SEMANA: ¿Qué se siente cuando se recibe la noticia de tener cáncer?
Flor Marina Gómez: Es difícil. Me descubrieron cáncer de mama. La palabra cáncer hace pensar muchas veces que uno se va a morir. No es así. Se puede salir bien del cáncer de mama si se detecta a tiempo. Tiene cura y estoy ciento por ciento segura de que este va a ser mi caso. Confío en los médicos y en Dios. No es nada fácil, nada fácil. Lo llevaré de la mejor manera y será una batalla más de la que vamos a salir victoriosos.
SEMANA: Su hijo Egan Bernal acaba de pasar por un accidente que lo puso también frente a la muerte. Él le dijo a SEMANA en una entrevista, que fue portada, “Estoy feliz de estar vivo”. ¿Él le ha transmitido este positivismo?
F.G.: Así es. Mi hijo ha sido el niño más fuerte que yo conozca en este mundo. Él me da esa valentía para salir adelante. Mis dos hijos son mi motivación, son los que a diario me motivan con sus palabras, con sus abrazos. Él, desde cuidados intensivos, nunca se quejó. Siempre quería vivir y decía: “Gracias, gracias a Dios estoy vivo”. Eso es lo que yo digo: estoy viva. Que tenga cáncer de mama no quiere decir que yo vaya a morir de eso. Toca luchar. Siempre lo he dicho. Uno se cae y hay dos opciones: se queda ahí llorando o se levanta, se sacude y sigue. Eso es lo que toca. Seguir adelante.
SEMANA: Usted ha dicho que son una familia de guerreros. ¿Así se siente?
F.G.: Yo pienso que uno es muy fuerte. No solo yo. Pienso que a todos en la vida nos toca así: ser tan fuertes como la vida va poniendo las pruebas. Cuando mi hijo se accidentó, yo decía: Dios mío, no voy a poder con esto. Pero no. Tocaba tener valor y estar ahí de pie. Tenía que verme fuerte. Hoy me pregunto cómo pude con eso. Vivo con mucha mente y con mucha motivación, optimismo y fe.
SEMANA: Usted siempre menciona la presencia de Dios en sus vidas. ¿Esa fe cómo se hace inquebrantable en un momento como el que está viviendo?
F.G.: La fe en Dios es lo que nos tiene así parados. Cuando Egan sufrió el accidente, hubo muchísima gente en Colombia y en el mundo que oró por él. Abuelitas me decían: “Yo rezo el santo rosario por él”. Fue muy conmovedor. Ahora yo veo muchos mensajes en Instagram para mí. Me dicen: “Señora Flor, estamos en oración”. Yo pienso que Dios escucha. Dios existe.
SEMANA: ¿Por qué eligió vestirse hoy de rosa?
F.G.: Porque quiero dar ese mensaje. Transmitirles a las mujeres la importancia del autoexamen de seno, de hacerse sus controles, de tomarse la mamografía. Es algo muy importante. Y, de pronto, yo debí haberme hecho eso, tiempo atrás.
SEMANA: Usted decidió cortarse el pelo de una vez. ¿Qué tan difícil fue?
F.G.: Es una realidad, es que se me va a caer el cabello. Quise tener un cambio lo antes posible. Quería sentir cómo me iba a ver con el pelo corto. En estos días seguramente me estarán viendo con otro cambiecito, más corto aún. Es una forma de aceptación, en parte, al proceso que voy a tener que llevar. También es una forma divertida y alegre de enfrentar lo que vivo. Me gusta verme así. Me gustó el cambio.
SEMANA: Usted nos dijo recientemente que no quiere que nadie la vea como una enferma ni que le tengan lástima...
F.G.: Porque es muy importante ser positivo. Así las cosas fluyen más. Yo no puedo quedarme allá en la casa llorando porque tengo cáncer de mama. No. Tengo una familia, la vida sigue. Yo quiero que mis hijos me vean bien. Las buenas energías ayudan muchísimo a las células en el proceso de la enfermedad.
SEMANA: Egan le dijo: “Somos el mejor equipo para superar esto”. ¿Cómo ha sido con sus hijos este proceso de las quimioterapias?
F.G.: Precisamente, el día que Egan viajaba fue en el que me dijeron: “Tiene cáncer de mama”. Él me acompañó a esa cita. Fue muy duro, pero él siempre estuvo ahí motivándome. Me decía: “Mami, es una batalla más. Hemos pasado por muchas y esto es, apenas, una más”. Me ha brindado total apoyo. Ronald, mi bebé… Ese niño es la cosa más tierna. Siempre ha estado ahí apoyándome y consintiéndome. Antes como que soy yo la que le dice no. No vamos a caernos.
SEMANA: ¿Cómo es este papel de motivar a los hijos en un momento así?
F.G.: Es uno de los deberes como mamá: darles ese ejemplo. Pero finalmente son ellos los que me dan el ejemplo a mí de valentía. El negativismo no nos lleva a ningún lado. Hay que vivir las cosas. Agradecer a Dios. Esto está pasando por algo. Todo tiene una razón de ser. Hay que sacarle el buen provecho que tenga y mirar hacia adelante.
SEMANA: Nadie se prepara para una noticia como esta. Pero ¿qué ha pensado hacer para enfrentar las quimios que vienen?
F.G.: Definitivamente, no estoy preparada. Psicológicamente, diría, tengo que ser fuerte, sé que voy a vivir momentos duros, que tendrán los síntomas normales de este proceso… y que voy a decaer. Pero en esto se vale todo. Se vale llorar. Se vale estar triste. La vaina es levantarse. No quedarse ahí. Yo quiero empezar rápido las quimios porque, cuanto más rápido termine, muchísimo mejor.
SEMANA: ¿Quiénes más han sido su sostén?
F.G.: Mis amigas. Johana Ávila ha sido incondicional conmigo. Mi familia, mis hermanas, mi mamá, mis hijos están ahí apoyándome. Todos los días me dan ese mensaje de amor, de que sí se puede salir adelante.
SEMANA: A Egan y a su familia los conocemos en Colombia como unos superhumanos por todo lo que viven y la forma como lo asumen. Pero ustedes han dicho que todos somos de carne y hueso también. ¿Ha sentido más esa sensación de ser de carne y hueso ahora?
F.G.: Yo también veo a mi hijo como superhumano. A veces digo, Dios mío, yo a qué horas hice este muchacho tan fuerte, tan de otro planeta… Tiene una mente muy fuerte, físicamente es increíble.
SEMANA: Un superhumano nace de una superhumana...
F.G.: Sí. Quiero sentirme como una superhumana que va a derrotar el cáncer.
SEMANA: A usted se le encharcan los ojos, pero sigue sonriendo. ¿Cómo hace?
F.G.: Lo veo como cosas que pasan. Hay familias que están viviendo cosas peores. Yo no reniego. No reniego ni me pregunto por qué me tocó a mí. Solamente Dios sabe. Tomaré con amor cada quimio que me hagan. Voy a ir con amor porque sabré que es una gota más de vida, es lo que me va a curar, es lo que necesito. Por muy malucas que sean, las tomaré de esa manera. Voy a ser feliz. No va a aplazar mi felicidad.