Hace poco fue noticia la reaparición de Choupette, la gata birmana de Karl Lagerfeld, de la cual el modisto de Chanel hizo una celebridad en el mundo del mercadeo y las redes sociales. Desde el fallecimiento del Káiser de la moda en febrero pasado, el felino desapareció de @ChoupettesDiary, la cuenta en Instagram que fundó la consultora en mercadeo Ashley Tschudin, quien no tenía el aval oficial de Lagerfeld para ello, pero sí su colaboración, pues le mandaba fotos e información sobre la vida y milagros del animal.

Así nació el fenómeno Choupette, que conquistó a 340.000 seguidores en internet e inspiró una champaña y líneas de cosméticos y accesorios felinos.? Alarmada, Ashley creó la etiqueta #WhereIsChoupette (¿Dónde está Choupette?), pero la historia dio un vuelco cuando la sofisticada criatura retornó a Instagram, pero en otra cuenta, @ChoupetteOfficiel, administrada al parecer por Françoise, una de las dos damas de compañía con que cuenta la gata en su mansión en Francia, además de chofer y escolta.

El modisto Karl Lagerfeld decía estar tan enamorado de la elegancia de su gata birmana Choupette, que quería casarse con ella y le dejó dos millones de dólares. La gata, además, es un fenómeno: tiene 340.000 seguidores en redes sociales e inspiró una champaña y líneas de cosméticos y accesorios felinos.

Ello sugiere que hay una pelea por la imagen de la mascota.? Lagerfeld decía que Choupette lo enamoró con su aire de Greta Garbo y hasta quería casarse con ella. Contaba también que tenía su propia fortuna, proveniente de altas sumas de dinero que le pagaron por protagonizar avisos publicitarios y que rondaría las seis cifras, como especulan medios franceses.

No contento con ello, le dejó alrededor de dos millones de dólares de su fortuna de 200 millones, para que siguiera llevando la vida glamurosa a que la acostumbró.? El caso recordó a Trouble, la perra maltesa que fue noticia en 2007, cuando su dueña, la magnate de la hotelería Leona Helmsley, le heredó 12 millones de dólares al morir, como quitarle un pelo al total de su riqueza: 8000 millones de dólares.

Leona Helmsley era llamada “la Reina del mal” por ser intratable, pero para Trouble, con quien vivía en la mansión Dunnellen Hall, solo tenía mimos y le legó 12 millones de dólares de su fortuna de 8000 millones. Un juez, finalmente, redujo la cifra a dos millones que, sin embargo, fueron suficientes para que viviera a cuerpo de reina sin saberlo, y se le conociera como el can más rico del planeta, merecedor también de escolta y traslados en limusina. Hasta su muerte, en 2011, Trouble vivió con un cuidador que recibía casi 100.000 dólares anuales por atenderlo. Definitivamente, hay animales con suerte. * Este artículo hace parte de la última edición de la revista Jet Set. Puede leer otros aquí.