La diseñadora y su mamá llevan casi tres décadas trabajando juntas para hacer de la firma Silvia Tcherassi lo que es hoy: un referente de estilo de talla mundial. Desde hace un mes se unió de lleno a su esfuerzo Sofía, de 22 años, quien acaba de terminar sus estudios en la Escuela de Diseño Parsons, de Nueva York. “Lleva la creatividad en la sangre, y verla crecer ha sido gratificante”, dice Vera acerca de su nieta. “De mi mamá heredé esa inventiva y su especial atención a los detalles. Como mi abuela, soy muy analítica y comparto con ella el interés por aprender cada vez más cosas”, explica Sofía, quien dejó intempestivamente su vida en la Gran Manzana a causa de la covid-19, para pasar la cuarentena en casa de sus padres y apoyar los cambios en la empresa familiar.
“En febrero íbamos rumbo a París a mostrar la nueva colección. Cuando hicimos escala en Madrid, nos enteramos de que acababan de cancelar el desfile de Armani. En ese momento supe que esto era grave”, recuerda Silvia sobre el momento en que junto con su mamá y el resto del equipo que las acompañaba decidieron volver a Estados Unidos, donde en poco tiempo la situación se agravó tanto como en Europa.
Uno de los planes que extrañan es viajar juntas a Italia a buscar materias primas para las creaciones de la marca. Por eso, sin dudarlo, a los pocos días llamó a su hija, quien trabajaba en Nueva York para la diseñadora Gabriela Hearst, mientras llegaba la fecha de su graduación. “Ella estaba feliz allá, pero viajó ese mismo día, sin empacar, con lo que tenía en el bolso en la oficina. Dejó todo en su apartamento, porque pensaba que podría volver pronto”. En familia también reflexionaron sobre lo que podían hacer para proteger a sus colaboradores. “Actuamos lo más rápido para que todos pudieran irse a sus casas tranquilos, con la certeza de que al regresar encontrarían su trabajo. Porque ante las circunstancias, el temor podría ser peor que la misma cuarentena”, cuenta Vera.
Luego, había que buscar la forma de poner a funcionar todo de nuevo: “Si hay algo claro es que vivimos un antes y un después. La segunda etapa la estamos construyendo. Será interesante ser parte de ese nuevo mundo”, dice con gran expectativa, a sus 77 años.
Durante los tres meses del encierro preventivo, Sofía y Silvia encontraron en las flores una forma para dejar volar su imaginación y dar alegría a su casa. Así, poco a poco reabrieron sus tiendas y oficinas en Madrid y Estados Unidos, desde donde crean la colección ‘prefall‘ que estará en la cadena de almacenes Saks, además de una cápsula de prendas que, como dice Silvia, les servirán para “ir cogiendo el ritmo”. Ella es la más consciente de que la pausa obligada era necesaria: “Ese paso desenfrenado en el que andaba la industria no puede seguir, era algo insano. Estoy segura de que ahora la gente va a valorar más las prendas hechas con tiempo, con una historia que contar. Todo el mundo va a pensar mejor en lo que compra, y buscará piezas que perduren a través de los años”.
Con positivismo imaginan algo como la ‘belle époque‘, ese periodo histórico entre guerras europeas que permitió el florecimiento de muchos sectores, incluido el de la moda. “Creo que habrá una tendencia fuerte inspirada en la comodidad, y eso hará que surjan nuevos estilos. Desde ya estamos pensando en lo que la gente quiere lucir”, analiza Sofía. Para esta dinastía, caracterizada por su ingenio y buen gusto, la tan mentada reinvención ha sido una constante. “Siempre hemos pensado fuera de la caja. Y ahora más que nunca crear algo nuevo va a definir el rumbo de la compañía”, declara Vera, al regresar a la rutina de la oficina junto a su hija, y ahora también con su nieta, quien llega dispuesta a aprender como si estuviera allí por primera vez: “Me involucro en el proceso creativo, en la elección de las telas, la producción y hasta con el equipo de ventas”, dice Sofía, entusiasmada de poder aplicar los conocimientos que aprendió no solo en la academia, sino en sus pasantías en compañías como Óscar de la Renta, The Row y Condé Nast.
“Este collage que hizo Sofía cuando tenía 7 años es un tesoro –cuenta su abuela Vera–. Tengo grandes expectativas sobre lo que hará ahora que ha crecido y estudiado”. Estar en el ‘atelier‘ le trae buenos recuerdos de infancia. Era como su parque de diversiones: “Me encantaba ir, hacía minicolecciones, manillas con lentejuelas, cristales y todo lo que encontrara. Desde entonces soñaba ser como ellas”. Ahora anhela hacer su aporte para mantener ese legado que tanto la apasiona y motiva.
“Es todo un sueño trabajar las tres generaciones juntas. Quiero disfrutar esta etapa. Tener cerca a Sofi con sus ideas y apoyo es lo más importante en estos momentos”, comenta Silvia, quien además de velar por su familia y empleados, ha encontrado tiempo para continuar con su labor social a favor de las poblaciones vulnerables del país. Cree que la cooperación será la clave para superar las dificultades que trajo la pandemia: “Hay que trabajar en conjunto para salir adelante. Debemos dar ese primer paso con valentía y optimismo”. * Puede leer más artículos de la revista ‘Jet-Set‘ aquí.