El propio Raimundo Angulo, el hombre que durante años ha buscado mantener vivo el legado del Concurso Nacional de Belleza –que celebra 90 años de fundación por estos días–, lo admite con todas sus letras: “Los reinados de belleza han perdido interés, es una verdad que hay que reconocer”.
Lo cuenta en SEMANA y comparte sus razones: “Se debe a la clase de concursos que hoy se están haciendo en todo el mundo, que permiten participar a mujeres casadas, con hijos y hasta transexuales. Y la verdad es que a muchos colombianos no les interesa esa clase de reinados (...) Los transexuales están en su derecho de participar en un concurso de belleza, al igual que las mujeres casadas, pero en el Concurso Nacional de la Belleza, es mejor que se queden en la casa las señoras”, dice sin ruborizarse el empresario cartagenero que preside el Concurso Nacional desde 1996.
Un trabajo que por décadas lideró su madre, Teresa Pizarro de Angulo, que escribió una era dorada del certamen, de la mano de reinas tan recordadas como Paola Turbay, Paula Andrea Betancourt y Carolina Gómez, que se ubicaron como virreinas universales de la belleza en una seguidilla que emocionó al país.
Hasta ahora, Luz Marina Zuluaga y Paulina Vega Dieppa han sido las únicas colombianas que han ganado el título de Miss Universo, en 1958 y 2014, respectivamente.
Pero, lejos del pesimismo y del hecho de que en 2023 el concurso –el más importante de su tipo en el país– no pudo realizarse por falta de patrocinio, Raimundo sigue creyendo que se trata de un espacio en el que, a través de la belleza de una veintena de mujeres, el país logra olvidarse por unos días de los políticos, la violencia, la pobreza, las polémicas.
De hecho, este fin de semana, como ya es tradición en Cartagena por el mes de noviembre, se llevará a cabo una nueva edición del certamen, en el que la barranquillera Sofía Osío Luna, quien ostentó el título por dos años, coronará a su sucesora.
Será un reinado que se vivirá de forma diferente. En el pasado, se trataba de un evento que lograba paralizar al país por varios días y los colombianos seguían, en detalle, el desempeño y desfiles de las candidatas. La noche de coronación era básicamente un plan que convocaba a las familias alrededor de un televisor, al mejor estilo de un partido de la selección Colombia.
Hoy, el panorama es distinto: hay desinterés de las marcas patrocinadoras, los medios de comunicación y hasta de los propios espectadores, que tuvieron que acostumbrarse a que la ganadora de este certamen, como consecuencia de una disputa legal, ya no participe en Miss Universo, sino en Miss Internacional.
Hay quienes le dan la razón a Angulo y sostienen que el desinterés de los concursos, que en su mayoría tiene seguidores muy tradicionales, se debe a que muchos de ellos han flexibilizado sus reglas, por lo que ahora es posible apreciar a un nuevo tipo de concursantes. “Los concursos se dejaron permear por la inclusión. Pero siempre he creído que juntos, pero no revueltos”, dice Fabián Chacón, preparador de reinas.
No está de acuerdo con ello Camila Avella, Miss Universse Colombia 2023, casada y madre de una hija. “La belleza ha cambiado y los tiempos también. No por el hecho de que una mujer se case y se realice como madre deja de tener belleza”.
Paola Turbay, quien fue señorita Colombia en 1991 y hasta ahora una de las beldades más queridas del país, reconoce que tres décadas atrás el Concurso Nacional de Belleza era un trampolín soñado para proyectarse en el modelaje, la actuación (como en su caso) y la presentación.
Hoy, sin embargo, muchas modelos entendieron que existen atajos más cortos para lograr esa visibilidad y con muchos menos recursos, especialmente a través de las redes sociales. No hay que olvidar que, en algunos casos, la participación de una candidata representa para una región hasta más de doscientos millones de pesos, entre vestido y preparación.
Otro factor que ha entrado en juego es la transformación del concepto de belleza. “Las mujeres colombianas en estos 40 años han cambiado, han construido nuevos significados de la femineidad y la belleza, que cuestionan los cuerpos, objetos de consumo y de tráfico estético. En otros tiempos eran más de 400 periodistas listos a disparar sus flashes sobre las hembras en exhibición y a escribir artículos insulsos, repetidos, panfletarios, sobre el “ángel” de aquella, los muslos blandos de la otra, la celulitis de esta, el pasado turbio de la de más allá, el busto perfecto de la del Chocó y el derrière de Antioquia”, como lo señala la escritora y feminista Florence Thomas.
Legado para el país
Turbay recordó en SEMANA cómo su reinado fue una suerte de bálsamo en “una época muy dura del país”, marcada por la violencia del narcotráfico. “En ese momento solo teníamos dos canales de televisión, muy pocas emisoras de radio, todo el mundo veía y escuchaba lo mismo. Los motivos de alegría y de frustración eran los mismos. Y ver que yo era la que generaba esa alegría, era genial. Solo tenía 21 años en esa época. Y sentir que estaba recorriendo la 26 en un camión de bomberos como lo hacía la selección Colombia, uniendo a la gente, era estar a otro nivel”.
Angulo asegura que, a pesar de los vientos de inclusión que soplan en otros reinados, es la belleza clásica la que trasciende. “Hoy en día hablar de belleza es más complejo, no era como cuando empezó el reinado hace 90 años. Los parámetros con los que se evalúa la belleza de una mujer han cambiado, en lo personal e intelectual y en lo físico”.
Habla la actual Señorita Colombia
Sofía Osío Luna entregará la corona en la ceremonia de este domingo, 10 de noviembre.
SEMANA: Tras dos años, ¿qué representa dejar de ser señorita Colombia?
Sofía Osío: Siento algo de nostalgia. Y en varios de los eventos de estos últimos días se me han escapado algunas lágrimas. Estos dos años han sido inolvidables.
SEMANA: ¿El suyo es el típico caso de la niña que siempre soñó con ser reina?
S.O.: La verdad, no. Como hasta los 15 años fui una mujer insegura, peleaba con mi peso y mi figura, era regordita y mi mamá decía que me tenía que alejar de la mesa de los dulces en los cumpleaños. De paso, con mi autoestima no me sentía bien. No me veía en un reinado y menos ser señorita Colombia. De joven me buscaron para ser reina, pero quise primero hacer mi carrera en Barcelona y luego de eso acepté ser señorita Atlántico y entendí el valor del Concurso Nacional de Belleza.
SEMANA: ¿Siente que los colombianos han perdido interés por los reinados?
S.O.: La verdad fue duro, por ejemplo, que el concurso no se pudiera hacer el año pasado. Pero no creo que se haya perdido el interés. La belleza sigue siendo uno de los temas que más mueve a los colombianos. Es lo que he podido ver en estos dos años recorriendo el país. Hay gente que es muy apasionada por los concursos de belleza, entre otras cosas por la misión social que cumple. ¿Cómo desconocer el legado que el concurso ha dejado en más de 90 años de historia? Es imposible. Este concurso les mostró a los colombianos que la belleza va más allá de lo físico y que las reinas podemos ser protagonistas de la transformación social del país.