La semana empezó con una nota triste por la partida de un actor y un director que supieron dejar su huella en las pantallas del mundo. Martin Landau, caracterizado por sus anchas gafas y rostro afable, comenzó su camino profesional como caricaturista, luego pisó fuerte en la televisión, donde se hizo reconocible en la serie Misión imposible, que le ameritó un Globo de Oro a mejor estrella masculina en 1968. Luego de subidas y bajadas en la pantalla chica, Landau fue nominado tres veces a mejor actor de reparto en los premios Óscar, hasta que lo ganó en 1995 por su papel de Bela Lugosi en la película Ed Wood. Casi al tiempo se despidió el director George Romero, responsable nada más y nada menos de revivir el mito del zombi en el cine y masificarlo. El padrino del gore impactó la cultura occidental con Night of the Living Dead, una cinta que lo estableció como un cineasta independiente y recursivo, que además no temía hacer comentario social por medio de sus horrores. Romero, curiosamente, fue muy crítico de la ola de producciones zombi en televisión y cine, como World War Z y The Walking Dead, serie a la que llamó “una telenovela con un zombi ocasional”.