Ghislaine Maxwell fue sentenciada el martes a 20 años de prisión por un juez federal estadounidense por ayudar al difunto financiero, Jeffrey Epstein, a abusar sexualmente de menores.
La condena contra la hija del magnate de la prensa británica Robert Maxwell, de 60 años, quien tiene nacionalidad estadounidense y francesa, es menor a los entre 30 y 55 años que había pedido la fiscalía.
Amiga de la realeza británica, romances con multimillonarios, Ghislaine Maxwell era el perejil de todas las salsas del circuito de fiestas del jet set neoyorquino e internacional, aunque con un aura de misterio.
Un jurado la declaró culpable en diciembre de tráfico sexual de menores para Epstein, que se suicidó en la cárcel en 2019 cuando aguardaba a ser juzgado por ese delito.
La Fiscalía la acusó por su “responsabilidad” en el tráfico de menores y la “falta total de remordimientos”, tras reclutar entre 1994 y 2004 a jóvenes menores para ser explotadas sexualmente por Epstein, con quien mantuvo durante casi tres décadas una relación sentimental, amistosa y profesional.
Su defensa, encabezada por la reputada criminalista Bobbi Sternheim, había pedido a mediados de junio clemencia para su defendida y una condena inferior a 20 años.
El pasado sábado, la jurista denunció ante la jueza encargada del caso, Alison Nathan, que Maxwell había sido aislada en una celda por riesgo de suicidio, “sin justificación”, pese a que un examen psicológico posterior “determinó que no es suicida”.
A su defendida, aseguró, no se le permite “poseer ni revisar documentos legales” ni tampoco “papel ni bolígrafo”, lo que le ha “impedido prepararse para la sentencia”, lo cual justificaría un aplazamiento del fallo.
Durante el juicio, la acusación describió a Ghislaine Maxwell, quien estudió en la universidad de Oxford, como la mano derecha y cómplice de Epstein, a quien conoció poco después de la muerte de su padre.
Maxwell y Epstein erigieron un entramado para captar decenas de jóvenes, de un entorno sociocultural vulnerable, para satisfacción sexual del financiero, a cambio de dinero.
Dos de las denunciantes declararon en el juicio que tenían 14 años cuando Maxwell empezó a acercarse a ellas ganándose su confianza antes de proponerles que dieran masajes a Epstein y tener sexo con él.
Testigos aseguraron que Maxwell facilitó, y a veces participó, en los abusos, aprovechándose de las víctimas a las que con anterioridad les había hecho sentirse “especiales”.
Picaflor
El nombre de Maxwell estuvo bajo los focos en 1991 cuando su padre –que durante seis años fue miembro del Parlamento británico– se cayó de su yate, el “Lady Ghislaine”, nombrado así en honor a su hija pequeña adorada.
Tras lo que pareció un accidente del hombre de negocios judío de origen checoslovaco, hecho a sí mismo, cuya familia pereció en los campos de exterminio nazis, empezaron a conocerse detalles de los problemas financieros que atravesaba su conglomerado, el Mirror Group Newspapers, que empañaron el nombre de la familia.
Eso no impidió que Ghislaine Maxwell llevara una vida opulenta en Manhattan, codeándose con la élites económicas y políticas y convirtiéndose en asidua del circuito de fiestas.
En su círculo de amigos se encontraban el hijo de la reina de Inglaterra, el príncipe Andrés, el magnate de los bienes raíces que llegó a ser presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y la familia de Bill y Hillary Clinton, entre otros.
“Depredadora sofisticada”
Maxwell era una experta buceadora y piloto de helicópteros que fundó la ONG medioambiental, ahora disuelta, TerraMar Project.
No está claro cómo conoció a Epstein. Lo que sí quedó claro, según los testigos que desfilaron por el juicio, es que durante años el multimillonario financió su lujosa vida, incluso transfiriéndole dinero para comprarse un helicóptero.
La relación con el financiero fue “el peor error de su vida”, aseguró recientemente la defensa para tratar de suavizar la imagen –y la condena– de quien fue descrita durante el juicio como “depredadora sofisticada, que sabía perfectamente lo que hacía”.
“La puerta al infierno”
Virginia Giuffre, una de las víctimas de la pareja Maxwell-Epstein que denunció al príncipe Andrés de Inglaterra de abuso sexual cuando era menor, divulgó el viernes, según la red Law&Crime Production, una declaración en la que acusa a Maxwell de ser la que la llevó hasta el pederasta.
“Para mí, y para muchas otras, nos abriste la puerta al infierno. Y entonces, Ghislaine, como un lobo con piel de cordero, utilizaste tu feminidad para traicionarnos y nos metiste a todas en esto”, reza la publicación.
El príncipe Andrés de Inglaterra, amigo de Epstein, alcanzó en febrero un acuerdo económico –según la prensa británica de 13 millones de dólares– para poner fin a una demanda de abuso que interpuso Virginia Giuffre, que aseguró que Epstein y Maxwell la “prestaron” para tener sexo con el príncipe cuando era menor.
“El error de su vida”
La defensa de Maxwell consideró que su defendida fue víctima de la influencia nefasta que ejercieron tanto su padre –”autoritario, narcisista y exigente”– y Epstein, a quien conoció tras la muerte en circunstancias misteriosas de su progenitor.
La relación con el financiero multimillonario fue “el peor error de su vida”, aseguró la defensa.
En el juicio realizado en un tribunal de Manhattan el pasado año, Maxwell fue descrita como “depredadora sofisticada” que actuaba conscientemente para atraer y seducir a jóvenes para disfrute de Epstein y sus amigos, como el príncipe Andrés de Inglaterra, en sus residencias de Florida, Manhattan o las Islas Vírgenes.
Las testigos “Jane”, “Kate”, “Carolyn” y Annie Farmer, de 42 años, la única que testificó sin seudónimo, contaron sus vidas rotas a causa de las relaciones sexuales forzadas que mantuvieron con Epstein cuando tenían entre 14 y 17 años, a menudo en presencia de Maxwell.
*Con información de la AFP.