Después del éxito de Roma en la última edición de los Óscar, Netflix sigue empeñada en que sus producciones compitan por el máximo galardón de la industria del cine. Por eso ha presentado en salas seleccionadas su nueva carta, Los dos papas, que está disponible en su plataforma desde el 20 de diciembre, y cuya temática es más que sustanciosa: la relación entre el papa alemán Benedicto XVI, cuyo verdadero nombre es Joseph Ratzinger, y el arzobispo argentino Jorge Mario Bergoglio.
Más exactamente, el argumento explora el momento en que el primero renuncia a su cargo en 2013 y el segundo es elegido para reemplazarlo, convirtiéndose así en Francisco, el primer papa americano. ?El insólito evento de la abdicación del máximo pontífice de la Iglesia católica, que no se registraba desde hacía 600 años, es la excusa para mostrar cuán opuestas son sus vidas y personalidades.
La cinta también ha llamado la atención por su fiel recreación de los lugares y ceremonias de la Santa Sede, como el cónclave en que los cardenales eligen a los papas. Benedicto, interpretado por Anthony Hopkins, es un hombre frío, reservado, protector de la tradición y el dogma católico. Por su parte, Jonathan Pryce, en el papel de Francisco, permite acercarse a un hombre carismático, accesible y consciente de la necesidad de modernizar la milenaria institución. Los dos papas cuenta con la dirección de Fernando Meirelles, conocido por cintas como Ciudad de Dios, al tiempo que el guion fue escrito por Anthony McCarten, quien además de participar en filmes como Bohemian rhapsody, ha escrito las películas en las que actuaron tres recientes ganadores del Óscar a mejor actor.
Un palmarés que puede jugar ahora en favor de Jonathan Pryce, cuyo parecido con Francisco es tal que cuando el argentino fue elegido, los motores de búsqueda arrojaron su imagen en lugar de la del nuevo sucesor de san Pedro. En la película de Netflix un desilusionado cardenal Bergoglio llega al Vaticano con la intención de retirarse de la Iglesia, pero tras una serie de encuentros con Benedicto XVI, desiste de sus planes y termina proyectado para asumir uno de los cargos más influyentes del mundo. A partir de rumores y el conocido carácter de los personajes, la producción especula sobre el contenido de las conversaciones entre Benedicto XVI –cuyo papado de ocho años se vio azotado por escándalos de pedofilia y corrupción– y Bergoglio, un crítico de la rigidez de la Iglesia y escéptico de que su transformación sea posible. ?Los diálogos, lejos de debates teológicos o doctrinales sobre el futuro del catolicismo, se ocupan más bien de temas mundanos.
La cinta recrea la compleja relación entre los protagonistas, pero tiene momentos de distensión como este, en el que Francisco anima a Benedicto a ver un partido de fútbol. El papa en funciones y el papa emérito intercambiaron saludos de Navidad en 2013. El filme plantea que se tratan cordialmente, pero no son amigos.
Ratzinger, que ha pasado su vida entera en la academia y como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, una institución heredera de la Inquisición, se entera a través de Bergoglio de la existencia de The Beatles, y escucha por primera vez Dancing queen, de Abba, cuando su subalterno la tararea en el baño. Benedicto usa zapatos de lujo y toma como una crítica personal que Francisco lleve unos muy desgastados.
En la vida real, el calzado rojo de Benedicto XVI, quien pasó a ser papa emérito, proviene de una larga tradición y le otorgó un lugar en el listado de hombres mejor vestidos de la revista Esquire en 2007. Francisco se apartó de esa costumbre al asumir su pontificado con unos negros y rudimentarios. Bergoglio es un hombre mucho más abierto que su antecesor. Hincha furibundo y socio del San Lorenzo de Almagro, el fútbol tiene en su vida una importancia casi tan alta como la religión. La cinta lo muestra conversando con los empleados del Vaticano como si los conociera de toda la vida, y en una escena incluso se anima a enseñarle a Benedicto algunos pasos de tango.
El actor Jonathan Pryce se asemeja tanto a Francisco, que el día en que este fue elegido los motores de búsqueda arrojaban su imagen en lugar de la del nuevo pontífice. Pero no todo es simpático en la vida del papa Francisco. Mediante flashbacks, la película recuerda su posición durante los años de dictadura en Argentina, que muchos califican como un silencio cómplice ante los crímenes de la Junta Militar de Gobierno, cuando varios de sus compañeros jesuitas fueron desaparecidos por apartarse de las políticas oficiales.
A lo largo del filme los personajes no se mueven de los extremos en los que se encuentran. Sin embargo, la relación entre el áspero alemán y el afectuoso argentino evoluciona al punto de alcanzar cierta intimidad que les permite confesarse sus pecados y tocar polémicas que han afectado a la Iglesia, incluida la propia pederastia. De todos modos, Los dos papas no plantea el surgimiento de una improbable amistad entre los protagonistas de uno de los momentos más turbulentos de la Iglesia. * Este artículo hace parte de la última edición de la revista Jet Set. Puede leer otros aquí.