La presentadora Diva Jessurum se ha hecho famosa por ser una de las periodistas de entretenimiento más incisivas a la hora de contar los chismes y pormenores inéditos de la vida de la farándula colombiana. Sin embargo, ella misma también ha protagonizado una historia de superación digna de uno de los capítulos de su programa Se dice de mí.
Jessurum ya le había contado al mundo que padeció cáncer de seno y eso le cambió la vida rotundamente, pues no solo le hizo ver su entorno desde una nueva perspectiva, sino que también le ayudó para adoptar nuevas prácticas que tienen que ver con su espiritualidad, uno de los pilares más fundamentales en su lucha contra su enfermedad.
En medio de su proceso de recuperación y las enseñanzas que le dejó esta tapa en su vida, a través de sus redes sociales, la presentadora habló sobre lo difícil que puede ser para una mujer verse al espejo y evidenciar que está calva.
“No es fácil verse al espejo calva y tener al mismo tiempo el corazón vulnerable. Hoy quiero abrirle mi alma a todas las personas que en algún momento han enfrentado este dolor. Los entiendo de principio a fin. Por eso, quiero decirles que el cuerpo es un empaque, por eso hay que trabajar primero en sanar en alma. Cuando ya estemos fortalecidos sí hay que hacer hasta lo imposible por recuperar lo que éramos antes”, dijo Diva en su Instagram.
Diva ha contado en sus redes lo difícil que se ha sido para ella volver a recuperar su cabello y sentirse ‘nuevamente’ ella, pues, en medio de su proceso con las quimioterapias, una de las cosas que más le preocupaba era perder su cabello, motivo por el cual se acercó a varios profesionales en medicina para solicitar ayuda en ese tema.
“Yo le dije al doctor: ‘Pago lo que sea con tal de que usted me haga un tratamiento que no me haga caer el cabello’. Y me dijo: No existe un tratamiento en la faz de la Tierra que no te haga caer el cabello y se te va a demorar mucho en crecer”, señaló.
Jessurum, contó a SEMANA que para atravesar esos difíciles momentos hizo el famoso ayuno de Daniel: “Me concentré en lo que dijeron los médicos y me concentré en orar, por eso necesitaba silencio y privacidad a mi alrededor. Hice el ayuno de Daniel, él era un profeta que interpretaba los sueños, era un sabio. Es un ayuno de 21 días en los que no comí carnes, dulces, nada que no fueran legumbres y frutas.
Diva sigue viviendo su vida al máximo, sin dejar atrás su etapa, pero pidiendo a Dios avanzar con firmeza en cada paso “Hoy yo solo puedo sonreír ante la vida. Saber que Dios está conmigo, llena mi corazón de paz y amor, pero amor del bueno, del verdadero, de ese que no se hace daño, el que te hace crecer, te impulsa, te anima y te hace sentir que, pase lo que pase, todo va a estar bien”.