Desde el próximo miércoles 26 de julio, a las noches del Canal Caracol llegará un viejo conocido: el programa concurso Yo me llamo, que se estrenó en 2011 y que desde entonces busca al doble perfecto de la música en Colombia.
Bogotá, Barranquilla, Bucaramanga, Cali, Pereira y Medellín fueron las ciudades hasta donde llegó este espacio en busca de los participantes que se acerquen a ser el doble perfecto de su artista favorito. En total, fueron más de 5.000 postulaciones.
En medio de la conquista por el rating que se vive con RCN, Yo me llamo ya es una fórmula probada a la que la audiencia siempre ha respondido. Y en esta novena temporada repite un trío que ha funcionado en otras versiones, César Escola, Amparo Grisales y Pipe Bueno, quien ya había formado parte del programa en 2017 y 2018, y es uno de los artistas de música popular más consolidados del país, que ahora mismo brilla en el exigente mercado mexicano.
Y es que, por los pasillos del canal, ya era un secreto a voces que la diva de Colombia quería tener al intérprete caleño de regreso, pues no se entendió con los otros artistas que estuvieron sentados en la mesa de jurados, curiosamente también vinculados a la música popular e igual de exitosos.
En entrevista con SEMANA y sentada junto a Pipe Bueno, Amparo Grisales no lo niega. Dice que, a diferencia suya, ellos no tenían el ego domesticado, que llegaron a imponer sus opiniones y que eso al final terminaba por reflejarse delante de las cámaras.
El cantante, por su parte, confiesa sentirse afortunado de tener la bendición de Amparo Grisales y también que “es un experto en divas”, porque ya ha aprendido cómo hacer feliz a la más popular de todas.
SEMANA: Este año ha subido mucho el nivel de los participantes, ¿cada vez resultará más difícil la ‹erizada›?
Amparo Grisales: Estoy muy contenta de ver que Yo me llamo ha llegado a trascender las fronteras y cada vez llegan más preparados los participantes. Todos los imitadores de Latinoamérica quieren pasar por el programa. Buscan cumplir su sueño y hacer parte de nuestra escuela, que es tan exigente. Me siento muy honrada de formar parte del programa desde que nació y creo que he tenido mucho que ver en esa exigencia. Y la gente a veces me criticaba por eso, pero creo que ahora se valora en la tarea de sacar dobles perfectos.
SEMANA: Este año vuelve Pipe Bueno. Se dice que una de sus exigencias al canal fue el regreso de este artista, porque usted no se entendió con los otros jurados. ¿Qué de cierto hay en eso?
A.G.: Cuando estamos César, Pipe y yo es mi versión favorita. Y no fue que hiciera una exigencia, fue más bien una amorosa sugerencia por todo lo que él aporta. Les dije: “Me lo vuelven a sentar aquí”. Porque además es un ser humano muy lindo, amoroso y podemos interactuar. De repente, a mi lado se ha sentado gente que no tiene el ego domesticado. Y lo bonito de la labor que hacemos los jurados es que, en medio de las discusiones y los puntos de vista de cada uno, hay humor y debe haber conexión. Y eso no ha fluido igual cuando no está Pipe. Con otros no me ha fluido esa misma empatía y no he tenido buena química.
SEMANA: ¿Cuando habla de los otros se refiere a Yeison Jiménez y a Jessi Uribe?
A.G.: Sí. Yo he aprendido a domesticar bien mi ego, gracias a las bendiciones que Dios y la vida me han dado en mi carrera, así la gente piense que no porque confunde carácter con otras cosas. Y a mí me gusta que los demás también se destaquen, no tengo problemas con eso. Pero me tocaron jurados que no dejaban que eso sucediera. Y se ofenden y se molestan, y se perdían el respeto y la buena energía.
SEMANA: ¿Qué faltó para que fluyera esa química con los otros jurados?
