No es un superhéroe como los que pululan en las superproducciones de los grandes estudios. Por el contrario, Clint Eastwood le apostó a un protagonista absolutamente terrenal. Chesley ‘Sully’ Sullenberger evitó una catástrofe en 2009 y salvó decenas de vidas pero, según él mismo dijo, solo hizo su trabajo. Ha dicho que no se considera un héroe, y cuando su vida cambió le tomó tiempo adaptarse al rótulo. Pero no puede negar que demostró ser el piloto adecuado para responder al momento más crítico.Eastwood venía de dividir audiencias con su perfil de un francotirador en American Sniper. Sus declaraciones de apoyo al candidato republicano Donald Trump no cayeron bien en el escenario liberal de Hollywood y de sus simpatizantes. Pero recién estrenó Sully, las reacciones del público demostraron que Eastwood-artista y Eastwood-persona generan sentimientos distintos. No cualquiera puede tomar una historia reciente y conocida por millones (le dio la vuelta al mundo), y aun así presentar una cinta que cautiva a los espectadores. Según recuentos de varios diarios neoyorquinos, cuando la película terminaba la gente se levantaba y aplaudía. Y en lo que a taquilla se refiere, contra todo pronóstico el estreno es el gran éxito de la temporada de otoño. Superó por más de 10 millones de dólares la expectativa de recaudo y alcanzó 35,5 millones en su primer fin de semana en Estados Unidos, y a nivel global, de septiembre 9 a la fecha, ha recaudado 189 millones según el portal BoxOfficeMojo.Pájaros, aplausos y revolcónSully y su copiloto Jeff Skiles se ganaron no solo el aplauso de sus pasajeros, sino del mundo entero por una reacción entre impulsiva y automática, que duró 208 segundos y salvó 155 vidas en el avión, y muchas más en tierra si hubieran errado en sus cálculos. En “un día como cualquier otros 10.000”, como lo describió Sullenberger a la revista Newsweek, el vuelo 1549 de US Airways despegó del aeropuerto LaGuardia de Nueva York con destino a Carolina del Norte. Pero tras volar normalmente durante dos minutos el Airbus 320 arrolló una bandada de aves que atascaron las turbinas y lo pusieron en situación de desastre.Sully había volado 42 años y nunca había enfrentado nada parecido, pero cuando sucedió, cada una de sus experiencias jugó a su favor. “Tuvimos la ventaja de saber la causa. Vimos los pájaros segundos antes de chocarlos, aunque fue suficiente para maniobrar. Cuando perdimos los motores supe que sería un evento que cambiaría todo”. Enfrentando el mayor reto de su vida, Sully se tenía confianza para evitar lo peor, y para eso “había que sintetizar una vida de entrenamientos y experiencia y arreglar el problema”.Inmediatamente, con su copiloto y la torre de control analizaron la posibilidad de llegar a dos pistas que podían servir para aterrizar la bestia de 70 toneladas y 60 millones de dólares, pero estaban demasiado lejos. Por eso, se vieron forzados a buscar otra opción mientras volaban en una de las zonas de mayor densidad poblacional del mundo. Discutieron las posibilidades pero él decidió. “Vamos al río”, dijo, “y luego me mantuve firme sin dudar un segundo”, aseguró.Las grabaciones de la cabina revelan una voz tranquila, pero Sullenberger enfatiza en que si bien él y Skiles ejercieron una “calma profesional”, tenía la presión arterial por las nubes, el pulso acelerado y su percepción mermada por el enorme estrés. Midió sus palabras y las pronunció poco antes de impactar el agua. “Viré hacia el sur en el río Hudson, pues por mis visitas a Manhattan sabía que los ferris operaban en esa zona y el rescate podía ser veloz”. No era un detalle menor, pues en pleno invierno la temperatura era de menos 6 grados Celsius y el agua también estaba gélida. Pero logró estabilizar el aparato y posarlo sobre el agua con una delicadeza asombrosa, sin que sufriera daños importantes. No hubo tiempo de celebrar, tenían que asegurarse de sacar a la gente al río y esperar la ágil respuesta de los rescatistas, que por fortuna llegó.Efectos dramáticosA Sully, su mujer y sus dos hijas la vida les cambió radicalmente. El capitán recibió felicitaciones del presidente saliente George W. Bush y del entrante Barack H. Obama, quien incluso lo exaltó en su ceremonia de posesión. Programas de radio y televisión hurgaron su pasado, y destacaron esa preparación y experiencia que había amasado desde sus 18 años, cuando se enroló en la Academia de la Fuerza Aérea. Se graduó en 1973, y cuando empezó su carrera de piloto militar se destacó por su talento. En 1980 saltó a la aviación comercial, lo que no le impidió seguir preparándose y obtener maestrías en las universidades de Purdue y de Northern Colorado.El evento cambió también su forma de ganarse la vida. Ha escrito dos libros, uno de los cuales inspira la película (Highest Duty: My Search for What Really Matters / El deber mayor: mi búsqueda de lo que realmente importa). Y tras retirarse de la aviación en 2010, dicta conferencias. Ya ha aprendido a lidiar con la fama, pues “es importante ser la cara pública de una historia que da esperanza a la gente, y tomo eso muy seriamente”.La película ahonda en lo que sucedió entre el incidente y su retiro. Un periodo que para Sully y su copiloto Skiles fue angustiante por la investigación de la National Transportation Safety Board. Tom Hanks, por su parte, vuelve a ponerse en los zapatos de un personaje que le puede significar una nominación al Óscar, y ha explicado que la vida de Sullenberger “fue turbulenta por 18 meses, pues él y Skiles pensaron que estaban a un paso de perder su reputación, sus licencias y sus pensiones”. En este punto se centra la polémica que rodea la cinta. Sullenberger y Jeffrey Skiles han validado lo retratado en Sully, pero Robert Benzon, miembro del panel investigador, asegura que se dramatizó de más, pues nunca se trató de una cacería de brujas, sino de una investigación rutinaria para robustecer los protocolos. “Sully se preocupa por su reputación, pero esta película no ayuda a la mía en absoluto”, dijo Benzon a The New York Times. Los nombres reales de los investigadores no aparecieron en la película.Eso poco importa a las audiencias, que en el extranjero resaltaron las virtudes del héroe, de Eastwood y de Tom Hanks. Y no todo es seriedad y controversia, las redes anotaron a modo de burla que Hanks no es un compañero de viaje aconsejable, pues muchas de sus apariciones terminan en calamidad. Náufrago, Capitán Phillips, Apollo 13, y Sully, prueban el comentario.