Al igual que su padre, Zak Williams padece de depresión y ansiedad, así que siente que él como nadie puede describir lo que fue la lucha del gran actor antes de su muerte.
Eso fue justo lo que hizo en el podcast The Genius Life, al cual fue invitado con motivo de los 70 años de Williams, edad que habría cumplido el pasado 21 de julio, si no se hubiera suicidado en 2014.
Para comenzar, Williams describió la gran frustración que sintió la familia al enterarse de que sus médicos habían diagnosticado al artista con la enfermedad equivocada.
Dos años antes de su muerte, los galenos dictaminaron que sufría de mal de Parkinson, un desorden del sistema nervioso central que afecta la movilidad, lo cual causa sus característicos temblores.
Pero cuando le fue realizada la autopsia a su cadáver, se descubrió que en realidad esa no era la afección que padecía, sino que se trataba de demencia con cuerpos de Lewy, también una enfermedad degenerativa, la cual se cree que es la tercera causa de pérdida de la razón en el mundo.
Hoy, su hijo cree que el error fue fatal, pues la mala conducción de su estado solo exacerbó los perjuicios emocionales que su verdadera enfermedad causa en quienes la sufren.
Zak, hijo del actor con su primera esposa Valerie Velardi, habló de lo duro que fue ver a su padre debilitarse y consumirse y recordó presenciar cómo tenía dificultades para actuar, otro motivo de la gran inestabilidad por la que atravesó antes de su fatal decisión.
Eso se hizo especialmente evidente cuando estaba rodando la que sería su última cinta, Noche en el museo 3: El secreto de la tumba. Williams, considerado todo un mito de la actuación en Hollywood, casi no podía recordar sus parlamentos y, cuando lo hacía, tenía serias dificultades para compaginar las palabras con los movimientos que debía realizar.
Cuando esto se hizo cada vez más notorio, Robin se desvelaba y empezaba a llamar a sus amigos o compañeros de escena para preguntarles qué le estaba pasando o si pensaban que él se había vuelto horrible. “Vi a un hombre que ya no era él mismo y pensaba que eso era imperdonable”, expresó Zak Williams, de 38 años.
Aun así, no se rendía, investigaba y buscaba otros caminos, pero al no experimentar ninguna mejoría, se hundía más en la depresión, dijo su hijo, quien también manifestó que no fue para nada fácil atravesar por la pérdida de su progenitor.
Padeció de estrés postraumático, alcoholismo, ataques de psicosis y depresión. “En medio del trauma me ‘automedicaba’ con el trago”, explicó.
Todo ello lo llevó a buscar ayuda en un programa consistente en 12 pasos y otras formas de terapia grupal. Le fue tan bien con su rehabilitación, que hoy es activista por la causa de la salud mental, pero ha enfocado su trabajo especialmente en el género masculino.
“Creo que muchos hombres con problemas se sienten solos en su lucha debido al estigma de estas enfermedades”, señaló Zak. Para mitigar esto, promueve la formación de grupos de apoyo en ámbitos como la iglesia, el bar u otros donde sus congéneres sienten que pueden compartir intereses.
Su trabajo se enfoca además en ayudar y visibilizar a aquellos hombres que no tienen los recursos para acceder a medicamentos o ayuda médica.
Pero el hijo de Robin Williams no solo se mueve como activista, sino que además fundó la empresa PYM, que se enfoca en la “neuronutrición”. Ello porque a raíz de su alcoholismo, se puso a investigar sobre cómo las deficiencias en la alimentación impactan la salud del cerebro.
El resultado de sus investigaciones se evidencia en una serie de suplementos que, según él mismo, hicieron la diferencia en su recuperación y ahora están beneficiando a múltiples pacientes. Eso sí, insiste en que no son una cura sino que deben usarse como parte de un plan que además incluya medicación, dieta, ejercicio y terapia.