Tenía apenas 13 años cuando corrió a ver a su ídolo, en un concierto de 40 mil personas en Sabanalarga, Antioquia, durante una Feria de las Flores. Darío apenas se veía como un punto en la lejanía, pero desde donde ella estaba, se dijo a sí misma: “algún día lo voy a conocer”.
En 2004 lo conoció en Radio Medellín. “Me sé 30, 40 canciones de Darío; en un escenario siempre canto muchas de él y puedo escucharme en un viaje de carretera 100 canciones suyas”, dice. La vida le dio la oportunidad de compartir varias veces tarima y hasta se cruzaron en algunos eventos.
“Nunca olvidaré cuando nos vimos en la Casa de Nariño, por un homenaje a Jorge Barón. Nosotros siempre hemos sido artistas relajados, y allá llegamos. Cuando terminó el evento ninguno tenía un carro o una van para devolvernos. Todos emperifollados salimos a coger taxi en pleno centro”, cuenta.
Para Arelys, su amigo era un hombre que pensaba más en la tranquilidad que en la fama. “Lo mejor que hizo por mí fue decirme que pagara mi pensión. ‘Mija, prométame que va a pagar pensión’, me dijo. La música es una carrera incierta, no se confíe”.
Hablaban seguido y por largo tiempo. “Siempre me llamó la atención que él fuera de los que no hacía un mal comentario de nadie. La prudencia fue su mayor virtud, nunca lo escuché hablando mal de un colega”, dice.