Andrés Parra es considerado en la actualidad uno de los actores colombianos más reconocidos internacionalmente. Sus papeles en producciones como Escobar, el patrón del mal, El comandante, La pasión de Gabriel, El cartel de los sapos, El robo del siglo y El presidente, le han dado gran visibilidad en la industria del cine y la televisión de todo el continente.
Por eso, gracias a su enorme versatilidad como actor, hoy podemos verlo como el argentino tramposo, en plena época de El Corralito, que interpretó en la película La odisea de los giles, junto a Ricardo Darín. O mañana como un divertido y cursi empresario colombiano que representa futbolistas descarriados, como el que caracterizó hace poco en la exitosa serie de Star+ Los protectores, en la que incluso compartió set con el mismísimo Lionel Messi.
Ahora mismo, las redes sociales han estallado ante su soberbia interpretación de Frank Molina en el thriller de misterio Los iniciados, que se emite por Prime Video, y que en apenas unas semanas se convirtió en la película más vista de esta plataforma de streaming.
Se trata de un personaje icónico del universo literario del celebrado escritor bogotano Mario Mendoza, quien trabajó como productor de la película, y que ha recorrido las páginas de varios libros suyos como Lady Masacre, La melancolía de los feos y El diario del fin del mundo.
No es la primera vez, sin embargo, que Mendoza se cruza en el camino con Andrés Parra. En 2007, formó parte de Satanás, el primer libro del autor que fue llevado al séptimo arte, y que revivió la masacre ocurrida en el restaurante Pozzetto, de Bogotá, donde el 4 de diciembre de 1986 un excombatiente de la guerra de Vietnam, Campo Elías Delgado, asesinó a varias personas que se encontraban en el lugar después de haber matado a su madre y a otras personas cercanas.
Y tal como en muchos otros relatos de Mendoza, Los iniciados es una suerte de historia apocalíptica en la que se plantean aspectos como la crisis de la humanidad por cuenta de la falta de agua potable.
En ese mundo en decadencia, Frank Molina es un periodista alcohólico y bipolar que adelanta una investigación sobre el asesinato de alguien muy cercano. Un camino en el que descubrirá un entramado de corrupción que afecta a su ciudad y lo obliga a replantearse en muchos sentidos.
Los iniciados llegó en un momento también perturbador en la vida del actor caleño de 45 años. “Esta película coincidió con todo mi proceso de divorcio y eso fue muy interesante. El estado en el que estaba Frank y un poco el estado en el que estaba Andrés. Eso me parece memorable y me lo llevaré siempre de recuerdo. Estábamos en un proceso muy jodido los dos. Bacano, porque digamos que Frank no estaba bien y yo no estaba bien tampoco. Así que no había que hacer nada. Mi estado era el de él, un poco”, asegura el artista.
Parra describe a su personaje, Frank Molina, como un periodista con “un problema importante de alcohol y que además sufre de una condición de salud mental como es la bipolaridad. Y esa mezcla es un detonante importante. Frank es un tipo muy solitario, que tiene la cabeza a diez mil por hora todo el tiempo, al que le cuesta adaptarse al entorno, y que tampoco tiene muy buenas habilidades sociales”, explica.
“Un personaje bacano, de los que a mí me gustan –se apresura a dejar claro–. Yo lo he disfrutado mucho. Tiene esa cosa del ser humano en decadencia, en total vulnerabilidad. Hay mucho Frank Molina suelto, y me parece bonito rendirles un homenaje”, agrega.
Justamente, y movido por la difícil situación personal que estaba atravesando, el actor colombiano asegura que el tema de la salud mental de su personaje fue el mayor reto que enfrentó en Los iniciados: “¿Qué es realmente la bipolaridad?, ¿cómo se trata?, ¿cuáles son los medicamentos?, ¿cómo son las crisis?, ¿cuánto duran?, ¿qué pasa cuando a eso le metemos un shot de aguardiente o de ron? Y el gran reto fue, en ese caso, la transición entre la información científica y la ficción”, relata Parra.
No es un detalle menor. Total, como asegura el actor, en su familia ha existido un historial depresivo importante. Cuenta que un día se levantó y echó un repaso a todo lo que había logrado en su vida. “Me sentí muy orgulloso en lo profesional y en lo personal. Pero al mismo tiempo, y sin saber por qué, me di cuenta de que me sentía mal, aburrido y hasta nostálgico con la vida. ¿Qué más tengo qué lograr para sentirme completo?”, se preguntó en ese momento.
Sin embargo, confiesa que “nunca” se alcanzó a deprimir realmente. “Hay una línea depresiva muy fuerte. Hace tres años me quería morir, sin joder. No suicidarme, pero sí quería morirme. Me alcanzaron a medicar y todo. Pero dejo en claro que nunca he atentado contra mi vida. Lo que sí entendí es que esta vaina le puede pasar a cualquiera, seas famoso o no, hayas logrado tus metas o no en la vida”.
Hasta ese momento, dice, estaba seguro de que “la felicidad o la paz se encontraban en el éxito. Eso era lo más importante, pensaba. Pero eso es una gran mentira. Yo lo conseguí, pero aun así estuve cerca de la depresión”.
Todo terminó por complicarse con su divorcio de Diana Cáliz, después de varios años de relación. “Eso fue como un planazo al pecho, ahí entré en un proceso de mirar hacia dentro. Empezó a salir un montón de cosas que había que sanar y que yo pasaba por alto”, cuenta.
Según Parra, “el divorcio es una gran grieta a través de la cual entendí muchas cosas de la vida. En un comienzo culpaba de lo que había pasado a mi ex y a otras situaciones. ¿Yo? Nunca. Yo era perfecto”, dice.
Hoy, asegura que el divorcio fue “la decisión más acertada de toda mi vida. Haberme casado no es una equivocación, mi matrimonio lo honro. La abogada dice que es de los divorcios más fáciles que ha tenido, porque ya había una consciencia de ciertas cosas. Para mí, el divorcio era el peor evento de la vida. Le tenía pavor. Pero hoy digo que es lo mejor que me pudo haber pasado”.
No niega que es un largo proceso. Que en muchas ocasiones hay días malos y otros no tanto. Pero ahí siempre estará la actuación y la maravillosa oportunidad de meterse en la piel de otros para aprender de sí mismo, para salvarse del extravío, como le sucedió con Frank Molina.