Harry, duque de Sussex, siempre ha gastado el dinero a manos llenas y, en ese sentido, su matrimonio con Meghan Markle recuerda el viejo dicho de “se juntaron el hambre con las ganas de comer”. A ello hay que agregarle que él está loco por ella y quiere complacer sus exquisitos gustos, pero eso se salió de control y ha producido confusión y rabia entre los británicos. Desde el día de la boda, los gastos de Meghan empezaron a llamar la atención. Solo en ropa de alta costura, se ha gastado un millón de dólares en el año que lleva de casada. Antes del nacimiento de su hijo Archie, se armó una polémica porque un shower de bebé que le hicieron sus amigas en Nueva York salió por 650.000 dólares. Sugerimos leer: La exclusiva mansión que Dolce y Gabbana están vendiendo en Italia por problemas económicos Pero cuando se supo el precio de la remodelación de Frogmore Cottage, la propiedad que le regaló a la pareja la reina Isabel II, abuela de Harry, las cosas se pusieron al rojo vivo. Los trajes y otros lujos de los duques los pagan ellos o el príncipe Carlos, padre de Harry, pero la residencia, como parte del patrimonio de la Corona, corre por cuenta de la asignación que el fisco le da a la monarquía y que ascendió a 85 millones de dólares en el último año. Meghan es llamada “la nueva María Antonieta” y “la Kim Kardashian de la realeza”. “Cottage” significa “pequeña casa o cabaña en el campo”, pero la residencia de los Sussex está lejos de ello. Construido hace dos siglos en los terrenos aledaños al Castillo de Windsor, el edificio estaba dividido en cinco apartamentos. Los duques lo convirtieron en una mansión de cinco habitaciones y otras espaciosas dependencias, lo cual requirió una intervención a fondo.
2,5 millones de dólares fue el costo de tumbar muros y renovar los pisos, techos, escaleras, vigas, ventanas, puertas y chimeneas de Frogmore Cottage. Solo en contratistas se fueron 950.000 dólares. Pero mientras ellos estrenan contentos su nido de amor, el 87 por ciento de sus compatriotas están molestos al ver que con sus tributos se paga una cuenta tan alta, según una encuesta del programa Good Morning Britain, uno de cuyos periodistas, el respetado Piers Morgan, explicó por qué: Harry y Meghan ya vivían en un buen apartamento en el Palacio de Kensington y tenían la posibilidad de mudarse a otro más grande del mismo complejo, pero declinaron la oferta. Todo para alejarse del príncipe William, hermano de Harry, y su esposa Kate, con quienes las relaciones son cada vez más tensas. Puede leer también: Así fue el matrimonio católico de Carlota Casiraghi, la consentida de Mónaco La ventaja de permanecer en Kensington era que no habría sido necesario incurrir en gastos de seguridad, como sí está sucediendo con la mudanza fuera de Londres. Es el peor escenario para esta danza de millones, anota la prensa local, en momentos de drásticos recortes estatales en áreas como educación y bienestar social. Por su parte, el movimiento antimonárquico argumentó que 3 millones de dólares es justo lo que gasta una fundación en tratar a los veteranos de guerra con estrés postraumático.
350.000 dólares fue la suma que la pareja pagó por los muebles, accesorios y decoración, inspirada en espacios como este de Soho House, cadena de hoteles solo para ricos y famosos. La decoradora cobró 600 dólares por día. La irritación aumenta cuando se recuerda otro detalle: “Meghan es una actriz de Hollywood millonaria y Harry tiene una fortuna estimada en 25 millones dólares. Debieron pagar por la remodelación, teniendo en cuenta que no gastaron un céntimo por la propiedad. Pero no, quieren que la gente, que a duras penas llega al fin de mes, cubra su gasto”, anotó Morgan. La mala prensa arreció cuando los duques anunciaron que el bautizo de Archie sería a puerta cerrada. “No pueden pedir privacidad para Archie mientras el público paga su fastuoso estilo de vida. Tienen que seguir las reglas del juego”, protestó Celia Walden, comentarista de realeza del Daily Telegraph. Sugerimos también: Un hijo de la Reina Isabel acusado de abuso de menores El peso de las críticas recae especialmente en Meghan. Piers Morgan la llama “la nueva María Antonieta” y “la Kim Kardashian de la realeza”, “con la diferencia de que Kim paga sus cuentas”, dijo el periodista. Harry, por su parte, se está jugando la popularidad de que ha gozado siempre, por no entender que los británicos quieren compartir con él la alegría de su nueva familia, explicó su biógrafa no oficial, Penny Junor. ¿En qué se gastaron la plata Harry y Meghan? Pero no ha faltado la frívola curiosidad de saber en detalle qué salió tan caro y de husmear un poco en cómo viven los Sussex. Según Mail Online la mayor tajada, 1,5 millones de dólares, se la llevaron las adecuaciones estructurales, como tumbar muros, renovar pisos, techos, puertas, escaleras, chimeneas, vigas, etc.
En su cuarto, los Sussex instalaron esta bañera de cobre de la firma de lujo William Holden, de 6.200 dólares, cuya elaboración a mano requiere 120 horas-hombre de trabajo. Otro rubro gordo son las nuevas redes eléctricas y de acueducto, que valieron otro millón de dólares, a tiempo que los contratistas cobraron unos 950.000 dólares. La residencia tiene dos orangeries, o invernaderos de naranjos, calefacción amigable con el ambiente y espacios con mucha luz, ya que Meghan extraña su soleada California. Puede leer también: ¿Cómo crearon su fortuna las hermanas Kardashian? Otro lujo que asombra es un sistema para aislar el ruido, de 600.000 dólares, ya que viven muy cerca del aeropuerto de Heathrow, pero se cree que eso sí salió del bolsillo de ellos, al igual que los muebles, accesorios, empotrados y la decoración, inspirada en el estilo de Soho House, cadena de hoteles y clubes solo para ricos y famosos.
Meghan atesora ya un envidiable joyero con prendas de casas como Birks (el Tiffany & Co. de Canadá), Catbird, Missoma, Pippa Small y Vanessa Tugendhaft. De su marca Soho Home son los sofás, mesas, repisas y lámparas de la casa, en lo cual fueron asesorados por Vicky Charles, quien trabajó para la firma. Entre los tres, pero con un claro acento en la tendencia new age de Meghan, crearon el estilo confortable de la mansión, con lujosos tapetes de cachemira de Nepal y muchos cojines por todas partes. * Este artículo hace parte de la última edición de la revista Jet Set