La semana pasada el mundo del cine celebró dos fechas importantes: los 80 años de la muerte de Georges Méliès, ilusionista y cineasta francés, y el aniversario 120 del reconocido director soviético Sergei Eisenstein. Ambos lograron, por medio del montaje cinematográfico, enlazar historias con imágenes para que el público pudiera comprender la narración y emocionarse con ella. Con películas como Viaje a la luna (1902), Méliès descubrió el uso de los efectos especiales en la imagen y, posteriormente, Eisenstein produjo cintas como El acorazado Potemkin (1925) o Iván, el Terrible (1944), en las que demostró su destreza para unir planos y secuencias con el fin de contar historias en las que dejaba ver los tintes políticos y sociales de su época. Estos dos genios del montaje hicieron grandes contribuciones al desarrollo del cine.