El mayor ambientalista que Claudia Bahamón conoció en su vida ha sido su abuelo Fabio, que murió a los 92 años. Un paisa nacido en Quindío que a los 18 años se marchó al Huila, a caballo, y fundó una vida.
Él, claro, no conocía ese concepto, reconoce la presentadora, “lo hacía muy orgánico. Toda su vida sembró frutas y verduras y vivía de ellas. Les cantaba a las plantas, les hablaba, mientras mi abuela les echaba aceite de naranja a las frutas para que se vieran brillantes y las compraran más”.
Fue gracias a ese abuelo que Claudia creció en medio de árboles frutales en su infancia; “mis primos y yo bajábamos, canasta en mano, las frutas de los árboles, que mi abuelo marcaba con sus nombres científicos”.
Los recuerdos aparecen cuando se le pregunta cómo comenzó su amor por el medioambiente, labor que la hizo merecedora del reconocimiento Mujer del año en sostenibilidad, que entrega She Is Global Forum, el foro latinoamericano más grande para la equidad de género. De esa faceta desconocida por muchos, conversó con SEMANA.
SEMANA: ¿Y entonces con un abuelo así, difícil no sentir amor por el medioambiente?
Claudia Bahamón (C.B): Ese fue un primer momento. Hace 19 años, cuando me vine a vivir a Los Ángeles, noté que en el supermercado los frutos eran iguales. Perfectos, del mismo color y tamaño. Recuerdo que un día partí un tomate, salí de viaje y lo dejé afuera. Y al regresar, seguía intacto. Llamé a mi abuelo a Colombia y le dije: Algo estamos haciendo mal. Y él me contestó: No, lo que está perfecto es la imperfección de la naturaleza. Luego de eso, me puse a investigar y descubrí que lo que en realidad había detrás eran alimentos genéticamente modificados. Y empecé a hacerme muchas preguntas sobre muchos temas, entre ellos el cambio climático.
SEMANA: Este reconocimiento a muchos les pareció extraño porque su nombre ha estado ligado al mundo del entretenimiento…
C.B: Y tienen razón. Hay personas que hacen mucho más que yo, pese a que he trabajado con Greenpeace, WWF y junto a figuras como Sylvia Earle, una de las más importantes oceanógrafas del mundo. Otros viven en sus territorios alzando la voz e incluso mueren por ello. Por eso, este premio se lo dediqué a esos líderes ambientales que han perdido la vida en esa lucha y que no son visibilizados. En agosto de 2020, conocí a uno de ellos, era del Chocó y me contó su lucha contra la deforestación y la violencia. Poco después, fue asesinado. Sé que mi labor la he hecho desde un lado privilegiado, pero justamente he aprovechado mi visibilidad para luchar por el planeta.
SEMANA: ¿Alguna vez, al igual que ellos, se ha sentido amenazada por esa labor?
C.B: Es algo de lo que poco hablo, pero sí. Una vez estaba en una charla que me invitaron a dictar. Y al rato comienzo a recibir amenazas de muerte a través de redes. Me decían por Twitter que no volviera a Colombia: “Le matamos a su familia y empezamos por sus hijos”, me escribieron. Después de eso, me quedé callada unos seis meses y entendí que en realidad a la gente la matan por alzar la voz por el planeta y la vida. Ese año habían asesinado a más de 200 líderes ambientales. Recuerdo eso y me dan ganas de llorar. Pero, aquí sigo, porque quiero dejarles a mis hijos un planeta tan vivo como el que a mí me tocó en la infancia.
SEMANA: ¿Qué representa esta distinción que le hace She Is Global Forum?
C.B: Ha sido lo más importante que me ha pasado en estos años de labor. Yo entré a la televisión hace 22 años. Y, alguna vez, cuando empecé a hablar de estos temas, la gente me callaba, me decían: “Hable más bien de moda y de reinas. Yo ponía una foto en bikini y conseguía 5.000 likes. Pero subía una sobre explotación de recursos animales y me mandaban al carajo. Pero, si tienes una voz que les llega a tantas personas, debes usarla. Por eso nunca me callé.
SEMANA: Dentro de muchas iniciativas que usted lidera aparece BeCla. ¿Cómo describir esta plataforma?
C.B: Es una plataforma de educación para empoderar a las personas y mostrarles que pueden ser parte de la solución. No soy una ambientalista radical, todos podemos hacer algo por el medioambiente. BeCla nace para quienes quieren ayudar, pero no saben cómo hacerlo. Busca inspirar y acompañar a su comunidad de más de seis millones de personas, compartiendo a través de sus blogs, pódcast y redes sociales, sus aprendizajes y experiencias como una consumidora más responsable y consciente con el medio ambiente.
SEMANA: Usted también está detrás de Conexión Océano, que este año llega a su tercera edición…
C.B: En esta iniciativa involucro en cada edición a unas 35 personas de diferentes campos, entre empresarios, músicos, deportistas y artistas. Les muestro la realidad de los territorios. Hablamos con las comunidades y les ayudamos a cambiar. El año pasado estuvimos en Nuquí y nos contaron la realidad de Tribugá, considerado el lugar más biodiverso de Colombia, donde incluso en algún momento quisieron hacer un puerto, una idea que por fortuna y la presión de muchos sectores no prosperó. Este año se hará en Providencia.
SEMANA: Además, usted impulsa un sello de moda sostenible. ¿Cómo funciona?
C.B: Es una etiqueta ambiental voluntaria de empresas y diseñadores de moda, una industria que tristemente es considerada la segunda que más contamina. Este sello es una guía para que hagan las cosas bien y contaminen menos. Les hacemos un diagnóstico y las confrontamos con sus prácticas ambientales. Si malgastan el agua, si usan productos que no son sostenibles. Algunos aceptan ese llamado y empiezan a cambiar y les damos el sello.
SEMANA: ¿Y ese mismo amor por el medioambiente lo vive en familia?
C.B: Mentiría si digo que mis hijos y mi esposo son los más ambientalistas. Yo les inculco muchas prácticas en la casa, reciclar, por ejemplo, pero ellos se enfrentan a otras realidades en el colegio. En casa es tan difícil como lo es con otras personas. Hasta en MasterChef lo hago. Cada año tratamos de que la producción sea cada vez más amigable con el medioambiente; me ha tocado echarles cantaleta.
SEMANA: Este año usted vivió un episodio grave de salud por cuenta de una mala práctica médica que la alejó de una de sus grandes pasiones: el buceo. ¿Cómo está hoy su salud?
C.B: En este momento no puedo bucear y hacer la práctica de apnea. Mi pulmón colapsó en un 80 por ciento. Estuve casi que entre la vida y la muerte, un momento donde uno siente que la vida es muy frágil. Y tengo que darle un tiempo de recuperación porque cuando haces apnea tus pulmones se contraen mucho. La noticia me dio muy duro, estaba conectada al oxígeno, con un tubo directo al pulmón. Estaba muy sensible. Tengo que ser muy prudente y esperar a que los médicos me permitan hacerlo. Pero me siento bien de salud.
SEMANA: ¿Cómo ha lidiado con las críticas que recibe por tener a su hermano como presidente de la Federación Nacional de Cafeteros?
C.B: En la intimidad de mi casa, lloro con tantas críticas. Porque me afectan los comentarios malintencionados. Sé que mi hermano está ahí por sus méritos, por lo brillante que es como profesional y sé que, como en todo lo que ha hecho en su vida como profesional, tendrá un desempeño intachable.