La mujer más rica de Francia y también de Europa, Liliane Bettencourt, está en todo el derecho de decir: "Puedo hacer lo que me dé la gana con mi plata". Pero cuando lo que se hace con esa plata es darle a alguien un regalito de más de 1.000 millones de dólares, es imposible no generar controversia. El año pasado, la heredera del imperio de cosméticos L'Oréal y su única hija, Françoise Bettencourt-Meyers, se convirtieron en las protagonistas de una batalla familiar por cuenta de la generosidad extrema de la madre con un fotógrafo y escritor con fama de gigoló y arribista. Su nombre es François-Marie Banier, tiene 62 años y entre efectivo, cuadros de artistas como Matisse y Picasso y seguros de vida por valores astronómicos ha recibido de la magnate alrededor de 1.400 millones de dólares. Françoise, asustada por la posibilidad de perder su jugosa herencia, demandó al hombre por aprovecharse del "frágil estado mental" de su mamá ,y ha pedido que se la declare incapaz de manejar su fortuna y se le designe un tutor. A Liliane, al parecer, no le cayó en gracia la actitud de su hija, por lo cual rompió relaciones con ella, y a través de sus abogados ha manifestado que el dinero que regaló no es nada comparado con su fortuna, la cual, según Forbes, es de 20.000 millones. Y ahora, cuando quedan pocos días para que empiece el juicio, aparecieron unas conversaciones grabadas por un mayordomo en los últimos 12 meses que demostrarían no solo la falta de memoria de madame Bettencourt frente a los obsequios que le habría dado a Banier, sino también que el presidente Nicolas Sarkozy está metiendo las narices en el caso. El mayordomo, que está acusado de violación a la privacidad, entregó más de 20 horas de grabación a la hija de Bettencourt, quien a su vez se las dio a la Policía. La idea es que pese a su origen ilegal, el material pueda ser utilizado como evidencia en el caso contra Banier por abuso. Entre las conversaciones que se habrían filtrado al periódico Médiapart hay una en la que la mujer, de 87 años, casi sorda, le pregunta a su abogado Jean-Michel Normand qué le ha dejado a Banier en su testamento. "Todo", le responde en voz baja. Ante la confusión de Bettencourt, lo que demostraría sus lagunas mentales, Normand le confirma: "Sí, eso fue lo que usted misma me dijo". Más perdida parece cuando su asesor financiero Patrice de Maistre le comenta que ella le regaló a su protegido una isla en las Seychelles, en el océano Índico. "¿De verdad quería comprarle una isla?", pregunta ella con cierta incredulidad. Según el medio de comunicación, hay otra cinta donde la señora afirma que "él me agrada, es muy inteligente...pero me está matando...Es muy demandante: dame esto, dame aquello". Banier no sería el único en busca de obsequios: De Maistre se oye pidiéndole dinero para comprar "el yate de mis sueños". Los abogados de Françoise Bettencourt-Meyers aseguran que las grabaciones prueban que la accionista mayoritaria de L'Oréal es manipulada por su círculo de colaboradores y piden a las autoridades que le practiquen exámenes médicos para constatar que no está en capacidad de tomar decisiones. Por su parte, los representantes de la anciana acusan a la hija de ser responsable del espionaje y no creen en las buenas intenciones del mayordomo, quien asegura que grabó a su patrona para protegerla. Pero quizá más escandaloso es que el problema familiar ha adquirido una dimensión política. Todo indica que Sarkozy estaría usando su influencia ante la justicia para ayudar a madame Bettencourt, su amiga cercana, a quien conoce desde que fue alcalde de Neuilly-sur-Seine, suburbio donde vive la anciana millonaria. En uno de los diálogos, De Maistre le cuenta a su jefa que se había reunido con el consejero jurídico del mandatario francés y que este le dijo que "el Presidente está siguiendo el proceso judicial de cerca" y agregó que "conocemos al fiscal muy, muy bien". Como si fuera poco, las grabaciones han