Con una gestualidad teatral, muy propia de los raperos, Rocca entona unos versos en fránces: "Nés dans une jungle dingue, sauvage et de lianes. J'ai fini par manier le micro comme une sarbacane". Luego, se detiene a traducir lo que acaba de pronunciar: “Nací en una selva de cemento loca, terminé usado el micrófono como una cerbatana". Con frases como esta, a las que le imprimió su propio estilo: un "tumbao" diferente fue que pegó. A menos de que sus gustos musicales giren entorno a la escena hip hop, probablemente el nombre de Sebastián Rocca no le será familiar. Sin embargo, este artista nacional puede ser considerado un digno representante de Colombia. Su reconocimiento en el exterior, principalmente en Francia y Estados Unidos, no tiene nada que envidiarle al de cantantes como Fonseca o Carlos Vives, para citar solamente dos ejemplos. Nacido en Francia, pero criado entre Europa y América Latina, Rocca nunca tuvo excusa para romper el lazo con el que llama "su país". "Cuando estaba en las calles de París era Francia, pero apenas cruzaba la puerta de mi casa, estaba en Colombia", dice el cantante con un perfecto español y un fuerte tono de voz. Hijo de Francisco Rocca y Gloria Uribe, dos artistas colombianos que en la década de los setenta decidieron aterrizar en Francia, Sebastián es un punto de referencia obligado si se trata del hip hop. El estatus que tiene allá es el de pionero, puesto que antes el rap era un género sin mucha acogida.   El despegue de una carrera La Francia de los años ochenta apenas asimilaba la continua oleada de inmigración proveniente de África, el Medio Oriente y en menor medida, América Latina. A pesar de ser un país principalmente de población caucásica, Sebastián creció en un ambiente de fiesta y ruido propio de los barrios interculturales de Paris. Fue precisamente esa variedad la que lo acercó al hip hop; primero como un grafitero que plasmó su obra en el metro a escondidas de la policía, y segundo, como músico en el rap, esa música que reflejó la realidad que vivía. “Con el rap, descubrí que no quería ser un tipo que canta detrás de la guitarra”, comenta Rocca al referirse al rock, que era el género más escuchado en ese entonces. Ser extranjero o hijo de extranjero, no era fácil en aquellos tiempos. Debido al acoso constante de grupos xenófobos y radicales como Skindheads, no fueron pocas las agresiones de las que Rocca fue testigo, las mismas que tuvo que contestar para defenderse. "En ese entonces, la comunidad inmigrante debía cargar bates de beisbol, porque la situación luego de la salida del colegio era difícil. Te perseguían", recuerda. Los tiempos fueron cambiando y en los inicios de la década de los noventa, Rocca se sumergió de lleno en el rap, el género nacido en las calles del Bronx, en Nueva York.   Las composiciones propias y los pequeños eventos en los que participó, lo llevaron a su primera agrupación, por la que hoy en día es altamente reconocido en el país galo: La Qliqua. Para entonces, contaba apenas con 17 años de edad. Entre las primeras canciones que lo dieron a conocer recuerda Comme une sarbacanne (Como una cerbatana), en la que compara al París de la época con una jungla. Su primer álbum con la agrupación; las constantes presentaciones en vivo, las cuales llegaron a incluir hasta tres conciertos por la noche en los barrios de Paris; y mucha perseverancia, abrieron el difícil camino en la radio, reservado solo para el pop y el rock. Luego, junto con La Qliqua, Sebastián pudo subir a escenarios en países como Bélgica y telonear a leyendas del rap como Afrikaa Bambaataa, en Nueva York. Así comenzó todo. Viviendo un sueño Rocca se considera una persona proactiva y decidida. Luego de una larga trayectoria con La Qliqua, Sebastián lanzó su primer álbum como solista en 1997, Entre deux mondes (Entre dos mundos), el cual fue doblemente disco de oro.  Más tarde, otro panorama se abrió en su carrera profesional. Dio un salto a los grandes medios, concedió entrevistas, apareció en la radio y la televisión, y despertó el interés de varias disqueras, las cuales buscaron firmar un contrato con él.   Sin embargo, Alejandro Fidalgo, uno de los mejores amigos de Sebastián y quien ha observado toda su trayectoría musical, considera que el punto de quiebre que marcó su éxito fue su aparición en primera página en L'affiche, una reconocida publicación francesa. “Ahí dije: 'Ya, este man coronó'"", comenta. Sebastián, quien afirma nunca haber trabajado en otro proyecto más que en la música, abrió para ese entonces sus horizontes hacía otro destino: Nueva York. De ese modo, decidió, a pesar de las advertencias de sus amigos sobre el riesgo que corría su carrera musical, comenzar de cero en el 2003 una nueva etapa en Estados Unidos, donde creó su propio sello Parcero Productions. Posteriormente, conformó la agrupación Tres Coronas, con la cual fue candidato al Grammy Latino en el 2007. Este artista hoy en día, luego de 20 años de carrera, se encuentra en una etapa de renovación. Trabaja como productor musical, crea bandan sonoras para películas y colabora a artistas como Choquibtown, The Hall Effect, incluso Jay- Z.   “La música es lo que me gusta y el rap es el modo en el que mejor puedo expresarme”, expresa. Cuando se le pregunta sobre lo que implica ser famoso, Sebastián sonríe y asegura que a él no le interesa la fama. Opina que fenómenos como el reggaeton representan el precio que pagan quienes mueren por ser conocidos, cuyos proyectos terminan en la pérdida de la identidad musical. “Es triste ver que muchos raperos, por la ambición, terminan hoy entonando letras sin sentido al son de un ritmo que no se sabe qué es”. Ese es Sebastián Rocca Uribe. Tiene más de 200.000 discos vendidos. Cuando su nombre suena en Paris atrae grandes multitudes que llegan para escucharlo. Aún así, su vida transcurre de manera tranquila entre las ciudades que lleva en el corazón. Viaja por Colombia y no lo desvela caminar por las calles de Bogotá sin que personas lo reconozcan o le pidan un autógrafo, porque para él lo importante es “hacer música que no mienta. Así soy feliz”.