recordaba la letra de una canción.
El joven se llamaba John Lennon y juntos hicieron una de las sociedades más creativas y poderosas de la historia reciente. John tenía un estilo más sarcástico, profundo y directo, tal vez porque su infancia había sido muy traumática.
El de Paul era más dulzarrón y optimista. Contaban con la ventaja de ser ambos grandes compositores de letra y música y así crearon canciones atemporales, éxitos de todas las épocas y para todas las generaciones. Lo harían en las habitaciones de un hotel, durante las giras, en la parte de atrás de un bus o en un sótano frente al piano. Pero el libro The Lyrics: 1956 to the Present, es mucho más que un recuento histórico de los Beatles.
Consta de dos tomos, 900 páginas y más de 150 canciones, y está escrito por Paul McCartney, quien a los 79 años ha dicho que esta obra es lo más cercano a una autobiografía. Incluye reflexiones de muchas de sus canciones conocidas, pero también de otras inéditas como la primera, I Lost My Little Girl, que le compuso a su madre Martha a los 14 años, meses después de su muerte por cáncer de seno. Hasta las que recoge de su último álbum, McCartney III, lanzado recientemente.
El libro verá la luz en noviembre, pero desde ya los fanáticos de los Beatles hablan del tema.Las letras de las canciones no se escogieron por su valor literario. De hecho, los críticos señalan que la obra de McCartney no merece tanto análisis como la de Bob Dylan o Leonard Cohen.
El valor del libro reside en que cada una de las canciones es una oportunidad para que McCartney, de primera mano, hable de ellas. De la primera canción que compuso con John, Love Me Do, que se publicó en 1962 y alcanzó el número uno en las listas de Gran Bretaña, dice que marcó el inicio de la beatlemanía y es un ejemplo de la colaboración con Lennon que Paul describe como “cercana a un milagro”.
En Hey Jude también se aprecia. McCartney cuenta que cuando se la presentó a John y le cantó la frase “… The movement you need is on your shoulder…” le dijo que la iba a cambiar. Pero John lo miró y le respondió: “No, no lo harás, ¿sabes?, es la mejor frase de todas”. Así, esa línea de la que Paul se iba a deshacer se quedó para siempre. “Cuando canto Hey Jude ahora, a menudo pienso en John, es un punto emocional de la canción para mí”.
Al reflexionar sobre la disolución del grupo en Let It Be, McCartney también hace rectificaciones históricas. Aunque en todo este tiempo fue él quien recibió la culpa del rompimiento, en The Lyrics insiste en que fue John Lennon quien les dijo un día a él y a Ringo que todo había terminado. “La noticia era triste para todos, pero él estaba feliz. Pensamos que algo malo le pasaba”. En abril de 1970, cuatro semanas antes de que se lanzara Let It Be, Paul dio una rueda de prensa en la que dijo no tener planes futuros de volver a grabar con los Beatles ni de escribir música con John.
Ocho meses después entabló una demanda contra John, George y Ringo, para disolver el grupo. Ese fue el fin de los Fab Four, como se conocían. Otro incidente que ha capturado la atención es la afirmación de que fue Bob Dylan, de 80 años, quien les ofreció marihuana por primera vez a los Beatles.
Fue en un viaje a Nueva York en 1964. “Estábamos en una suite de hotel y Bob Dylan llegó. Acababa de publicar Another Side of Bob Dylan y lo invitamos a una pequeña fiesta en la habitación (el whisky, la Coca-Cola y el vino francés eran lo nuestro en ese entonces). Luego notamos que Bob y Ringo desaparecieron.
Cuando Ringo volvió solo lucía muy extraño y nos dijo: ‘Acabo de estar con Bob y tiene un poco de marihuana. El techo se está moviendo’. Y eso fue suficiente. Los otros tres saltamos a la trastienda donde estaba Dylan, que nos dio un porro. Nos reíamos el uno del otro. Recuerdo que George intentaba escapar y yo corría tras él. Fue divertido, como una persecución de dibujos animados. Pensamos, ‘Guau, esto es bastante asombroso’. Y así, a partir de ese momento la hierba se convirtió en parte de nuestro repertorio”.
