Chanclas, bermudas y camiseta. Mark Zuckerberg se viste así incluso en simposios de ejecutivos de altísimo nivel y la gente ha convertido esa pinta en sinónimo de estilo y de personalidad arrolladora. Para muchos, un modelo a imitar, y no podía ser de otra manera. Es el hombre que en 2004 fundó Facebook, una página de Internet que desde entonces ha cambiado la manera de relacionarse de 250 millones de personas alrededor del planeta. Un niño genio de fama mundial que con tan solo 25 años posee una empresa avaluada en 15.000 millones de dólares, por lo cual ha sido calificado como el multimillonario más joven de cuantos se han hecho a pulso. Y es tan popular, que en el perfil personal de su página le aparecen más de 180.000 fans. Resulta difícil de creer que tiempo atrás su manera de vestir era motivo de burlas en el campus universitario de Harvard, sobre todo en invierno. Y que el creador de semejante revolución social era considerado un espécimen raro que sólo sabía de computadoras y un inepto absoluto a la hora de relacionarse con otros, especialmente con el sexo opuesto. Un rechazado, tímido, ansioso por ser aceptado. Lo que tenía era "un magnetismo invertido, capaz de alejar a la gente". Así lo describe Ben Mezrich en su nuevo libro The Accidental Billionaires (Multimillonarios por casualidad), cuyo subtítulo sobre la fundación de Facebook lo explica todo: Una historia de sexo, dinero, genialidad y traición. A Zuckerberg, que nunca accedió a ser entrevistado por Mezrich, no le ha caído en gracia el retrato que presenta de él. Su portavoz fue más allá y puso en entredicho la veracidad de la historia. Pero Mezrich se defiende. Aunque tampoco habló con Dustin Moskovitz y Chris Hughes, compañeros de habitación de Mark Zuckerberg en Harvard y quienes figuran como cofundadores de Facebook, consultó a Eduardo Saverin, primer inversionista y jefe de finanzas de la página, quien terminó por demandar a su viejo amigo por problemas de plata. "Él me contó toda la historia y estaba visiblemente molesto", confiesa el autor. Según Saverin, Zuckerberg logró el éxito a costa de traiciones, de un posible plagio y se convirtió en un megalómano.   El autor, que ya tiene propuestas para llevar el libro al cine, agrega que Zuckerberg era un joven "frustrado sexualmente" y que por eso, y movido por el afán de conquistar jóvenes atractivas, creó Facebook. Quizá como una sacada de clavo, y no sólo por irreverente, en su tarjeta de presentación se lee la frase "I am the CEO... Bitch" ("Yo soy el presidente ejecutivo... perra"). Mezrich cuenta que la idea de la red empezó a tomar fuerza en la cabeza del joven en octubre de 2003, después de que una mujer lo rechazó. Esa noche, Zuckerberg, quien ya había figurado en las listas del FBI como hacker, accedió ilegalmente a las páginas web de los dormitorios de la universidad, donde aparecían los datos personales de cada una de las estudiantes. Con sus fotos creó el portal Facemash. Luego les envió un correo a varios amigos para que las calificaran de acuerdo con sus atributos físicos. El problema fue que algunos de ellos reenviaron el mensaje a otras personas y en dos horas había recibido 22.000 votaciones. La banda ancha de la universidad colapsó y estuvo a punto de ser expulsado. La hazaña llamó la atención de tres estudiantes que buscaban afanosamente a un joven como Zuckerberg porque tenían el proyecto de establecer un portal de Internet llamado Harvard Connection para que los alumnos pudieran socializar. Dos de ellos eran Tyler y Cameron Winklevoss, un par de gemelos de casi dos metros de estatura, elegantes y apuestos, pertenecientes a una adinerada familia de Connecticut y muy célebres porque eran campeones de remo. El tercer estudiante era Divya Narendra, un joven de origen indio cuya pinta de actor de cine dejaba sin respiración a las niñas. Todo un contraste con Zuckerberg y Saverin, que "invertían más tiempo debatiendo cómo atraer mujeres que en ir a fiestas donde pudieran encontrarlas". Los Winklevoss y Narendra citaron a Mark para hacerlo parte del plan. Él les respondió que estaba interesado y cruzó más de 50 correos con ellos, pero luego empezó a hacerse el loco. Según el libro, a mediados de enero de 2004 los gemelos, inquietos, se reunieron con él para apretarle las clavijas, pero no consiguieron concretarlo. Y tres semanas después, el 4 de febrero, recibieron una puñalada por la espalda. Esa noche, Zuckerberg, que había registrado legalmente el nombre "thefacebook", con 1.000 dólares aportados por Saverin, inauguró el portal, que en un principio sólo les serviría a quienes tuvieron un correo de Harvard. El motor de la página era simple, según Mezrich: "El  mismo que domina la vida en la universidad: el sexo". A las pocas semanas, el 85 por ciento de los alumnos de Harvard se había matriculado en Facebook, y Zuckerberg supo por primera vez lo que era ser popular cuando en el baño de un bar cumplió su fetiche de tener relaciones sexuales con una estudiante asiática. En el compartimiento contiguo estaba su amigo Saverin en las mismas. Los únicos que no se divirtieron fueron los Winklevoss y Narendra. Enfurecidos por lo que consideraban había sido la traición de un nerd mal vestido y sin novia, los gemelos le pidieron una cita al rector de Harvard, Lawrence Summers, quien los despachó con el argumento de que Zuckerberg no había hecho nada contra la institución y que debían resolver el problema con él. El padre de los gemelos les consiguió un abogado para demandarlo, pero aparentemente el año pasado el nuevo niño rico arregló el asunto al pagarles 65 millones de dólares. Entre tanto, Zuckerberg seguía disfrutando. Cada éxito de su red tenía una recompensa sexual, especialmente desde cuando conoció a Sean Parker, cofundador del servicio de distribución de música Napster, y conocido como el chico malo de Silicon Valley por sus excesos. Una noche, para celebrar que la red había llegado a un millón de usuarios, Parker, quien estaba loco por participar en Facebook, organizó una fiesta en San Francisco para Zuckerberg y Saverin, que acababan de llegar de Nueva York. La rumba tuvo lugar en una discoteca donde bebieron martinis en cantidades navegables. De pronto Saverin se dio cuenta de que "en la mesa de al lado se sentaron cuatro de las mujeres más atractivas que había visto". Eran modelos de Victoria‘s Secret, pero lo que más le impactó fue ver cómo una de ellas tomó a Mark de la mano, lo sacó de la zona VIP y se lo llevó. Otra noche Parker llevó a Zuckerberg al yate de un alto ejecutivo de Sun Microsystems. "Resultó que el tipo era un ‘gourmet‘ exótico, y después de hablar por horas sobre negocios, los meseros sirvieron una carne fibrosa sobre unas bandejas relucientes. Era carne de koala". Con el tiempo Zuckerberg marginó a Saverin y vinculó a Parker a la empresa, lo cual acabó con la amistad. Pero, según el libro, finalmente había conseguido todo lo que se había propuesto: estatus, rodearse de mujeres hermosas y dinero. Mucho dinero. n