Fue el primero de toda una generación que hoy le llora. Darío Gómez, la inspiración de muchos cantantes populares que entonaban sus melodías cuando eran chicos, vivió la fama de su voz, pero también el drama de una existencia marcada por la muerte, violencia doméstica y hasta brujería.
A los 16 años, con sus propias manos, puso fin a la vida de su padre, en medio de una pelea doméstica en la que quiso defender a su madre y a sus hermanos. Esa tragedia lo marcó desde muy joven. Según contó en un par de ocasiones, la tragedia se desató en el mismo momento que su padre se fijó en una mujer que le hizo brujería. Esa amante le preparó un maleficio que literalmente enloqueció a Marco Aurelio, su papá.
Fueron varias las noches que el señor llegó a la casa con la firme intención de matar a su mamá, Ana Abigail Zapata. Siempre completamente fuera de sí. Orlando, el mayor de los hermanos, optó por irse de la casa y estar lejos de tanto problema. Quedaron en medio de ese panorama de violencia doméstica Elma, Heriberto, William y Darío. Ninguno entendía a qué hora don Marco Aurelio se había transformado en un monstruo. Pero tocaba hacerle frente a los problemas y frenar los abusos constantes de los que eran víctimas todos en la casa. Le daban ataques de celos, gritaba, vociferaba.
Una noche, el señor sobrepasó todo límite. Mientras los hermanos dormían, Marco Aurelio comenzó a golpear brutalmente a su mujer. En medio de la pelea, agarró una escopeta, con la intención de matarla, pero los hijos se le lanzaron encima, y Darío alcanzó a quitarle el arma, con tan mala suerte que el artefacto se disparó y su papá cayó muerto.
Vivir con eso no fue nada fácil en esos años adolescentes, quiso suicidarse porque no se sentía capaz de vivir con ese martirio y esa culpa. Gracias al apoyo de su mamá, que no lo desamparó en esa época, Darío logró salir adelante.
Pero el drama no terminaba. Otros en la familia, como su tío Israel, hermano de Marco Aurelio, no creía que todo había sido un trágico accidente. Lo persiguió y lo amenazó. Salió de su natal San Jerónimo para irse a Medellín para vivir con sus abuelos.
Fue allí donde inició su camino en la música, se casó con Marta Nubia Pineda, y el día de la boda se vio empañado por la muerte de una persona que se metió en una pelea desatada en plena fiesta. Tuvieron tres hijos. Entre ellos, su hija mayor Luz Dary, quien también le provocó un enorme dolor del que casi no se repone.
Otra tragedia, otro luto, el ‘rey del despecho’ no paró de llorar y cantarle al dolor. La partida de su hija no se comparó jamás con el duelo que vivió por la muerte de su progenitor.
Luz Dary falleció por culpa de un disparo que iba dirigido a un amigo al que saludó en la calle. La mujer dejó huérfana a su nieta, de tan solo 5 años, pues ella era madre soltera, desde que murió el papá de la niña. Daniela, un tema del paisa, está dedicado a la pequeña.
Con el paso del tiempo, Darío Gómez supo reponerse de cada desconsuelo y de cada tragedia. Pese al enorme dolor, fue un hombre fuerte que no se dejó derrumbar y que hizo de la música su mejor amiga para afrontar la adversidad y acompañar a miles de colombianos despechados que le siguieron por décadas. Hoy muchos le recordarán por sus melodías.