Entre enero y junio de 2020 la Amazonia brasileña registró un nuevo récord semestral de deforestación al contabilizar 3.070 kilómetros cuadrados de bosque talado. Los datos fueron suministrados por el Instituto Nacional de Investigación Espacial (Inpe), tras la recopilación y el análisis hecho a partir de observaciones satelitales del sistema denominado Detección de Deforestación en Tiempo Real (DETER), el cual sirve, entre otras cosas, para que los equipos de inspección ubiquen exactamente el lugar en el que ocurren los delitos ambientales. Le sugerimos: Sucumbe la Amazonia colombiana: 75.000 hectáreas deforestadas este año En el informe esa entidad resaltaba que el área devastada marcaba un aumento de 25 por ciento con respecto a los 2.446 kilómetros cuadrados que fueron deforestados en el mismo periodo del año 2019. La extracción ilegal de madera, la minería y la ganadería en áreas protegidas son las principales causas de la destrucción, que en 2019 superó por primera vez desde 2008 los 10.000 kilómetros cuadrados, de acuerdo con otro sistema de observación satelital del Inpe, denominado PRODES. Ese instituto también había dado a conocer la semana pasada que en junio el área deforestada en la Amazonia de ese país había llegado a los 1.034,4 kilómetros cuadrados, convirtiéndose en el peor junio de la serie histórica que se inició en 2015.
La deforestación en la Amazonia brasileña podría ser superior este año a la de 2019, si continúan las tendencias. Foto: Greenpeace. Esa serie de informes pudieron haberle costado la cabeza a Lubia Vinhas, coordinadora general de Observación de Tierras del Inpe, una institución que cumple funciones similares al Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) en Colombia en lo referente al monitoreo de la pérdida de bosques. La orden de su destitución fue dada por el ministro de Ciencia y Tecnología, Marcos Pontes y hasta ahora, se desconocen las razones de su salida, aunque todo parece apuntar a que el aumento de la presión sobre el gobierno de Jair Bolsonaro para abandonar sus proyectos de apertura económica en el bosque tropical más grande del planeta, luego de los datos arrojados por el Inpe, habrían influido en esa decisión. Le recomendamos: “Están aprovechando la cuarentena para quemar la selva”: Corpoamazonia Y es que ni la presencia del Ejército desde el pasado mes de mayo ni la presión internacional y empresarial de los inversores extranjeros para que se controle la deforestación y los incendios ha hecho que las tendencias disminuyan. Además, la salida de Lubia Vinhas no parece un caso aislado. En 2019, cuando el mundo se conmocionó por los incendios que se presentaron en la Amazonia, el Gobierno de Brasil decidió sustituir al entonces director del Inpe, Ricardo Galvao, mientras el presidente Bolsonaro se dispuso a poner en tela de juicio los datos sobre la deforestación publicados por esa entidad, situación que provocó una fuerte reacción de Galvao, quien criticó las aseveraciones hechas por el mandatario brasileño.
La apertura de carreteras ilegales son uno de los mayores motores de deforestación. Foto: Jhon Barros. Lo más preocupante es que la temporada seca, que está en curso, es también la de los incendios, lo que provoca una mayor alerta no solo por el alto impacto ambiental que se puede producir, sino además porque las humaredas suelen generar un aumento en la contaminación del aire y una proliferación de las enfermedades respiratorias, que este año se darán en plena pandemia de coronavirus. Le puede interesar: Más de 70 carreteras ponen en jaque la biodiversidad de la Amazonia "El año pasado fue (en deforestación) un período fuera de la curva que no se debería repetir. Pero no sólo se está repitiendo, sino que está empeorando a pesar de tener acción militar en la región", dijo Mariana Napolitano, gerente de ciencias del Fondo Mundial para la Naturaleza-Brasil (WWF-Brasil). La Amazonia brasileña representa 60 por ciento del total de esa selva compartida por nueve países. *Con información de AFP.