Todo parecía consumado. Luego de salir de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre sanos y salvos y con un botín de millones de euros en sus manos, los sobrevivientes del grupo de ladrones que paralizó al planeta habían encontrado su final feliz. O eso era lo que se intuía luego de ver la última escena de la segunda temporada. Pero al inicio de esta tercera, que estará disponible en Netflix a partir del viernes, queda claro que no es así. Los miembros de la banda, que usan máscaras de Dalí para ocultar su rostro y solo se comunican entre ellos usando nombres de ciudades, tienen que volver al ruedo. Sugerimos leer: "La gente se la va a tragar en uno o dos días": en España ya vieron lo nuevo de La casa de papel En varios artículos de prensa y en el material promocional que Netflix ha publicado hasta ahora ya está claro por qué, así que revelarlo no es spoiler: uno de los asaltantes es atrapado por la policía española, que lo lleva a un cuartel secreto para torturarlo y sacarle la ubicación de sus compañeros. El Profesor, entonces, decide anticiparse y actuar nuevamente. Hay elementos, sin embargo, que hacen de esta nueva etapa un espectáculo diferente. Algunos de los personajes nuevos suman mucho a la historia. La antigua pandilla, que está regada por el mundo, se reúne y comienzan a planear un nuevo golpe, aún más grande que el anterior. Con tres nuevas adquisiciones y con dos personas que se pasaron a su bando, deciden seguir un plan mucho más loco, arriesgado e imposible. Sin hablar mucho más de la trama, hay que decir que en general la nueva temporada mantiene el suspenso, la acción y la narrativa que hicieron de la serie un fenómeno mundial. Con saltos al pasado que van develando el plan a medida que sucede, con sucesos inesperados que los obligan a improvisar sobre la marcha y con la acostumbrada tensión entre los movimientos de los ladrones y la respuesta de la Policía, que hacen que todo simule una partida de ajedrez, muchos de los capítulos vuelven a mantener al espectador pegado a la silla.
Nairobi, interpretada por Alba Flores, en una escena de la nueva temporada. Hay elementos, sin embargo, que hacen de esta nueva etapa un espectáculo diferente. Desde el inicio, por ejemplo, queda claro que el nuevo plan no es tan perfecto como el anterior, pues tiene muchos cabos sueltos. Eso se nota mucho en el personaje del Profesor: si en las primeras temporadas parecía manejar todo a la perfección y tener cada movimiento -y sus respectivas consecuencias- en la cabeza, ahora se encuentra fuera de su zona de confort y verlo desconcertado, dubitativo y nervioso le da un plus al personaje. Puede interesarle también: Así será la tercera temporada de ‘La casa de papel‘: una visita exclusiva a los estudios de grabación Además, algunas de las nuevas adquisiciones suman mucho. Palermo, un argentino que se une a la pandilla, es un espectáculo que seguramente dará de qué hablar, con su humor negro, sus neurosis, su machismo y sus ganas de controlarlo todo. También la teniente Alicia, la nueva encargada de la investigación, quien promete ser una contraparte bastante más peligrosa y ruda para los ladrones de lo que fue la Inspectora Murillo. No deja de ser raro ver cómo luego de escapar por los pelos de la cárcel y de estar disfrutando vidas paradisíacas todos deciden volver a meterse en la boca del lobo. Otro elemento positivo es cómo la serie juega con su propio fenómeno. Sí en la vida real las máscaras de Dalí o la canción Bella Ciao se han convertido en un símbolo y muchos las ven como un ejemplo de resistencia, en la ficción pasa lo mismo con los ladrones y su desafío al sistema: ahora, conscientes de su propia popularidad, su plan involucra mucho a la gente de la calle y a sus “seguidores”, que los han convertido en una especie de rockstars.
Río y Tokyo en una de las escenas de esta temporada. En ese sentido, uno de los temas que prometen desarrollarse a lo largo de esta nueva temporada es cómo puede cambiar la percepción de la gente sobre ellos. Sobre todo porque desde la primera escena queda claro que no todos comparten la visión de que son héroes al estilo Robin Hood. A pesar de todo lo positivo, hay algo extraño en la forma en la que la serie introduce el nuevo robo. No deja de ser raro ver cómo luego de escapar por los pelos de la cárcel y de estar disfrutando vidas paradisíacas todos deciden volver a meterse en la boca del lobo (y de uno mucho más grande). En contexto: ‘La casa de papel’: el atraco que paralizó al planeta Aunque los motivos quedan explícitos en los primeros capítulos, y en varias escenas tratan de justificar la decisión de volver al ruedo, no deja de sentirse un poco forzado verlos salir de la riqueza y la comodidad para ponerse los overoles rojos y repetir escenas que parecían superadas. Es una especie de dejavu que a veces incomoda. Aún así, si se obvia esa sensación inevitable, la serie se puede disfrutar como la primera vez. La tensión al final de cada capítulo, el estrés por saber si el plan resultará, la sorpresa por lo inesperado, el dilema de encariñarse con los ladrones y de odiar a los perseguidores, y otras características que hicieron La casa de papel un fenómeno, siguen estando ahí, potenciadas. Y si eso era lo que buscaban, los creadores del programa han cumplido con el objetivo.