El pasado 21 de mayo se apagó la voz de uno de los compositores cardinales de la música vallenata: el maestro Omar Geles, de cuyo cancionero forman parte temas tan inolvidables como Los caminos de la vida, No voy a llorar y Busca un confidente. Su partida repentina causó una enorme conmoción entre sus miles de seguidores en Colombia y también en sus colegas, pues Geles les entregó varias de sus canciones y se convirtió en un mentor para numerosos intérpretes que buscaron seguir sus pasos
Una de ellas es Ana del Castillo, de 25 años. Una de las grandes voces femeninas del vallenato en la actualidad. La artista recuerda que la noticia de la muerte de Geles la sorprendió en su casa por los días en que grababa un nuevo trabajo discográfico y solo hablaba de “remasterización y mezclas” con los integrantes de su grupo. “De repente, ese día me dicen: ‘Siéntate, te vamos a decir algo’. Y yo supuse que me contarían algo sobre el álbum. Pero nunca imaginé que Omar se nos fuera a morir tan pronto, tan lleno de sueños. Ha sido uno de los golpes más grandes de mi vida”, relata Del Castillo.
SEMANA: ¿Cómo nace esa entrañable amistad con Omar Geles
Ana del Castillo: Yo era corista de Wilfran Castillo y Omar siempre me decía que cantaba muy lindo. Iba casi todos los días a su estudio, en Valledupar, a grabar maquetas, que es como la preparación de una canción que se le manda a otro artista. Y en todos estos años, entre maquetas y canciones, alcancé a hacer como 70 grabaciones, no solo vallenato, porque Omar era muy multifacético, pasando por rancheras, baladas y hasta reguetón.
SEMANA: Fue como un mentor de su carrera...
A.C.: Sí, a él lo conocí desde que tenía 14 años y ya tenía el sueño de cantar. Y en ese momento él me mandó una canción, que fue la primera que grabé, que nunca sacamos y con la que tengo muchos planes. Él me la mandó dos días antes de morir. La grabamos a dúo. Con los años, después de que pasé por varias agrupaciones, él mismo me dio un trabajo como corista y duré muy poco, porque me decía que yo debía ser solista, no corista. Y se nos quedaron otro montón de cosas sin grabar. Fue un artista que siempre creyó en mí, me decía que iba a destacar como mujer en este género y que sería muy exitosa. Cada vez que me afligía o estaba triste, me decía: “Tienes la mejor voz, nadie te gana en eso”. Y destacaba mi empoderamiento, mi forma de ser. Y decía que la tesitura de mi voz le gustaba mucho porque le recordaba a Patricia Teherán, a quien le compuso su tema estelar Tarde lo conocí. Omar fue un artista que creyó siempre en el talento de las mujeres. Y él sentía que desde ella no había llegado una artista que llenara ese espacio.
SEMANA: Muchos creen, precisamente, que usted puede ser la próxima Patricia Teherán...
A.C.: Cuando Dios manda a una persona la hace única. Hace el molde y lo rompe enseguida. Y cada uno es único e irrepetible. Creo que Patricia Teherán fue inmensa, una matrona. Pero cada quien tiene una luz y ella hizo lo que le correspondía en la música vallenata. Nos abrió el camino. Pero no solo tomo como artista cosas de ella, sino de otros grandes como Diomedes Díaz y Jorge Oñate.
SEMANA: De tantas canciones que grabó para Geles, ¿cuáles ocupan un lugar especial en su corazón
A.C.: El catálogo de Omar sigue abierto para la gente que quiera seguir grabando sus canciones. Tengo muchos temas de él que aún no han salido y viven en mi corazón, y espero tener en diferentes álbumes más adelante. Pero una de las canciones que ha sido crucial en mi vida como artista es La cachera, porque se volvió como un himno de las mujeres y porque a todos en la vida alguna vez nos han puesto los cachos. Cada vez que la escucho, recuerdo cuando me la dio.
SEMANA: Una de las últimas canciones que grabó de él es Te imaginaba. ¿Cómo es la historia de esa canción?
A.C.: Él me la entregó en enero de este año y en mayo Dios se lo llevó con él. Es una canción que habla de cuando una persona miente en su relación hasta que el otro se aburre y se va. Y en esa ausencia, comienzas a imaginar a quien ya no está, los momentos que ya no están. Y pienso que es lo mismo que nos pasa a quienes conocimos a Omar, a su familia, a sus seguidores, porque ha sido muy grande su ausencia desde que murió. A veces me consuelo pensando que simplemente está viajando. Al final, creo que murió como él quería. Siempre dijo: “Si Dios me lleva un día, quiero morirme componiendo una canción o jugando tenis”.
SEMANA: En algún momento se dijo que Omar y usted habían peleado antes de morir. ¿Cuál es la realidad de esa historia?
A.C.: Estábamos distanciados, pero por cosas de trabajo. Omar ya no quería tocar más el acordeón. Y hace cuatro años nos dijo que ya había terminado esa etapa. Quería cantar su propia música y tener conciertos. Y cuando él se propuso cumplir ese sueño, ya no nos veíamos constantemente en estudio. Y eso llevó a que yo durara con un trabajo discográfico sin hacer durante tres años. Pero no hubo peleas por eso. Siempre hablábamos, casi todos los días, solo nos distanciamos por el trabajo. De hecho, soy la madrina de su última hija, Isabella, y siempre he estado pendiente de ella. Lo que pasa es que la gente le pone morbo a todo.
SEMANA: El vallenato ha sido, desde sus orígenes, un género de hombres. ¿Qué tan duro ha sido abrirse paso como mujer?
A.C.: Creo que este es un género que ha ido cambiando su mentalidad, hay hombres que antes no iban a un concierto en el que cantara una mujer y ahora no se lo pierden. Ser mujer en este género es una responsabilidad muy grande, porque somos pocas. Y me gusta apoyar a la que vienen detrás. Pero no es fácil. En este género, el hombre puede hacer lo que sea. Pero de mujer te critican por todo, por como hablas en tarima, lo que te pones, si el vestido es muy corto. Cuando lo que debería pasar es que se respete el estilo de cada artista. Por eso digo que no anhelo ser famosa, porque la fama te expone a esas cosas desagradables. Yo soy una persona que tengo el bochinche sobre las espaldas, tengo buena y mala fama. Por eso, mi meta es tener éxito, no fama.
SEMANA: El país la conoció tras su paso por Factor X. ¿Cantar fue un sueño desde niña?
A.C.: Comencé cantando en los cumpleaños de mi papá. Si le llevaban una serenata con mariachis, yo les quitaba el micrófono y comenzaba a cantar. Con 12 años llegué al Factor X con una canción cristiana porque cantaba en iglesias en ese tiempo; fue una época difícil de mi vida porque mis padres se estaban separando y encontré en la música una manera de afrontar el dolor. Y desde los 13 empecé como corista de grandes como Poncho Zuleta, a quienes siempre les agradeceré su apoyo.
SEMANA: ¿Qué hace falta para que haya una reina vallenata, así como hay un rey vallenato?
A.C.: Se han dado avances, pero no le han dado esa aceptación que se merecen las mujeres que tocan acordeón y guacharaca. Y hay muchas con talento. Pero hay mucho machismo y no se acepta a una mujer que toque acordeón. El día que se elija a una reina vallenata, muchas cosas cambiarían y seríamos más las mujeres en el género vallenato.