La escena es devastadora: a toda velocidad, en una vieja bicicleta, Rigo atraviesa su pueblo natal hasta llegar a la vereda en la que los paramilitares habían secuestrado a su padre, don Rigo, el amoroso vendedor de chance de Urrao que lo contagió de su amor por el ciclismo. Pronto la esperanza de hallarlo sano y salvo dio paso paso al dolor: allí estaba el cuerpo de su padre, bajo un puente, cubierto por una sábana, sobre la que se alcanzan a asomar varias manchas de sangre y los rastros de una tragedia que aún lastima hondo.
Rigo se queda paralizado. Atorado en su propia angustia. Ni siquiera el llanto desgarrador del tío Lucho logra sacarlo de ese ensimismamiento. En casa, su madre, que ya intuye la intransigencia de la muerte, llora abrazada en los brazos de su hermana.
César Augusto Betancur, el libretista de Rigo, no había visto la escena terminada hasta la noche de este martes, 14 de noviembre, cuando millones de colombianos que siguen la telenovela vivieron de cerca cómo ocurrió la muerte del padre del ciclista, en las montañas del suroeste antioqueño, dos décadas atrás. El momento más duro de la vida de Rigoberto Urán, que puso a llorar a todo un país.
“Lloré cuando la escribí hace un par de años. Lloró todo el equipo de producción cuando la grabaron. Y lloraron también los televidentes porque es un momento que nos recuerda lo dolorosa que ha sido la guerra en este país. Todos cargamos encima un muerto, alguien cercano a quien de seguro secuestraron y mataron por culpa del conflicto”, cuenta en SEMANA Betancur, el cerebro de otras grandes producciones como Las hermanitas Calle y la tercera temporada de Yo soy Betty, la fea.
El reconocido escritor, tan paisa como el propio Rigo Urán, asegura que la fidelidad en la recreación del asesinato del padre del pedalista fue posible gracias a la biografía del deportista, escrita por Andrés López, insumo principal de los libretos de esta telenovela que llegó a las pantallas el pasado 9 de octubre.
“La escena se contó tal como ocurrió la muerte de don Rigo, a quien los paramilitares le proponen participar del robo de un ganado, a lo que se niega porque dice que él no es un bandido. Eso le costó la vida”, relata Betancur.
Cuenta que no quiso “abordar ese tema con Rigo porque sabía lo doloroso que había sido para él. Pero, desde un comienzo todos en el canal sabíamos que se trataba no solo de una de las escenas más potentes de la historia, sino de un antes y después en la vida del ciclista: hasta ese día, habíamos visto un Rigo juguetón, casi como un niño. Después de este momento de su vida, sin perder esa esencia dicharachera que todos conocemos, Rigo se volverá un hombre a la fuerza. Será el que se eche la familia al hombro, el que levante a la mamá y al tío que quedaron devastados después de esa pérdida familiar tan grande”, asegura Betancur, a quien cariñosamente conocen como Pucheros.
Gran talento actoral
Betancur relata en SEMANA que se trató de un trabajo en equipo en el que tuvieron un peso grande el director, Juan Carlos Mazo, y los actores, especialmente Robinson Díaz y Juan Pablo Urrego, padre e hijo en la historia. “Con Robinson somos muy amigos, hemos trabajado en varios proyectos, entre ellos de teatro. Confieso que me lo imaginaba más en el papel del villano, de don Evaristo. Pero, cuando él leyó la historia, dijo: ‘Qué villano ni qué hps, yo quiero hacer el papel de don Rigo’ y anoche creo que se demostró que fue la mejor decisión”, sostiene el libretista.
Capítulo aparte, destaca Pucheros, son las interpretaciones de Juan Pablo Urrego, Sandra Reyes (mamá del ciclista) y Ramiro Meneses, quien da vida al tío Lucho: “Creo que los tres muestran las distintas dimensiones del dolor: la madre, que tiene un llanto más bien contenido y prefiere estar en la casa; Rigo, que se queda paralizado, sin decir palabra, ante el impacto de la noticia; y el tío, que es la explosión total de la tragedia”.
En el caso de Robinson Díaz destaca cómo el actor logró enamorar a los televidentes en apenas veinte capítulos. “Es que santos no hay. Y personajes como él, al ser tan reales, la gente se identifica con ellos. Uno puede encontrarse en la vida tipos como él: a quien le gane el gusto por el trago, que se la pasen en la garita del pueblo, que se fume sus cigarrillos de marihuana de vez en cuando, por ejemplo, pero que son buenas personas, aunque débiles y vulnerables”, reflexiona el libretista.
Para Pucheros, esos dramas de don Rigo formaron el carácter del futuro campeón del ciclismo: “De alguna manera, cuando ese padre le decía yo soy un perdedor, pero usted es un berraco, le estaba mostrando a Rigo que él no podía cometer los mismos errores del papá. Por eso, él nunca quiso seguir el camino de la guerra o se le pasó siquiera vengar la muerte del papá. En esos 14 años que vivieron juntos, don Rigoberto no solo le mostró que el ciclismo podía ser un camino, sino que le sentó unas bases muy sólidas que le dejaron que esa gran determinación que lo caracterizan y que fueron las que luego le permitieron triunfar en el deporte”.