Semanas atrás, en las redes sociales, especialmente TikTok, se viralizó la curiosa y particular vida de un colombiano, quien renunció a su soltería y se comprometió con una muñeca de trapo.
A partir de ese momento, Cristian Montenegro, cuenta con alrededor de 60.000 seguidores en la red social, donde comparte toda serie de videos con ‘Natalia’, nombre con el cual llamó a la muñeca.
La persona ha mencionado en más de una ocasión que gracias a Natalia y los hijos que tienen, puede combatir la soledad, distraer su mente y ocuparse de diferentes actividades cotidianas.
La pareja de Cristian lo acompaña a realizar el mercado, realizar diferentes planes en el día a día, donde se les ve caminando por las calles de Bogotá, generando así la curiosidad de varios transeúntes.
Sin embargo, una reciente publicación del involucrado, generó preguntas, debido a que insinuó de que su compañera sentimental ya no existía más.
En el primero de ellos se puede apreciar imágenes a blanco y negro y el listón que se utiliza cuando una persona está de luto. En el segundo clip se puede escuchar de fondo ‘Yo te extrañaré’ de la agrupación Tercer Cielo.
Las personas que siguen de cerca la historia de Cristian, acudieron a la caja de comentarios para conocer más detalles sobre lo sucedido, ya que muchos pensaron que había fallecido.
No obstante, todo parece indicar que Natalia no ha desaparecido, debido a que tiempo después publicó una fotografía celebrando la graduación de su hija. “Mi esposa Natalia y yo estamos felices por los logros de nuestra hija, te amamos”, indicó.
¿Quién es realmente el hombre detrás de la familia de trapo? SEMANA habló con Cristian Montenegro, quien contó detalles íntimos de sus relaciones. Algunos resultan escalofriantes.
Un beso apasionado paró el tráfico y llamó la atención de los transeúntes en Patio Bonito, un tradicional barrio del sur de Bogotá. Cristian Montenegro miró fijamente a su esposa, Natalia, la sostuvo en sus brazos y justo antes de que sus labios tocaran los de ella, hechos con icopor, dijo: “Es que así soñé a la mujer perfecta”. Natalia pareciera cobrar vida cada vez que Cristian, de 27 años, gira su rostro. Los ojos, fabricados en plastilina, los talló él mismo y los enmarcó con gafas, que reflejan lo intelectual y capacitada que es la mujer que él escogió como compañera de vida. Dice que ella estudió Contaduría.
La observa de arriba abajo, le acaricia su cabello sintético y la aprieta de la cintura. Explica que, aunque es hecha de trapo, encontró en ella lo que nunca una mujer de carne y hueso le brindó, como confianza y amor incondicional. La luce en las redes sociales, sale con ella a bailar, a restaurantes y de viaje por algunos municipios de Cundinamarca, pero no están solos. Tienen dos hijos: Daniel, de 6 años, y Leidy, cercana a cumplir los 4. También están hechos de trapo.
Mientras pasea con ellos en el parque y los toma de las pequeñas manos de porcelanicrón, Cristian cuenta que los niños no son fruto de su relación con Natalia. Ellos nacieron por el gran amor que le tuvo a una joven llamada Karen, una exnovia que quizás, como en la frase de la canción de Tito Nieves, lo motivó a vivir en “un mundo de mentiras, fabricando fantasías para no llorar”.
Cuenta que ha sido tildado de loco, pero que en realidad siempre fue solitario y tímido, por lo que soportó el matoneo en su colegio. Algunos hablaban de que era víctima de brujería y, por eso, no lograba socializar con facilidad, pero él cree que se le dificultaba afrontar los problemas. A los 14 años se ennovió por primera vez con una niña del barrio, pero al año sufrió su primera decepción amorosa. Tiempo después conoció a Karen. “Era gordita, como la actriz de la novela Mi gorda bella. Me enseñó a orar, me llevó a una iglesia y a ser un mejor ser humano”, recuerda, con una sonrisa en su rostro.
Ama la familia que ha construido con Natalia. Llevan ocho meses de relación. Se siente orgulloso al decir que es famoso: “Mis compañeros de colegio que se burlaban de mí deben estar diciendo que soy muy inteligente y creativo”. A veces le dan monedas cuando los ven en la calle. A él no le disgusta, pues ve en esa familia la posibilidad de crear un negocio. “Que nos llamen a hacer comerciales o películas sería muy bueno”. Tal vez, su historia inspire una serie de aquellas que demuestran que la realidad supera la ficción. Aparentemente, es feliz con su familia, sueña con tener un nieto, así que cuando Cristian cumpla 40 años creará un hijo de Leidy.