La recordada actriz italiana Sofía Loren, una de las grandes estrellas del séptimo arte, llevaba diez años alejada de las pantallas que la hicieron tan famosa en los años sesenta. Pero ahora, a sus 86 años, y justo cuando el mundo enfrenta una pandemia de grandes proporciones, ha decidido volver al ruedo. Y lo hace a lo grande, como protagonista en La vida ante sí, una de las películas con la que Netflix espera sorprender en la próxima temporada de premios y que se estrenará en la plataforma el próximo viernes.
Es una cinta basada en un libro que cuenta la historia de una amistad entre madame Rosa (Loren), una sobreviviente del Holocausto en sus ochenta, y Momo, un niño inmigrante senegalés que llega a París y tiene que vivir con ella, aun cuando la ha intentado robar. Ya había sido llevada al cine en los años setenta, justo cuando Sofía vivía su momento de gloria como símbolo sexual, pero ahora vuelve de la mano de su propio hijo, Edoardo Ponti, quien decidió adaptar la historia a los tiempos actuales.
“Mi hijo me dijo que quería rodar esta historia y cuando leí su versión, quedé fascinada”, le contó la actriz a la revista Vanity Fair. Y al parecer eso la motivó tanto que, según las primeras críticas y reseñas, su actuación es tan sobresaliente, que muchos ya la ubican como una de las posibles nominadas para los Óscar, un galardón que ya ganó dos veces (una de ellas incluso de forma honorífica).
Lo cierto es que Sofía, quien llegó al cine por casualidad, vivió una especie de milagro que la convirtió en leyenda de Hollywood. De niña tuvo que soportar la guerra y los bombardeos y siempre recuerda la imagen de su hermana, corriendo hacia los refugios descalza y con los pies llenos de llagas. A los 17 años, cuando aún no sabía leer ni escribir, la descubrió el cineasta Vittorio de Sica, quien quedó deslumbrado por su belleza.
“Vamos a empezar a rodar mañana, te mandaremos el guion y puedes inventarte y decir lo que quieras, eres bella, eres una chica de la calle, no pasa nada”, le dijo el director cuando ella le explicó que no sabía leer. Fue su ángel guardián, porque a partir de ese momento la niña que vivía en los suburbios de Nápoles se convirtió en una estrella del neorrealismo italiano.
La vida le cambió por completo: se casó a los 19 años con Carlo Ponti, otro director de cine, con quien estuvo hasta la muerte de este, en 2007, y protagonizó varias películas inolvidables. Dos Mujeres (1961) de Sica, fue la que la convirtió en una estrella mundial e incluso le valió un Óscar a mejor actriz, el primero para una mujer que no hablaba inglés, sino italiano. A partir de ahí vinieron puros éxitos.
Su última película hasta ahora, había sido Nine (2009), una versión de Ocho y medio, el clásico de Federico Fellini, en donde tuvo un pequeño papel. Desde entonces ha vivido rodeada de sus hijos y sus nietos en su casa de Ginebra, como la matrona de la familia a la que todos visitan. Su vida, sin embargo, se ha visto afectada por el coronavirus, pues según cuenta solía salir para verse con sus amigos y tenía una vida social activa. “Yo estoy acostumbrada a vivir al aire libre, a estar con mis amigos, a llevar una vida normal. Y ahora tienes que tratar de acostumbrarte a una vida que no te pertenece. No sé si se puede hacer”, explicó a Vanity Fair.
Su regreso al cine, en parte, es una vuelta a la vida y a lo que ama: actuar. En una entrevista con The Daily Telegraph, de hecho, dijo que este proyecto le enseñó que, a pesar de su avanzada edad, está lista para volver a trabajar sin parar: “Soy la actriz más incansable del cine. Podría estar 20 horas al día en el rodaje y nunca cansarme”, dijo. Así que, seguramente, sus seguidores la volverán a ver.