Aunque la historia de Yesterday es ya conocida, Paul cuenta más detalles en el libro. Dice que en aquella época, 1965, vivía en casa de su novia Jane Asher y un día despertó con una melodía resonando en su cabeza. La había soñado, pero pensaba que era una canción popular compuesta por otra persona. Para que no se le olvidará la cantó con las letras “Huevos revueltos / Oh, mi bebé, cómo amo tus piernas” y se la grabó en la cabeza.
Preocupado de que la canción fuera algo que había escuchado antes, se la puso a John y luego a su amiga, la cantante Alma Cogan. Ninguno la reconoció. Y así siguió probando con otras personas hasta que concluyó que era una invención suya. La letra la escribió en un viaje a Portugal con Jane “Empecé a trabajar en algunas, posibilidades como Yesterday (ayer) y Suddenly (de repente). Recuerdo haber pensado que a la gente les gustan las canciones tristes”.
De su época solo, McCartney reflexiona frente a su primer álbum y relata que algunas de las canciones, como Too Many People, son una respuesta a todos los dardos que le lanzaba John. “Fue un mal periodo, un punto realmente bajo, en el que todos estaban disparando contra todos. Y sentí que John y Yoko eran particularmente buenos en el departamento de disparos, diciendo cosas en entrevistas o comentarios que me afectarían”. En una de ellas, How Do You Sleep? Hay una frase en la que John canta “lo único que hiciste fue Yesterday”. Ante esto, Paul decidió también dispararle sus misiles a John.
Refiriéndose a Too Many People, dice que “el primer verso y el coro tienen casi toda la ira que pude reunir, me estaba vengando de John. En ella me refiero a las personas que pensaban que su propia verdad era la única verdad”. Lo decía claramente por John, quien en esa época compuso Happy Xmas/ War is Over. “Gran parte de lo que consideraban verdad era una mierda. ¿La guerra ha terminado? Bueno, no, no ha terminado”.
Con el tiempo, la relación con John mejoró, y McCartney solía verlo en Nueva York o hablar con él por teléfono. Luego, en 1975, él y Yoko tuvieron un hijo, Sean, y eso los unió más porque a menudo hablaban de ser padres. “Todo estuvo bien, hasta que lo mataron. Y, por supuesto, a partir de ese momento sentí mucha simpatía por Yoko. Yo había perdido a mi amigo, pero ella había perdido a su marido y al padre de su hijo”.
Su prolífica carrera incluye muchos éxitos en su etapa con Wings, el grupo que formó con el ex Moody Blues Denny Laine y luego con colaboraciones específicas, como las que hizo con Michael Jackson, Elvis Costello y Stevie Wonder, para solo mencionar algunos. Hizo grandes canciones como Mull of Kintyre y el tema Live and Let Die para la película de James Bond.
Todo lo cual ha mantenido siempre a Macca en la escena musical. Antes de morir George, los tres sobrevivientes de los Beatles volvieron a grabar dos canciones basadas en un demo de John que Yoko Ono les entregó. Así, Paul se ha convertido en el mayor curador del legado del grupo. La reina Isabel le dio la distinción de sir y él, en retribución, le cantó en el jubileo de plata la dulce Her Majesty, incluida al final del álbum Abbey Road.
Hoy, tras la muerte de su esposa Linda en 1998 y el fracasado matrimonio con Heather Mills, McCartney es desde hace diez años un hombre feliz junto a Nancy Shevell (a quien le compuso My Valentine). Disfruta la compañía de sus cinco hijos y de sus ocho nietos. Ha compuesto música clásica y escrito libros infantiles. Es activista de causas ecológicas, pero, como él lo dice, lo único que siempre ha hecho con constancia son nuevas canciones. “No tengo diarios ni apuntes, pero sí muchas canciones que sirven el mismo propósito”. Así, The Lyrics llevará a los lectores en un viaje por la calle de los recuerdos, detrás de las canciones más famosas de los últimos tiempos.