A.G.: Yo estudio mucho antes de cada capítulo del programa. Y, por respeto a los concursantes, siempre hay que llegar empapado de todos los artistas, de su voz, de su look, de su historia y notaba que en el caso de Yeison, de repente no tenía mucho tiempo para eso. Y que le dijera eso a él no le gustaba mucho. Y entonces por eso llegaba la confrontación entre nosotros. Cuando uno ya está maduro en su profesión, uno sabe cuándo está trabajando con gente que está sintonizada con la calidad. Que es lo que me pasa con Pipe Bueno, que en medio de todas las exigencias de su carrera se toma en serio su labor como jurado de Yo me llamo. Ni Yeison ni Jessi (Uribe) tenían eso. Se sentaban por primera vez aquí y querían dominar, imponer. Decían: “El rating es por mí”. Y no, el ego tenían que dejarlo en la casa. Esto es un concurso de talentos, no de egos.
SEMANA: A Pipe lo ha visto crecer, en cada versión que ha venido al programa está en un momento diferente de su carrera...
A.G.: Eso ha sido bonito. Cuando empezó en el programa le decía ‘Pipecito’ y ahora es ‘Pipesote’, ya tiene canas y todo, y me encanta. Y nos reímos mucho haciendo el programa juntos. Ahora lo vemos más sólido como artista, pero sin perder su humanidad, su belleza como ser humano, lo responsable y brillante que es como cantante y empresario. Me gusta que nunca se ha dejado dominar por el ego, a pesar de que su carrera la ha engrandecido tanto en estos años. Y eso, en esta carrera, es lo más difícil.
SEMANA: ¿Sigue siendo Pipe Bueno o lo vamos a ver más ‘maloso’ con los participantes, como se mostró en el primer capítulo?
A.G.: Él siempre será Pipe Bueno. Pero creo que el programa le ha enseñado a ser exigente, como debe ser.
“Quería volver”: Pipe Bueno
SEMANA: ¿Por qué aceptó el reto de repetir como jurado en Yo me llamo?
Pipe Bueno: Es algo que he hablado no solo con César y Amparo, sino con los directivos del canal. Y sentía que después de dos temporadas de haber compartido, esta tercera es como la cumbre de esa bonita experiencia. Es como si nunca me hubiera ido porque nos une una gran amistad.
SEMANA: ¿Pero ahora no es más complicado por su nueva faceta como papá y el trabajo de internacionalización de su carrera?
P.B.: Pero quería volver, yo estaba por los laditos haciendo ojitos. Me ‘coqueteaba’ con Amparo y sabía que los dos estábamos con la energía de que las cosas se dieran. Y eso se refleja en la pantalla. La gente no se imagina lo divertido que ha sido esta temporada, porque en las otras ya habíamos aprendido juntos. Recuerdo que en los primeros programas, en la primera vez que pude participar como jurado, estaba pendiente de si hablaba de primero o si Amparo y César me dejarían hablar, si podía aportar de verdad algo a dos personas que saben tanto de esto; ahora, todo fluye como si estuviéramos conversando en la sala de la casa.
SEMANA: ¿Cree que tiene el ego domesticado, como dice Amparo?
P.B.: Es que no hay por qué ser otra cosa. Cuando uno está seguro de lo que es y de lo que ha construido en su carrera no hay por qué empeñarse en demostrar nada, ni en volverse un divo.
SEMANA: ¿Cómo recibe el hecho de que sus dos antecesores no hayan tenido muy buena química con Amparo?
P.B.: Yo simplemente en el programa me muestro como en cualquier otro escenario de la vida. Con la franqueza, la bacanería y la sencillez de siempre. Y si eso hace feliz a Amparo, pues qué alegría...}
SEMANA: Muchos creen que ya es un experto en divas...
P.B.: Pues claro, aprendí de la más grande. Pero la verdad es que es un rótulo que han creado para una mujer que en realidad ha sido la mejor de las amigas y maestras.