La estridencia de los escándalos de Harry y Meghan, duques de Sussex, quizá no ha dejado ver con claridad una constante: cada nuevo movimiento de ellos siempre desemboca en que la duquesa quiere ser la primera mujer en gobernar Estados Unidos.
Hace poco, cuando se anunció que, al igual que Harry, ella escribirá sus memorias, la conclusión fue que el verdadero fin de estas será ambientar la candidatura. La propia entrevista con Oprah Winfrey fue vista como su lanzamiento masivo, de cara al futuro, en Estados Unidos, donde era conocida en el ámbito cosmopolita, pero no tanto en el de la nación profunda que tendría que conquistar en las urnas.
Un gesto que nutrió la versión de sus supuestas aspiraciones fue el mensaje que los Sussex lanzaron en lo fino de las pasadas elecciones, con el cual pedían votar contra el odio, en clara alusión a Donald Trump, quien detesta a Meghan Markle. Por lo demás, no ocultaron su afinidad con su oponente y triunfador en los comicios, Joe Biden.
También es muy diciente que, dada su obsesión por controlar la narrativa sobre ellos, sus portavoces nunca han desmentido estos rumores. Y el hecho de que ella no renunciara a su nacionalidad estadounidense cuando se casó con el hijo de Diana de Gales implica, para algunos, que fue deliberado en aras de su sueño.
Desde antes de conocer al príncipe, Meghan era activista en causas como el feminismo y el antirracismo, y en su cuenta de Instagram recomendaba lecturas como Who Rules the World? (¿Quién domina el mundo?), de Noam Chomsky. Para muchos, esto indica que desde temprano la actriz se trazó un lugar en la vida pública.
Varios amigos le han confirmado a la prensa que quiere lanzarse, entre ellos, Omid Scobie, uno de los autores de Finding Freedom, biografía autorizada de la pareja, y quien funge como su vocero no oficial, o sea que tiene su confianza y no la arriesgaría difundiendo tonterías.
Ahora que ella cumplió 40 años, la prensa a ambos lados del Atlántico le vuelve a poner la lupa al asunto con fruición. The Telegraph, de Londres, consideró que es justo el momento para iniciar el ascenso al poder. Rotos los lazos con la familia real, que la obligarían a contenerse, goza de todo lo que soñó: es una de las más famosas del planeta con un príncipe azul, dos hijos, una mansión en el barrio más chic de California, y, al igual que su esposo, ha logrado, en cuestión de meses, un portafolio millonario de empleos. Su fortuna conjunta se estima en 135 millones de dólares.
Además, a los 40 fue la edad en que las tres mujeres que más admira, Michelle Obama, Oprah Winfrey y Hillary Clinton, empezaron a dejar su huella en el mundo. De hecho, otra fuerte conjetura es que semejante trío estaría dispuesto a avalar su paso a la política. Por el lado de los Obama, tanto la ex primera dama como su esposo, Barack Obama, los están asesorando. Harry es amigo de la pareja desde sus días en la Casa Blanca, pues comparten la pasión por el trabajo humanitario.
En efecto, si se revisa con lupa la nueva vida de los Sussex en California, tiene mucho en común con la de los Obama tras dejar el palacio presidencial. Como ellos, firmaron jugosos contratos con Netflix, Spotify y la Harry Walker Agency, que los vende como oradores por no menos de 400.000 dólares la hora. Penguin Random House, editorial con que Harry acaba de firmar un acuerdo por cuatro libros, con un adelanto de 20 millones de dólares, es la misma de los best sellers autobiográficos de los Obama. Antes de que Meghan debutara en la literatura para niños, con The Bench, el exmandatario había hecho lo propio con Of Thee I Sing.
En cuanto a Oprah, fue clave en la consagración de Obama como el primer presidente afro de Estados Unidos y ahora querría poner a Meghan como la primera mujer en ese alto cargo. La multimillonaria reina de la televisión fue una de las invitadas a la boda de los Sussex en 2018 y se pensaría que era amiga de Meghan en Hollywood. Lo cierto es que apenas se conocieron ese día, y los maliciosos aducen que todo fue una idea de la duquesa para iniciar el vínculo personal y profesional tan fuerte que ahora hay entre los tres.
La elección de California como sitio de residencia también tendría como causa las miras presidenciales. Así lo cree Tom Bower, biógrafo del príncipe Carlos, el padre de Harry, y quien está escribiendo un libro sobre Markle. Él recuerda que ese estado tiene una larga tradición de actores convertidos en políticos, como Ronald Reagan y Arnold Schwarzenegger. “Con el apoyo de los Clinton y los Obama, Meghan no tendría dificultad en ser congresista por California en Washington”, escribió el mes pasado Bower, en el entendido de que ella se fogueará en el Capitolio antes de competir por la presidencia en una década. No cree que lo haga en 2024, pues la vicepresidenta Kamala Harris sería una rival de cuidado.
Se sabe, además, que Meghan ha iniciado contactos con los demócratas, entre ellos, Gavin Newsom, gobernador de California. Asimismo, medios locales informan que en ese partido se oye el runrún de que ella se unirá a sus filas. Will Rodriguez-Kennedy, director de las juventudes de la colectividad, declaró hace poco: “La duquesa es vista favorablemente en California, porque está elevando la visibilidad de temas como el racismo y el bullying. Estamos con ella”.
En Inglaterra, en las casas de apuestas no se juega si Meghan proclamará la candidatura, sino si ganará las elecciones. Los expertos admiten que, al menos, cumple los requisitos básicos de ley: nació en el país, ha vivido más de 14 años en él y es mayor de 35. Como puntos a su favor se destacan su autoconfianza, ambición, buena oratoria y dominio del público. Sorprende cómo emergió de la oscuridad para volverse infaltable en las listas de los más influyentes del mundo.
“Meghan no tiene opción de competir para presidenta. Se la comerían viva, dada su extrema sensibilidad frente la crítica”, advierte Andrew Morton, famoso biógrafo de Lady Di. Otros piensan que, en un país que premia los valores familiares y la fe en Dios, jugarían en contra de ella haberse divorciado antes de casarse con Harry, no ser religiosa, no tratarse con su familia paterna y haber causado la división de los Windsor. Hoy, su popularidad en Reino Unido ha bajado, pero subió en el país del norte. No obstante, en una reciente encuesta, 80 por ciento de los gringos opinaron que ella no debería ser candidata.
De todos modos, no sería la primera rebelde en ganar, “pero necesita algo más que romper el techo de cristal, tal como lo hizo Hillary Clinton”, anotó un cronista. Meghan cree que cada cumpleaños es un nuevo comienzo, y, ahora que llega a los 40, la recomendación de los expertos, si quiere alcanzar la Casa Blanca, es estrenar una era de más sustancia y menos apariencia, quejas y chismorreo.