Phil Spector habría pasado a la historia como un genio por llevar el rock and roll a la misma categoría de Richard Wagner. Eso no solo lo convirtió en el productor más codiciado en las décadas de los sesenta y setenta, sino también en un excéntrico millonario a temprana edad. Tanto es así que hoy muchas de esas canciones producidas, como Imagine, My Sweet Lord y otras tantas de Tina Turner, son éxitos atemporales que deleitan a todas las generaciones. Pero Spector, tristemente, dejará una mancha en toda esa intachable hoja de vida profesional por su personalidad excéntrica, celosa y violenta. En 2007, luego de dos juicios, fue condenado por la muerte de la actriz Lana Clarkson y sentenciado a 19 años de prisión en una cárcel de Estados Unidos.

Muchos de sus biógrafos trazan el comienzo de esa violenta vida desde un evento que ocurrió a los 18 años cuando iba de gira con su primer grupo, The Teddy Bears, y cuatro matones lo arrinconaron en un baño. Luego del asalto, Spector juró que nunca más se dejaría intimidar. Desde ese momento, empezó una relación estrecha con las armas, iba a todos lados con guardaespaldas y disparaba cuando algo no salía bien. En una de esas ocasiones, una bala rozó la oreja de John Lennon en una sesión de grabación en estudio. Lennon, confundido, le respondió: “Si me quieres matar, hazlo de una vez, pero no me jodas los oídos porque los necesito”. A Leonard Cohen lo apuntó con su pistola mientras le decía “I love you”. Cuando le apartaba el arma, Cohen le respondió: “Espero que así sea, Phil”.

Pero para otros su difícil niñez fue la que marcó para siempre esa personalidad dual de Dr. Jekyll y Mr. Hyde. El músico y productor nació en 1939 en una familia de clase media del Bronx. El suicidio de su padre, a sus 9 años, hizo que se trasladara con su madre y su hermana a Los Ángeles a probar suerte. Por fortuna, el asmático e introvertido Phil se interesó por la música. En poco tiempo ya sabía tocar piano, guitarra, percusión y cuerno francés. Desde entonces, su vida fue similar a la de cualquier otro músico precoz. Antes de cumplir 20 años ya había tenido un grupo (The Teddy Bears) y un éxito en las listas de música. La canción To Know Him is to Love Him fue número uno en Estados Unidos por varias semanas y vendió un millón de copias. En los ochenta, regresó a los primeros lugares con las versiones que Linda Ronstadt y Dolly Parton hicieron de ella.

A los 19 años era director de la división de rhythm and blues de Atlantic Records y había creado su propio sello musical (Phillies), con el cual forjó su fama de productor grandioso. Con 21 era un millonario hecho a pulso, porque a la simplicidad del rock and roll le añadió el sonido de violines, saxofones y coros, como bien se escucha en canciones como River Deep Mountain High, de Ike y Tina Turner, y You’ve Lost That LovingFeeling, de The Righteous Brothers (la canción más reproducida en la historia, superando a Yesterday). Él las consideraba arte puro y comparable con las obras de Wagner o Beethoven. Las llamaba “sinfonías para niños”.

Con esa fama, Spector llegó al radar de The Beatles, quienes lo contrataron nada menos que para la producción del que sería su último disco, Let It Be, en el cual se escucha la pared de sonido característica de Spector, especialmente en canciones como The Long and Winding Road y Across the Universe. La relación profesional con algunos de los miembros de la banda continuó aun después de la separación del cuarteto de Liverpool. George Harrison lo llamó para producir su álbum All Things Must Pass, y John Lennon, para Imagine. En su lista también estuvieron Leonard Cohen y The Ramones. En realidad, son muchos más los que tomaron su influencia, como Bruce Springsteen en su álbum Born to Run y The Beach Boys.

Produjo álbumes como Let It Be, de The Beatles, Imagine, de John Lennon, y All Things Must Pass, de George Harrison. También trabajó con Tina Turner y The Ramones. Su influencia en la música es tal que muchos críticos dicen que se debería hablar de la era pre-Spector y pos-Spector.

