Normalmente cuando un presidente está a pocos días de que se defina su reemplazo, la mayoría de los artículos en la prensa giran alrededor de él. Pero en este caso los que se ven sobre su mujer son comparables en número y en elogios. Michelle Obama, quien llegó a la Casa Blanca como la primera afrodescendiente en un país históricamente racista, saldrá de esta con una popularidad solo comparable con la de Eleanor Roosevelt en 1945.En materia de primeras damas ha habido de todo. Bess Truman y Mamie Eisenhower simbolizaron a las amas de casa tradicionales. Jacqueline Kennedy, la elegancia, distinción y glamur, aunque solo tenía 31 años cuando asesinaron a su esposo. Las esposas de Johnson, Nixon, Ford y Carter desempeñaron adecuadamente el papel contemporáneo atribuido a las cónyuges de los primeros mandatarios: promover la vida sana, hacer ejercicio, y decir no a las drogas y al alcohol, entre otras iniciativas de esa naturaleza. Las más poderosas han sido Nancy Reagan y Hillary Clinton, quienes no solo influyeron sobre sus maridos, sino también sobre la agenda gubernamental. Las dos esposas Bush pasaron a la historia por su discreción.Pero pocas habían despertado tanto entusiasmo y tanta admiración como Michelle Obama. Más oscura de piel que su marido y con 1,80 metros de estatura, no podía pasar desapercibida. No se trata de un ama de casa promedio, sino de una mujer proactiva y con convicciones que se ha ganado el respeto del país luchando por ellas. Tuvo su momento de mayor gloria la semana pasada en su discurso en Manchester, New Hampshire, en el que promovió la candidatura de Hillary Clinton, pero no pudo evitar abordar el tema de Donald Trump. “Tenemos un candidato que a través de su vida ha dicho cosas chocantes y degradantes sobre las mujeres. La semana pasada lo vimos presumiendo de haber asaltado sexualmente mujeres, y me ha sacudido profundamente. Me gustaría pretender que nada está pasando, pero esto no es algo que se pueda ignorar”, dijo. Para muchos estas palabras, y el resto de su discurso, le devolvieron la decencia al ámbito político en una campaña sin brújula moral.Su papel ha sido tan fundamental que los reconocimientos no se han hecho esperar. El diario The New York Times le dedicó varias columnas entre las que se destaca la de Frank Bruni, que postula que si bien Donald Trump se encargó de destruir sus lazos con el electorado femenino, Michelle Obama dio el gran golpe de gracia al “representar la conciencia de la nación y dejar claro que es una guardiana de nuestros valores más importantes”.El periódico neoyorquino también dedicó gran parte de su revista dominical a rendirle tributo por medio de voces protagónicas de la literatura, el activismo, el periodismo y la cultura actual. SEMANA reproduce varios apartes de estas voces para ilustrar el legado de Michelle Obama, una primera dama popular porque, más allá de su color de piel, no tiene par. "Con cariño para Michelle"Chimamanda Ngozi Adichie publicó la novela ‘Americanah’ en 2013, y el año siguiente el renombrado ensayo ‘Todos deberíamos ser feministas’. Sus postulados han inspirado, entre varios artistas, a Beyoncé, y estas son algunas de sus percepciones de la vida y el legado de Michelle.• “En el bufete de abogados en el que se conocieron antes de que el amor los uniera, fue mentora de su marido. Parecían ser amigos, socios, iguales en un matrimonio moderno en un nuevo siglo norteamericano. Y aun así, votantes y observadores, amplias franjas de Estados Unidos, querían que ella se conformara y se relegara, que limpiara su lengua de sabiduría y puyas. Cuando habló de su mal aliento en la mañana, un detalle peculiar y humano de su marido, la acusaron de castrarlo”.• “La historia de su vida, como la contó ella, era muy estadounidense y empapada de nostalgia: un padre que trabajaba turnos largos y una madre que se quedaba en casa. Casi un recuento mítico de autosuficiencia, de moderación, de satisfacción de clase trabajadora. Pero ella también descendió de esclavos, esos seres humanos completos considerados fragmentos por el Estado. Y la ambivalencia debe ser su derecho de nacimiento. Para mí, una persona criada en el extranjero que quiere a Estados Unidos, una de sus grandes curiosidades es esta: aquellos que tienen más razón para disentir son aquellos a los que menos se les permite”.• “Abrió las puertas de la Casa Blanca a las personas al margen. Ella perteneció a la clase trabajadora y también fue a Princeton, y por eso podía hablar de las oportunidades como un hecho tangible”.Por su parte, Gloria Steinem, la icónica activista feminista y escritora que por décadas ha abrazado muchas de las causas que Michelle ha impulsado y apadrinado desde su posición, añade:• “Sabía que, como su esposo, era abogada de Harvard, pero que, a diferencia de él, había crecido en el lado sur de Chicago y sus padres no habían ido a la universidad. Luego de la campaña exitosa de Barack al Senado, ella decidió no mudarse a Washington. Él viajaba entonces a su casa y a sus dos hijas en Chicago, donde ella ocupaba un cargo importante como cabeza de asuntos comunitarios en un hospital”.• “Cautivó mi imaginación cuando se convirtió en primera dama. Una mujer alta, fuerte, elegante y sumamente inteligente que vivía en la Casa Blanca. Logró transmitir dignidad y humor al tiempo, ser madre de dos hijas e insistir en cenar en familia, y abordar temas de salud y enfrentar una industria de alimentos acostumbrada a utilidades poco saludables. Lo hizo a pesar del yugo y del prejuicio que cuestionaban cada una de sus acciones”.• “Tras una década bajo el microscopio, consiguió lo que ninguna otra primera dama y muy pocas personas en ejercicio de cargos públicos lograron: vivir una vida pública sin sacrificar su privacidad o su autenticidad”. • “¿Qué hará ahora? Depende de ella. Podría hacerlo todo, desde convertirse en senadora del estado de Illinois hasta liderar campañas globales por la seguridad y la educación de las niñas. También podría escoger una vida privada. Sea lo que sea, confío en su juicio”.El biógrafo Jon Meacham, ganador del Premio Pulitzer y quien ha publicado libros sobre personajes como Thomas Jefferson, Andrew Jackson, Franklin D. Roosevelt y George H. W. Bush, se refirió así a la saliente figura: • “Se desempeñó como la primera afroamericana en ser primera dama, debía desempeñarse para ser exitosa en su rol público. En términos de Voltaire, cultivó su propio jardín sin amenazar o intimidar a los vecinos”.Por último, escribió Rashida Jones, actriz, guionista y productora de peso en Hollywood, quien ha sabido triunfar sin el apoyo de su padre, el productor musical Quincy Jones.• “Como primera dama ha cubierto todos los frentes: esposa cariñosa, madre protectora, defensora de la salud y del bienestar, entusiasta de los jardines y, sí, ícono de moda. Y todos estos logros dejaron satisfechos a los tradicionalistas”.• “Michelle Obama representa a la estadounidense moderna. Es muy raro que alguien pueda expresar tantas identidades al tiempo y ser auténtica”.• “Si la meta del feminismo es alcanzar una igualdad en oportunidades y elecciones, Michelle Obama me hace sentir que todas las posibilidades están abiertas. Es posible ir a Princeton y a Harvard, es posible rapear con Missy Elliott, es posible ser madre, abogada, y poderosa oradora. Tendrá su propio legado, separado del de su marido: el de ser la primera dama que mostró que no hay que escoger, que está bien serlo todo”.