‘Tú me gustas, yo te gusto’. En eso se resume la dinámica de Tinder, una aplicación que hace de la ‘aventura’ de conocer a alguien un juego. Sin cuestionarios largos, sin preguntas incómodas, la usuaria o el usuario se conectan en su teléfono por medio de su perfil de Facebook. Al hombre se le presentan fotos de una mujer tras otra y, a la mujer, de hombre tras hombre. Si la persona que ven les gusta, la barren con el dedo hacia la derecha. Si no, la rechazan hacia la izquierda. Y cuando hombre y mujer se gustan, ¡magia magia!, se pueden hablar y concertar una cita. Lo que sigue es difícil de predecir, es terreno de nadie. Para muchos la rutina de encontrar matches, es decir, gente con la cual se gusta, es una fuente inagotable de sexo casual. Para otros es simplemente una manera de conocer gente. Sea cual sea la intención del usuario, Tinder es de lejos la aplicación más exitosa para encontrar citas rápidas pues suma más de 60 millones de usuarios desde su lanzamiento en 2013. Pero actualmente vive días difíciles, por lo que la revista Vanity Fair llama el ‘Apocalipsis de las citas’, un escenario de gratificación instantánea para conocerse pronto, tener relaciones sexuales y buscar una nueva presa. Para sus críticos, Tinder no solo atenta contra el romance, se ha convertido en un lugar en el que los hombres (60 por ciento de sus usuarios) agreden a las mujeres con lenguaje agresivo y un bombardeo de propuestas obscenas. Sexismo ‘app-licado’ Tinder es y seguirá siendo exitosa a pesar de las críticas y de la percepción pública. Pero ya hay competencia que, si se considera sus debilidades, trata de desplazarla. A la cabeza de esta, irónicamente, se encuentra una mujer que resultó clave en crear Tinder y masificarlo: Whitney Wolfe. La nativa de Utah hizo parte de la familia Tinder hasta 2014. Su trabajo en la vicepresidencia de marketing fue clave. Llevó la aplicación a los campus de varias universidades y la diseminó en sus primeros meses, un paso sin el cual difícilmente hubiera crecido tanto. En la compañía, dominada en su mayoría por hombres, Wolfe demostró su peso, pero ni sus aportes le evitaron sufrir las consecuencias de ser mujer. Justin Mateen, otro cofundador y alto ejecutivo de la compañía, la borró intempestivamente de la historia oficial de la empresa tras argumentar que tener a una fundadora mujer de 24 años hacía de la compañía un chiste. También la llamó una “zorra” y una “perdedora desesperada” frente al entonces CEO y también fundador Sean Rad. Ella ofreció negociar su salida, pero Rad optó por despedirla. Wolfe no se fue sin pelear. Demandó a la compañía por acoso sexual y por discriminación de género. Tras un proceso judicial arregló por una suma considerable, y aunque se planteó abandonar el rubro donde había cosechado tanto éxito, el destino le presentó un regreso. “Cuando salí de Tinder quería crear una red social para que jóvenes mujeres subieran fotos y conversaran, básicamente un cuarto de chat de positivismo. Entonces recibí un correo de mi actual socio en Bumble, Andrey Andreev, el fundador de la red social Badoo”, añadió. La contrapropuesta Andreev le propuso crear un nuevo espacio de citas. Ella insistió en que debía asegurar el buen trato entre usuarios y el poder para que una mujer, como en muy pocos escenarios, tomara la iniciativa. Como resultado, hace nueve meses la empresaria lanzó ‘Bumble’. La app para teléfonos inteligentes trabaja de forma similar a Tinder pero si bien ambas partes se tienen que gustar, solo ‘ella’ puede entablar una conversación dentro de un marco de 24 horas. Por esto, aseguró a la revista Time: “Bumble no es una aplicación, es un movimiento”. Para Wolfe, que ‘el hombre propone y la mujer dispone’ necesita un revés, y con la dinámica de su aplicación lo está logrando. “La reacción en los hombres ha sido muy positiva. La tendencia que vemos es que responden de forma decente y se sienten halagados”, un hecho importante si se considera que la mayor causa de agresividad de los hombres hacia las mujeres en Tinder es el rechazo. Decenas de ocasiones Wolfe se vio en bares con sus amigas, y notó que ninguna se atrevía a abordar a un hombre y preguntarle sobre su vida o sus gustos. Temían verse ‘fáciles’, desesperadas o raras. Romper ese paradigma es parte clave del nuevo emprendimiento. “En esta época se espera mucho de las mujeres a nivel financiero, de sus carreras y estudios… Pero en el plano de las relaciones aún hay una brecha enorme. Nosotros damos pasos en la dirección correcta, creo que somos el primer intento de hacer una aplicación feminista”, aseguró Wolfe a Vanity Fair. No sorprende que la compañía emplee a mujeres en su mayoría y que la carrera de Wolfe se aleje del ambiente machista de Silicon Valley (donde solo 11 por ciento de los ejecutivos son mujeres) para establecerse en Austin, Texas. En su línea de trabajo, Wolfe ha observado cómo el matoneo virtual afecta a millones de mujeres, y piensa que se le debe combatir como se pueda. En ese orden de ideas, Bumble incluye algoritmos que evalúan la navegación de los usuarios y premia a quienes se comportan bien dándoles un estatus ‘Vip’. ¿Puede terminar un encuentro de Bumble en sexo casual? Claro que sí, y no hay nada de malo en ello, Wolfe lo sabe bien, y recalca que no se trata de restringir la atracción o el deseo, sí de encaminarlo con respeto. Curiosamente, mientras Bumble crece en números (ya suma 1 millón de usuarios y crece semanalmente un 15 por ciento), Tinder, todo un gigante, ha tenido que capotear en el terreno de las relaciones públicas. A través de su cuenta en Twitter reaccionó agresivamente a la nota de Vanity Fair. Echando mano de argumentos forzados como los ‘miles de matrimonios que ha fomentado’ trató de desvirtuar a la reportera. Tras las reacciones de la gente, Tinder se tuvo que retractar y todavía trata de borrar la mala impresión de soberbia que dejó en el aire. Bumble sigue su cruzada. Llegará al sistema Android en poco más de un mes (un hecho crucial en su expansión) y se demuestra exitoso en los iPhone con alrededor de 5.000 millones de conexiones entre mujeres y hombres. Wolfe concluye: “En el negocio de los encuentros y citas todo el mundo desea saber qué quieren las mujeres. Esa es la pregunta del millón. Pero es simple, ponga una a cargo y lo averiguará”.