Es tal su impacto en el género que, según los críticos, debería haber un momento de quiebre en la música para distinguir la era pre-Spector y pos-Spector. Porque él, sin duda, fue más que un productor. Muchos lo ven como un visionario al crear un sonido nuevo para la música pop, una técnica llamada pared de sonido, que lo convirtió en el primero en incluir coros, violines y otros instrumentos clásicos que le dieron mayor peso a ese género.

Y así como ante el público y los músicos tenía la fama de genio altamente creativo y obsesivo con la perfección, su vida privada era un desastre. Exhibía un temperamento inestable, sufría de celos enfermizos y su neura lo llevaba a cambiar de ánimo de un minuto a otro. La fama solo acrecentó todos estos rasgos. A su hábito de ir armado a todo lugar se suman miles de otras anécdotas que muchos no vieron en un comienzo como señales de preocupación.

A su segunda esposa, Ronnie Bennett, cantante del grupo The Ronettes, Spector le decía constantemente que la mataría si llegaba a serle infiel y, de hecho, tenía un ataúd de cristal en el sótano de su mansión en Los Ángeles y le advertía que ahí terminaría si lo traicionaba. Ella lo abandonó luego de años de abuso físico y psicológico por mantenerla cautiva en su casa.

Le secuestró unas grabaciones a Leonard Cohen, quien, para evitar problemas, le dejó para siempre. A la ceremonia de ingreso al Salón de la Fama del Rock & Roll llegó rodeado de guardaespaldas y tras dar un discurso ininteligible se esfumó y se sumió en el anonimato por años.

Todos estos eventos fueron considerados parte de su naturaleza extravagante, propia de un famoso que, aunque no era propiamente estrella del rock, se sentía y comportaba como una más. Muchos músicos decían abiertamente que Spector era una mala persona.

A su temperamento feroz se le sumaban sus extravagantes pintas, gafas oscuras y una colección de pelucas para ocultar la calvicie. Pero ninguno de sus amigos cercanos vislumbró que su lado oscuro afloraría de tal forma en 2003 cuando esos actos de violencia dejarían de ser anecdóticos.

En febrero 3 de ese año, luego de conocer a la actriz Lana Clarkson, de 40 años, en un club, la llevó a su mansión. De lo que sucedió después solo se conoce la versión del chofer, que aguardaba afuera instrucciones del músico, y quien en esa espera escuchó un disparo. El cuerpo de Clarkson estaba en una silla con una herida de bala en la boca. En el juicio Spector dijo que había sido un suicidio accidental y que ella simplemente “besó la pistola”.

Seis años después, la Fiscalía encontró evidencia de otros incidentes similares con cuatro mujeres que se negaron a hacer lo que él les pedía. En ese juicio salió libre, pero un año después, cuando la justicia volvió a juzgarlo por el mismo delito, Spector fue hallado culpable de homicidio en segundo grado y condenado a 19 años de cárcel. Hace cuatro semanas, a los 81 años, lo diagnosticaron con covid y fue trasladado a un hospital desde su celda. A pesar de que ya se estaba recuperando, murió de causas que aún son objeto de investigación.

En entrevistas anteriores a este hecho, Spector había declarado que mucha gente lo envidiaba y quería ser como él. Eso le resultaba absurdo, pues era consciente de sus demonios: “Nadie quisiera ser como yo. Soy un loco hasta cierto punto, yo soy mi peor enemigo”, decía. En otra ocasión reveló que sufría de trastorno de bipolaridad y tomaba medicamentos para la esquizofrenia.

Hoy todos los que lo recuerdan saben que su muerte es agridulce. Por un lado, deja pocas canciones de su autoría, pero todas, sin duda, obras maestras. Por el otro lado, queda esa personalidad con magnetismo especial para la oscuridad. Lo cierto es que, aunque su vida privada opacó al final su genialidad, su talento seguirá brillando en las muchas canciones hermosas que ayudó a producir e inmortalizar.