SEMANA: En el personaje que interpreta en esta película, Rubén, lo vemos cantar por primera vez, ¿cómo se le midió a este reto?
Marlon Moreno: Cuando supe que me tocaba cantar, se me arrugó todo. Pero dije: ¿por qué no? No soy cantante, pero si el director (Juan Carlos Mazo) hubiera querido un cantante que actuara, lo habría buscado. Desde un principio trabajé con Rafael García, el musicólogo de la película, y me guio en ese reto.
SEMANA: ¿Cómo se preparó para este personaje que canta boleros?
M.M.: Me preparé mucho antes de llegar a Bogotá para grabar. Fue un trabajo muy arduo, no tengo ayudas de autotune. Es que no era cantar, era interpretar una canción, que es mucho más complejo. Es dificilísimo trasmitirle al otro una historia a través de una canción.
SEMANA: ¿A qué suena la banda sonora de Marlon Moreno?
M.M.: Muchos no lo creerán, pero suena a música clásica, Vivaldi, Mozart, Beethoven, Chopin. Es la música que más me llega, aunque como caleño crecí con la salsa, los boleros, pues tanto mi mamá como mi papá amaban los boleros, y aún hoy son canciones que escucho para recordar su existencia. También me gusta el rock. Con los años me he alejado mucho del ruido y prefiero esta música con la que puedo ‘viajar’.
SEMANA: El bolero de Rubén es el primer largometraje musical que se hace en Colombia, ¿le gusta ese cine que toma riesgos?
M.M.: Sí, me gusta mucho. A veces nos va bien, otras veces no tanto. Cuando no se hacen cosas que se salen de lo común, difícilmente se puede llegar a tener alguna relevancia en la historia del arte.
SEMANA: ¿Cómo describir a Rubén, este personaje que lo trajo de regreso al cine?
M.M.: Este es un personaje que uno se puede encontrar en muchos lugares del mundo. Un tipo al que en su juventud le va bien, se desenvuelve normalmente, pero sufre un accidente que lo aleja de la vida en las calles. Y se vuelve retraído y siente que no tiene futuro. Hay en él mucha frustración, mucha ira, mucho resentimiento. Es un personaje con pocos diálogos, pero con una historia con una fuerza grande que se expresa cuando él canta, con letras muy dolorosas. Y canta con tanto dolor que lo masculino desaparece, por la forma en la que él vive su dolor. Pero, en medio de todo, es un hombre bueno, a pesar de la vida delictiva que ha llevado.
SEMANA: Le cambio un poco el tema. Con el estreno de Griselda revivió una vieja discusión sobre las narcoseries y por qué insistir en contar el país desde esa orilla. ¿Qué piensa de esa polémica usted, que fue pionero con El capo?
M.M.: Hay que tener en cuenta que la televisión y el cine son un negocio, y como actores formamos parte de él. Yo he interpretado papeles en 40 series y montones de películas de las que ya perdí la cuenta. He formado parte de historias bonitas, como el papel que hice en Cazando luciérnagas. Yo me pregunto: ¿Quién las vio? Llegaron a cine y ¿cuánto tiempo estuvieron en las salas? Eran producciones de gran calidad que enaltecen el espíritu...
SEMANA: Distinto a lo que pasó con su personaje de Pedro Pablo León Jaramillo en ‘El Capo’...
M.M.: Es una producción de la que se han hecho cuatro temporadas, este año estrenan la cuarta. Temporadas que se han visto en todo el mundo y de la que aún recibo comentarios en muchos países. De Australia, Argentina, Irán, Cuba, Estados Unidos. Me han doblado la voz a un sinnúmero de lenguas y, si hicieron una cuarta temporada, es porque sigue siendo buen negocio y la gente quiere seguir conectada a la historia. En estos días van a estrenar también El señor de los cielos, que lleva también varias temporadas. No es extraño entonces que Griselda sea número uno en Estados Unidos.
SEMANA: ¿Por qué, pese a las críticas, la gente se conecta tanto con esas historias de bandidos?
M.M.: Es sencillo: mientras haya demanda, hay oferta. Nos gustan por el morbo, nos gustan en el cine y la televisión, que también está llena de series de delincuentes. El ser humano es voyerista por inercia. Siempre será atractivo ver por un rotico cómo es el mundo de los malos; quizás pensar en que hay gente más mala que nosotros nos hace sentir mejor. Algunos en Colombia pueden pensar que este tipo de producciones son las que le dan mala imagen al país. A esas personas les diría que el oficial de inmigración que autoriza el ingreso a Estados Unidos no ve televisión en español. Entonces, la mala fama de los colombianos por el narcotráfico no es por la televisión o las películas. Los que nos han dejado esa imagen son las personas que han traficado con drogas.
SEMANA: Según lo que cuenta, ¿siente que lo conocen más por ese papel de villano que por otros que ha interpretado en su carrera?
M.M.: Este año se va a estrenar una película que se grabó en Estados Unidos, en la que hago el papel de un escritor de novelas de thriller. La película se llama Cucú. ¿Quién sabe de esa película? ¡Nadie! ¿Cuánta gente la verá? Quién sabe. Todo el mundo habla de Griselda porque combina muchos ingredientes, empezando por la actuación de Sofía Vergara.
SEMANA: ¿Le ha costado ‘matar’ a El capo?
M.M.: ¿Por qué matar a un personaje que me ha dado tantas cosas? Y que me sigue dando. Es como preguntarle a Sylvester Stallone cuándo va a matar a Rocky. Es que lo que pasa es que los actores colombianos no tenemos un arco en el cual movernos mucho.
SEMANA: Causa tristeza escucharle decir eso, cuando usted ha sido un actor que se ha mantenido vigente en los últimos 30 años...
M.M.: Eso se debe a varias cosas. Este año se estrenan varios proyectos en los que he trabajado (El capo, El bolero de Rubén, La venganza de Analía, Cucú) y la gente dirá: Marlon Moreno no ha parado de trabajar. Pero resulta que son proyectos que grabé antes. En 2020, por ejemplo, solo trabajé seis semanas y debo buscar cómo vivir el resto del año. En Colombia no contamos con regalías como actores. Un actor con mi trayectoria en Estados Unidos tendría el futuro asegurado, pero no nosotros, no recibimos regalías, así la gente crea que los actores vivimos como ricos. En mi casa he llevado una vida muy tranquila.