En 1995, la princesa Diana de Gales, esposa del príncipe Carlos, estaba harta del asedio de los fotógrafos, en especial cuando la cazaban como animales de presa por las calles de Londres en sus idas al gimnasio. Como de costumbre, lo que ella se ponía para entrenar se volvía noticia y eso también le molestaba porque creía que había temas más relevantes que su ropa. Entonces, decidió ponerse todos los días el mismo suéter, a ver si los fotógrafos se quedaban sin tema y dejaban de molestarla. 

La prenda escogida fue un regalo del magnate sir Richard Branson, que lleva estampado el logo con que se distinguía entonces la aerolínea Virgin Atlantic, de propiedad del millonario. A punto de cumplirse los 22 años de la muerte de la llamada princesa del pueblo, el 31 de agosto, el suéter reapareció en una subasta de la firma RR Auction, de Boston, que la vendió por 53.500 dólares (casi 220 millones de pesos).  El comprador quiso permanecer en el anonimato y la verdad es que su alta apuesta maravilló a los propios vendedores, quienes calcularon que solo recogerían alrededor de 6000 dólares.

El suéter estuvo en manos de Jenni Rivett, entrenadora personal de Diana por siete años. Días antes de su deceso, ella se lo regaló y, según escribió Rivett en Facebook, prefirió venderlo porque se estaba llenando de polvo en su armario. El recaudo servirá para ayudar a una familia de escasos recursos de Malawi, algo que la compasiva Lady Di habría aplaudido sin pensarlo dos veces. * Este artículo hace parte de la última edición de la revista Jet Set. Puede leer otros aquí.