Los historiadores apasionados del cine se emocionan al hablar de 1939, considerado el mejor año en el devenir de Hollywood, por la alta calidad de las cintas que se estrenaron entonces, como Lo que el viento se llevó y El mago de Oz, solo por citar las más sobresalientes. Fue un momento brillante debido a la masiva respuesta de los espectadores, como lo ilustra el hecho de que un estadounidense promedio iba dos veces por semana a cine o que un filme pudiera durar años en cartelera.

Pero, definitivamente, es Lo que el viento se llevó, estrenada el 15 de diciembre de aquel año en Atlanta, Georgia, donde se escenifica la historia, la que se mantiene imbatible en las cifras y en los corazones de millones de cinéfilos. Para comenzar, se destacaba como la película más rentable del séptimo arte en términos de dinero constante, dado que su recaudo, cercano a los 390 millones de dólares, ajustado a la inflación de hoy superaría los 3.440 millones de dólares, según Guinness World Records.

El drama sentimental se centra en que Scarlett está locamente enamorada de Ashley Wilkes (Leslie Howard), el esposo de su amiga Melanie Hamilton (Olivia de Havilland), en la imagen de la derecha. Desde aquella inolvidable première, en la que unas 300.000 personas se agolparon en las calles de la ciudad para contemplar el desfile de sus grandes estrellas, la obra no hizo sino sorprender con su arrolladora aceptación, a pesar de que solo se podía ver con reserva previa y en pocos teatros, que aceptaban presentarla a pesar de que los productores se quedaban con el 70 por ciento de la taquilla, cuando lo normal era del 30 o el 35 por ciento. El tiquete, así mismo, costaba un dólar, más de la mitad del estándar.

Pero aún así, en ese mismo diciembre, solo el histórico Capitol Theatre de Nueva York, contabilizó hasta 11.000 espectadores por día. Cuatro años más tarde seguía en las salas y había vendido 60 millones de boletas, algo menos de la mitad de la población de Estados Unidos en esos días.

Potentes luminarias engalanaron el Loew’s Grand Theatre, en lo que el expresidente Jimmy Carter llamó “el mayor acontecimiento del sur en mi tiempo”. También hubo estrenos en Nueva York y Los Ángeles. Luego, sus relanzamientos, en 1947, 1954, 1961 o 1967, confirmaron su garra leonina, pues obtuvo ingresos millonarios, se ubicó entre las más vistas de esos años y les hizo competencia a nuevos éxitos como Ben-Hur, Doctor Zhivago o El graduado. Tras un cuarto de siglo como la más taquillera, fue superada por La novicia rebelde en 1966. En los Premios Óscar de 1940, también impuso una marca: trece postulaciones, de las cuales ganó ocho.

¿Una historia machista?

La cinta reconstruye la barbarie de la Guerra de Secesión, de 1861 a 1865. En esta secuencia en la que Scarlett camina entre los muertos, la producción solo consiguió 1500 de los 2500 extras que necesitaba, así que el restante se suplió con 1000 dummies. Escenificada en la Guerra de Secesión y el periodo de la Reconstrucción, el filme cuenta la historia de Scarlett O’Hara, la voluntariosa heredera de un rico hacendado del sur. Ella pretende a toda costa conquistar el amor de Ashley Wilkes, el esposo de su amiga Melanie Hamilton, pero en ?el camino se atraviesa el díscolo Rhett Butler, con quien termina casándose y teniendo una tormentosa relación, incluida una violación que Scarlett, a la postre, parece disfrutar.

Este elemento ha sido motivo de la reprobación por parte de feministas y defensores de los derechos de las mujeres. La cinta se basó en un best seller homónimo y autobiográfico de Margaret Mitchell, quien, como Scarlett, también provenía de una acaudalada familia sureña y había vivido un triángulo amoroso. La adaptación de aquellas mil páginas de drama fue una pesadilla, y, para algunos especialistas, ser tan fiel al texto determinó que la versión para cine fuera tan larga, de casi cuatro horas, otro de los aspectos que más se le critican.

Margaret Mitchell, la autora del best seller en que se basó la cinta. Al igual que Scarlet, era una rica heredera sureña y se había involucrado en un triángulo amoroso. Un rodaje lleno de dificultades Tras dos años de preproducción, el rodaje se inició en enero de 1939 y a las tres semanas tuvo su primer revés, pues el director George Cukor fue despedido. Se rumora que ello se debió a presiones de Clark Gable, temeroso de que Cukor revelara su pasado como prostituto en los círculos gais de Hollywood.

El nuevo director fue Victor Fleming, reemplazado por Sam Wood algunas semanas. El productor David O. Selznick no quería a cualquier Scarlett O’Hara, así que sus agentes la buscaron intensamente entre 1400 aspirantes de todo el país, pero ninguna dio la talla. El rodaje había comenzado y aún no aparecía la ideal, hasta que una desconocida actriz inglesa, Vivien Leigh, llegó de súbito al set con su amante, el actor Laurence Olivier, y supo que ella era Scarlett. De hecho, su actuación ha sido siempre la más aclamada de la cinta y le mereció el Óscar.  Desde el primer momento, Lo que el viento se llevó fue elogiada como “ambiciosa”, “el mayor suceso en la historia del cine” o “una buena historia maravillosamente bien contada”, gracias a sus alcances épicos, exuberante producción y alta carga emocional.

Para otros, en el mero campo cinematográfico, sus logros eran deficientes. Pero quizá los dardos más amargos provinieron por cuenta del problema de la raza. Como se recuerda, la Guerra Civil, que le sirve de telón histórico, se basó en la lucha por la libertad de los negros esclavos. Para los enemigos de la obra, perpetúa viejos y falsos estereotipos sobre esta comunidad, como que sus miembros no estaban preparados para ser libres o que eran violadores, tontos, indolentes e irresponsables, según lo manifestaron organizaciones como la National Association for the Advancement of Coloured People. 

Aunque la película fue criticada por perpetuar los estereotipos sobre los negros, Hattie McDaniel se convirtió en la primera actriz de su raza en ganar el Óscar, por su papel de Mammy, la esclava de Scarlett. Fay Bainter le entregó el trofeo en 1940. En últimas, Hattie McDaniel se convirtió en la primera actriz afroamericana en ganar el Óscar, por su interpretación de Mammy, la esclava de Scarlett. Eso sí, dadas las implacables leyes de segregación racial, por las cuales la gente de color no podía sentarse junto a los blancos, no se le permitió asistir al debut en Atlanta.

En protesta, Gable declaró que no se haría presente tampoco, pero Hattie lo disuadió. A fin de cuentas, aquel fue un banderazo para el progreso de esta población, como ella misma lo resumió en respuesta a quienes la maltrataron por actuar en el filme: “Prefiero ganar 700 dólares a la semana por interpretar a una sirvienta, que siete dólares por serlo en la vida real”. * Este artículo hace parte de la última edición de la revista Jet Set. Puede leer otros aquí.