Jeanette y Alexander Toczko se conocieron a los ocho años y desde esa edad empezaron a ‘salir’. Se casaron el 29 de junio de 1940, tuvieron cinco hijos juntos y vivieron los últimos años en San Diego, California. “No les gustaba estar separados. Era como si sus corazones latieran al mismo tiempo”, dijo en estos días una de las hijas que tuvieron al canal ABC. La salud del veterano de la guerra, de 95 años, empeoró hace pocas semanas, después de que se rompió la cadera. No tardó mucho tiempo en que la señora Jeanette Toczko, de 96, también se enfermara y quedaran ambos incapacitados en una cama. Llegaron tiempos difíciles. Él ya no se podía parar de la cama y ella estaba deprimida, pero estaban muy pendientes del 29 de junio, fecha en que celebrarían 75 años de matrimonio. Aunque no alcanzaron a cumplirlos (él murió la noche del 17 de junio y ella a la mañana siguiente), la pareja cumplió con el mandato del matrimonio: “en lo próspero, en lo adverso, en la riqueza, en la pobreza, en la enfermedad y en la salud, hasta que la muerte nos separe”. En efecto, sólo la muerte pudo separarlos, aunque por poco tiempo. Ya les habían advertido a sus hijos que su última voluntad era morir en los brazos del otro, y así fue. Aimee Toczko-Cushman, una de las hijas de la pareja, asegura que ella le confirmó la noticia a su mamá. “Le dije que papá ya se había ido. Ella lo abrazó y le dijo: ‘¿Ves? Esto era lo que querías: morirte en mis brazos. Te amo, espérame que muy pronto estaré contigo’”. Entonces Aimee y los otros cuatro hijos (Donna Tang, Richard Toczko, Lynne Edwards y Andra Toczko) se retiraron del cuarto y ella se quedó acostada junto a él. Menos de 24 horas después encontraron que ella también se había ido. Los cuerpos sin vida estaban abrazados. La imagen de ese momento fue capturada en una foto que conmovió a miles de personas, luego el hecho lo registró la prensa internacional. La enfermera de la pareja dijo que era una de las cosas más increíbles que había visto: “Dieron sus últimos respiros abrazados”, comentó. Los cuerpos del señor y la señora Toczko fueron luego enterrados en el cementerio nacional Miramar, en San Diego, California.