Hace cuatro años, el 6 de junio de 2019, Shakira entregó una copiosa declaración a la justicia en España, que ya amenazaba con llevarla a juicio por un supuesto fraude fiscal que asciende a 14,5 millones de euros. Su meta: demostrar que hasta 2015 no vivió de manera estable en España y no podía ser tratada como residente fiscal.
A esa declaración, entregada en un juzgado de Barcelona, tuvo acceso el diario El País de España, que este viernes publicó detalles bastante reveladores de ese encuentro, que se prolongó durante casi hora y media. Todo esto, cuando ya comenzó la cuenta regresiva para la cita que la colombiana tiene con la justicia de ese país, cuyo juicio inicia en noviembre próximo.
El asunto es así: Hacienda de España considera que, desde 2011, Shakira tenía su ‘centro de operaciones’ en ese país, por lo que pasaba más de la mitad del año. En ese caso, debía ser considerada residente fiscal y pagar impuestos. Esa es la base de la acusación de la Fiscalía, que además de la pena de cárcel solicita el pago de una multa multimillonaria e histórica: 23,7 millones.
“Era una nómada, una persona sin raíces ni estabilidad”
Desde que se conocieron esos señalamientos, la estrella colombiana lo niega rotundamente. De acuerdo con sus declaraciones en Barcelona cuatro años atrás, en ese lapso no hizo más que trabajar y viajar por el mundo. Lo único que la ataba a España era una “incipiente relación con Gerard Piqué”.
Ante una jueza, Shakira confesó sin filtros que después de conocerlo estaba “encantada” con el entonces jugador de fútbol. Una vez, dice, recuerda estar volando de Marraquech a Croacia: “Sobrevolábamos Barcelona y le pedí al piloto del avión si podía aterrizar brevemente solo para darle un beso a Gerard. Es lo más romántico que he hecho en mi vida”, confesaba una enamorada Shakira, que este año emprendió una nueva vida paradójicamente lejos del desamor de Piqué.
“Era una nómada, una persona sin raíces ni estabilidad. He viajado a un ritmo tan intenso que he llegado a estar en tres países en un mismo día. Es uno de los precios más altos que he tenido que pagar por mi carrera”, dijo la artista.
Es que luego del éxito de su ’Waka Waka’, en el Mundial de Sudáfrica en 2010, donde precisamente conoció al exjugador del Barcelona FC, Shakira dijo tener una agenda vertiginosa: emprendió su gira mundial Sale el sol. Meses después se incorporaría al programa The Voice, en Estados Unidos. “Esos años la estaba rompiendo a nivel mundial con mi música. Estaba en todos lados, vivía en un avión más que cualquier piloto”.
La colombiana, en su relato, insistió en que España nunca estuvo en su lista de prioridades y reitera, por el contrario, su estrecho vínculo con Estados Unidos: “Fue mi trampolín al resto del mundo y es mi centro de negocios”, dijo en su momento.
También mencionó, claro, a Colombia, donde vive una parte de su familia, y Bahamas, que, según el diario El País, “juega un papel clave en esta trama”.
“Me enamoré de Bahamas y me quedé”
De acuerdo con las palabras de la barranquillera en el juzgado, ella “necesitaba un lugar donde volver a encontrar a la persona y separar al personaje público”. Ese lugar era Bahamas.
Y en un viaje a Nassau, capital del archipiélago, acudió a un estudio donde habían grabado ya artistas de la talla de “Bob Marley, Led Zeppelin o Julio Iglesias”, enumeró la artista. “Me enamoré de la isla y me quedé. Me daba una privacidad que no encontraba en otro país y tenía la ventaja de estar a 20 minutos de Estados Unidos”.
Por eso, en 2004 compró una casa en Nassau, donde convivió con su pareja de entonces, Antonio de la Rúa. A los tres años, Bahamas le concedió un permiso de residencia permanente.
En la declaración, Shakira admite, sin embargo, que, “desafortunadamente”, no vivió en Bahamas durante el periodo bajo sospecha (2011 se dirime en vía administrativa y 2012, 2013 y 2014 son los que han acabado en la vía penal). No pudo por dos razones. La primera, su explosiva carrera musical. Y la segunda, su incipiente relación con Piqué, entonces defensa del Barça y residente en Barcelona.