Al parecer una química extraña se produce al grito de "luces, cámara, acción". En la historia del cine no son pocos los casos de protagonistas que, a la par con el romance del libreto, viven su propia historia de amor. Tres ejemplos recientes, de apasionados amores surgidos en el set de filmación, demuestran una vez más que actores y actrices no son inmunes a la atracción fatal de sus compañeros de reparto. Se dice que las más emocionantes escenas de "Jurasicc Park" no tuvieron como protagonistas a los dinosaurios de Spielberg sino a los actores de la cinta: Jeff Goldblum y Laura Dern. Y que los vientos de 130 millas por hora del huracan Iniki, que azotó la isla deHawai cuando se estaba filmando la película, no fueron nada al lado del tormentoso romance que surgió entre la pareja, que al parecer protagonizó en vivo mejores escenas que ante las cámaras. Igualmente, durante el reciente rodaje de "Sliver" se desató un triángulo amoroso de proporciones cinematográficas. Cuando la filmación comenzó, en octubre pasado, la actriz Sharon Stone tenía una relación sentimental con el músico Chris Peters. El productor de la película, Bill MacDonald, acababa de casarse con Naomi Baca, su compañera por ocho años. Y el guionista Joe Eszterhas celebraba 25 años de feliz matrimonio. Cuatro meses después, al terminar la producción, las tres relaciones también habían llegado a su fin. La Stone confesaba su infinito amor por MacDonald, con quien anda ahora. Y Naomi, la esposa de MacDonald, luego de tildarla de "devoradora de hombres", encontró consuelo en el hombro de Eszterhas, quien el día del estreno ya le había pedido el divorcio a su esposa. Pero ellos no son las únicas estrellas en haber sido víctimas recientes de la química del amor en la romántica atmósfera de un set de grabación. Cuando la historia de amor racial de "Made in América" terminó, el actor Ted Danson se confesaba perdidamente enamorado de su compañera de reparto, la actriz cómica Whoppi Goldberg. Hace seis meses, al iniciarse la filmación de la película, Danson -el barman de "Cheers"- era uno de los pocos esposos devotos que quedaban en el cine. El y su esposa, Casey, tenían 15 años de feliz matrimonio y dos hijos. Por su parte, Whoopi Goldberg no parecía reunir condiciones de vampiresa para desbaratar esa o cualquier otra unión. Pero en cuanto se encendieron las luces del set algo sucedió. "De inmediato hubo una atracción química entre ellos ", dice el director. "Y física también", dicen los camarógrafos al recordar la escena en la cual Ted y Whoppi prácticamente destruyeron su casa mientras hacían el amor. Lo cierto es que pocos esposos devotos o donjuanes consumados han sobrevivido a las exigencias amorosas de un libreto. No muy lejano está el caso de Warren Beatty, el legendario seductor, famoso por haber enamorado a todas las actrices con las que ha compartido créditos en una película. Entre la lista de actrices que Beatty sedujo en los últimos 30 años se encuentran Natalie Wood, Julie Christie, Faye Dunaway, Diane Kcaton y Madonna. Pero ninguna logró pescarlo, hasta que se inició la producción de "Bugsy. " Entre escena y escena, el cotizado soltero cayó en las redes dc la actriz Annette Bcning y, al finalizar la película, el emocionado cincuentón anunció con lágrimas su próxima paternidad. Su versión femenina, Julia Roberts, también se hizo famosa por enamorarse sistemáticamente de cada uno de sus parejos del cine. La actriz, quien acaba de casarse con Lyle Lovett, vivió con mayor intensidad en la vida real los amores que el libreto le deparó con Liam Neeson, Dylan McDermott, Richard Gere y Kiefer Sutherland, a quien hizo divorciar de su esposa para dejarlo después plantado ante el altar. El romántico efecto del set de grabación entre las parejas de Hollywood no es un misterio. Algunas de las más grandes estrellas del séptimo arte han sido blanco de las flechas de Cupido durante los rodajes cinematográficos: Clark Gable con Jean Harlow y con Joan Crawford; Spencer Tracy y Katherine Hepburn; Lauren Bacall y Humphrey Bogart; Brigitte Bardot y Jean Luis Trintignant... Pero quizás el más legendario ejemplo de la perfecta química sexual de una pareja en el cine es el de Richard Burton y Elizabeth Taylor. Fue ante las cámaras, durante la filmación de "Cleopatra", que surgió el tormentoso amor que no sólo llenó páginas de revistas durante varias décadas sino que alcanzó para que la pareja filmara nueve películas juntos. Y aunque en todos los casos los camarógrafos pensaban que el realismo logrado en las escenas de amor se debía a que se trataba de actores profesionales, lo cierto es que las mas románticas escenas tenían lugar también fuera de camaras. La diferencia entre el ayer y el hoy de la química del celuloide es que en aquellos tiempos los romances perduraban más allá de las semanas de filmación. Ahora, las más desaforadas pasiones apenas alcanzan a sobrevivir hasta el siguiente rodaje.