sacado a la luz un tema de evasión de impuestos pues Bettencourt tendría cerca de 100 millones de dólares en cuentas bancarias suizas no declaradas al fisco, y su asesor estaría "poniendo otra en Singapur porque allí no nos pueden pedir nada". Además, le aconseja financiar la campaña para las elecciones regionales (de marzo pasado) de una candidata de Sarkozy y hacer donaciones al ministro de Trabajo, Eric Woerth. Lo que más despierta suspicacias es que este último está casado con una de las asesoras financieras de la poderosa matriarca y no han faltado quienes le piden la renuncia. La razón de tanto embrollo es que hasta hace poco Woerth manejaba el presupuesto nacional y encabezó una cruzada contra la evasión de impuestos. El ministro se defiende. Dice que él y su señora desconocían el asunto, pero por si las dudas anunció la renuncia de ella. Aseguró que se trata de un montaje para sabotear una polémica reforma pensional del gobierno. Entre tanto, los abogados de Bettencourt dicen que la anciana revisará sus cuentas con las autoridades, pero advierten que es una de las mayores contribuyentes. Este es solo el último episodio de un culebrón que habría empezado en 1987, año en que Bettencourt posó para la lente de Banier por encargo de la revista Egoïste. La debilidad del fotógrafo siempre ha sido rodearse de celebridades de la talla de Salvador Dalí (con quien se rumoró que tuvo una relación), François Mitterrand, Yves Saint Laurent, Carolina de Mónaco y Johnny Depp. Pierre Bergé, quien fue pareja y socio de Saint Laurent, lo describió como un vividor y un artista mediocre cuyo principal talento es "saber seducir a las viejas", pese a ser gay. Banier ha dicho que su relación con Liliane no ha pasado de ser "platónica" y que su esposo, André Bettencourt, estaba al tanto. "Nuestra amistad es azul, como este cuadro de Matisse", le dijo Banier a su benefactora en una ocasión. La respuesta de ella: "Pues te lo regalo, François-Marie". Madame Bettencourt estipuló que muchas de sus obras cuelguen en las paredes del apartamento de su amigo cuando muera. En la lista de conquistas de Banier figura, entre otras muchas ancianas aristocráticas, Madeleine Casting, millonaria decoradora a quien conoció cuando él tenía 23 años y ella 75. Un día ella se resbaló por las escaleras de su mansión y él la acompañó en la ambulancia: "Querido, este es nuestro viaje de bodas", le habría dicho Casting, aunque su nieto cree que él fue responsable del accidente "porque ella se negó a darle algo". Esta faceta de maltratador coincide con relatos que dieron empleados de Bettencourt a las autoridades, antes de ser despedidos por su "falta de lealtad". Cuentan que discutían por dinero y que la millonaria firmó los cheques más sustanciosos recién salida del hospital cuando estaba vulnerable. Su contadora reveló que "el señor Banier me llamaba prácticamente todos los días para decirme que tenía que recordarle a 'madame' Bettencourt que la amaba, que se preocupaba por ella y que necesitaba dos o tres millones para hacer una piscina". Dicen que también le advertía al ama de llaves que se asegurara de que la anciana llevara su chequera cuando salían a cenar, y que durante un viaje juntos a una isla a él se le antojó pintar y le pidió a su generosa amiga que enviara su jet privado a París para buscar sus pinceles. Otros cuentan que Banier quería que Bettencourt lo adoptara y que ante la rabia de su hija solía decir con desfachatez que había "suficiente dinero para los dos". La multimillonaria tilda a Françoise Bettencourt-Meyers de celosa y le reprocha su "indecente impaciencia" para quedarse con todo. Por medio de sus abogados ha explicado que está muy agradecida con Banier por estimularla con sus obras, por apoyarla cuando enviudó y considera que no tiene nada de raro patrocinar a un artista. Su hija responde que es imposible creerse el cuento del mecenazgo: "Con 1.000 millones de euros se puede construir el Louvre".